La salud de nuestros pies es importante, no solo porque las lesiones de estas extremidades pueden ser dolorosas, sino también por su vinculación con la salud de nuestra espalda. Es por eso que escoger calzados cómodos sea tan vital, especialmente cuando vamos a ejercitarnos, aunque solo sea caminando. Sin embargo hay quienes defienden una opción muy distinta: prescindir del calzado.
Pese a las décadas de avances en diseño de calzado cómodo y adecuado para los pies, muchos han llegado a la conclusión de que el mejor calzado es la ausencia de éste. Y es que andar descalzo tiene beneficios para la salud de nuestros pies y otras zonas de nuestro cuerpo.
Como explica el especialista en ortopedia Jonathan Kaplan en declaraciones recogidas por healthline, “el beneficio más evidente de andar descalzo es que, en teoría, (…) recupera nuestro patrón ‘natural’ de caminar”.
La mayoría de los beneficios que se asocian a esta práctica tienen que ver precisamente con cómo nos movemos: caminar descalzo puede mejorar nuestro equilibrio, la musculatura de nuestros pies y piernas, y reducir nuestros dolores de espalda. También reduce el riesgo de desarrollar pies planos.
Pero posiblemente la etapa en la que nuestro cuerpo más se beneficia del andar descalzo es durante el desarrollo, concretamente cuando damos nuestros primeros pasos. Es un consejo habitual que los más pequeños comiencen a caminar con los pies descalzos para facilitar este proceso.
Andar descalzos puede tener también efectos psicológicos si lo hacemos en determinados entornos (más o menos) naturales como la playa o un jardín. Diversos estudios han hecho hincapié en las últimas décadas en los beneficios del contacto con la naturaleza. Andar descalzo puede ser una forma de hacer literal ese contacto, si bien es cierto que no todos los entornos naturales se prestan a este beneficio, es poco probable que subir descalzos al monte nos vaya a reportar un mayor bienestar.
Cabe recordar también que si nos calzamos es por algo. Aunque evolucionáramos descalzos, lo cierto es que el ser humano lleva calzándose desde tiempos inmemoriales. Y es con buenos motivos. El calzado nos protege del frío, pero sobre todo de lesiones que pudieran causarnos las asperezas del terreno o cualquier objeto punzante que nos podamos encontrar.
El calzado también mantiene nuestros pies limpios. Se trata de zonas propensas a contraer infecciones por bacterias u hongos. La suciedad será precisamente más peligrosa si se combina con una herida abierta.
Aunque estos riesgos no sean de especial consideración cuando andamos o nos ejercitamos en casa, también debemos tenerlos en cuenta, incluso en lugares exteriores en las que es habitual andar sin calzado como sobre la arena o jardines.
Pero, también hay expertos que recomiendan limitar el tiempo que pasamos descalzos en algunas circunstancias, como por ejemplo dentro del hogar. Uno de ellos es el podólogo Borja de Yñigo, que en una entrevista explicaba que el pie “está preparado para caminar sobre terrenos naturales y el de casa es un suelo artificial, por lo que no deberíamos abusar de andar descalzos”.
En la entrevista también hacía referencia a un problema que afecta a determinadas personas con neuropatías o diabetes, que pueden acumular heridas en sus extremidades sin siquiera ser conscientes de ellas. Esto implica un mayor riesgo de infección.
Hay una cuestión más que debemos tener en cuenta y es que tras tener adaptado nuestro pie al uso de calzado la transición a ir descalzo puede causar una lesión distinta: la fascitis plantar. Estas dolencias son especialmente frecuentes en los veranos, que es precisamente cuando más tiempo pasamos descalzos.
La fascitis plantar aparece cuando el terreno fuerza mayor tensión en la planta del pie. Un ejemplo de terreno con el que debemos andar con ojo si somos propensos a padecer esta lesión es la arena seca de la playa, un terreno perfectamente adecuado para caminar en otras circunstancias.
Para hacerlo de manera segura un paso clave es ir adaptándose. Para sacar el mayor partido a nuestros caminares sin poner en riesgo nuestra salud los expertos recomiendan ir poco a poco, adaptándonos.
Algunos tipos de calzado, las conocidas como el calzado minimalista, pueden ayudarnos en estas transiciones, que también deberíamos hacer de forma progresiva y preponderando los terrenos conocidos y con menos riesgo como nuestro propio hogar. Es muy importante también recordar mantener la higiene de nuestro cuerpo y entorno, y comprobar siempre que no nos hemos hecho ningún corte que pueda derivar en problemas mayores
Imagen | Nick Page
Ver 36 comentarios