Desear que el fin del mundo nos pille bailando puede ser la forma poética de referirnos a un fenómeno algo más común de lo que pensábamos. Y es que, aunque improbable, morir durante o brevemente después del sexo no es algo del todo inusual.
Y por supuesto es un tema muy estudiado. Es gracias a estudios científicos que sabemos que los casos se cuentan por miles al año: solo en Alemania podían contabilizarse 32.000 casos a lo largo de un periodo de 33 años.
Es un dato que David C. Gaze, docente de patología clínica de la Universidad de Westminster, señalaba en un artículo publicado en The Conversation. El estudio que cita, publicado en la revista Forensic Science, Medicine, and Pathology, abarcaba el periodo entre 1972 y 2004.
epaso de la cuestión, Gaze se centraba en un estudio publicado en 2022 en la revista JAMA Cardiology, en el que un equipo liderado por investigadores británicos analizaba 6.847 casos de muerte súbita cardiaca registrados en el hospital londinense de St George entre 1994 y mediados de 2020.
Los responsables observaron que un 0,2% de estos casos se habían producido bien durante el sexo bien en la hora posterior al coito. Quizás lo sorprendente del asunto es que no se trataba mayoritariamente de hombres de edad avanzada: la edad media de este grupo era de 38 años y las mujeres representaban un 35% de los casos.
Tampoco se trataba necesariamente de infartos de miocardio como los que se suelen ver en personas de mediana edad o edad avanzada: “en la mitad de los casos (53%) el corazón se encontró estructuralmente normal, y fue un repentino y anormal ritmo cardiaco, llamado síndrome de muerte arrítmica súbita o SADS, la causa de la muerte”, explica Gaze.
El resto de causantes fueron disecciones aórticas (un desgarro de la capa interna de la aorta, principal arteria de nuestro cuerpo, observada en un 12% de los casos del estudio); y anomalías estructurales como las cardiomiopatías o canalopatías.
Pero estemencionado por Gaze no es, ni mucho menos, el primer estudio realizado a este respecto. En 2011, de hecho, un equipo estadounidense de investigadores realizó una revisión de la literatura científica respecto a este tema, un “estudio de estudios” en el que incluyeron distintos análisis realizados hasta entonces.
El estudio observó un incremento de la probabilidad de morir como causa de este ejercicio. Eso sí, también concluía que esta probabilidad descendía entre la gente que practica ejercicio de forma regular.
La revisión no solo tuvo en cuenta la actividad sexual sino también estudios que analizaban la relación entre la actividad física extenuante y la mortalidad. Esta relación puede ayudarnos a explicar qué es lo que causa este tipo de muertes: el esfuerzo.
La probabilidad de una muerte de este tipo es excepcionalmente pequeña. Según los estudios antes mencionados en Inglaterra y Alemania, estas muertes representaban el 0.2% de las muertes súbitas cardiacas. Otro estudio mencionado por Gaze hablaba del 0,6% de los casos de muerte súbita.
Reducir aún más la probabilidad de un suceso como este también está en nuestra mano. Ejercitarnos de manera regular y moderada puede ayudarnos a ello, pero también a mejorar nuestra salud cardiaca en general. El consumo de algunas sustancias, tanto legales como ilegales puede también ponernos en riesgo, por lo que es conveniente consultar con profesionales de la salud posibles incompatibilidades relacionadas con los fármacos que consumimos.
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