Hace dos años Canonical nos hizo soñar a todos. Aquel telefonazo llamado Ubuntu Edge jamás logró salir a la luz, pero captó la imaginación y las expectativas de muchos. Los que veían -veíamos- como el smartphone que se había apropiado de nuestro bolsillo podía llegar a ser mucho más: un verdadero PC de bolsillo.
La campaña de financiación colectiva resultó ser un fracaso triunfal. Una demostración más de las promesas incumplidas de Canonical, que soñó más que las demás, pero que no pudo o no supo cumplir sus promesas. Dos años después a Canonical le han robado su sueño: el próximo 6 de octubre Microsoft logrará todo lo que Canonical había prometido.
La promesa de la convergencia
El sueño venía de antes. El 31 de octubre de 2011 Mark Shuttleworth, multimillonario, turista espacial y creador de Ubuntu y Canonical, nos contaba su visión: "para [la edición] 14.04 LTS Ubuntu gobernará tablets, teléfonos, TVs y pantallas inteligentes desde el coche a la cocina, y conectará esos dispositivos de forma limpia y transparente al escritorio, el servidor y la nube".
Era toda una revelación. La de que los dispositivos serían convergentes y "adaptables o flexibles". Tu próximo PC, decía en mi otro blog algo después, podría ser tu smartphone. Desde entonces no he parado de hablar de convergencia aquí y allí, y sigo creyendo que el camino tomado por Canonical era (y es) el correcto.
Pero algo ha fallado. Los recursos, la dirección, la implicación, o el talento. En abril de 2014, cuando se suponía que Canonical lanzaría esa distribución universal y convergente de Ubuntu, la cosa estaba aún muy verde. Seguiría estándolo un año después, y los avances de esta firma en materia de movilidad han sido tímidos y, sobre todo, decepcionantes para quien esperaba tanto como yo y otros usuarios de Ubuntu.
Quizás ese fuera nuestro primer error. Muchos vimos en Ubuntu -y por extensión, en Linux- a la promesa de futuro. La versatilidad del sistema operativo es legendaria: pocos han sido los campos en los que Linux no ha podido entrar, y no parecía que esa transformación en un sistema adaptable fuera tan compleja para ellos como para la competencia. Ubuntu Edge y ese "responsive Linux" que se adaptar a distintos tamaños de pantalla, distintos sistemas de entrada (ratón/teclado, táctil, voz) o distintos formatos físicos parecía estar a punto de llegar.
Y sin embargo, nunca llegaba. Nunca ha llegado.
Microsoft le roba la cartera a Ubuntu
Todos copian de todos. O todos roban de todos, me atrevería a decir. Es ley de vida. Apple robó al PARC su interfaz de ventanas, que luego Microsoft copió (o intentó copiar) en aquellas primeras versiones de Windows. Y Android copió a iOS, y luego iOS copió a Android, y el círculo vicioso se repetía, se repite y se repetirá de forma aparentemente infinita.
Y en ese ciclo entraron también Canonical y Microsoft. No hay trazas ni pistas de ello, pero resulta interesante comprobar cómo la actual visión de Microsoft con Windows 10 y su mantra de "One Windows" se parece a la que proponía Canonical con Ubuntu desde hace años. Puede que los directivos de Microsoft vieran aquel post al cabo del tiempo. Puede que alguno dijera: "chicos, éste es el camino". O puede que no, que la inspiración viniera de otras fuentes. Lo cierto es que la sensación es la misma: que Microsoft le ha robado la cartera a Canonical y a Ubuntu, consciente o inconscientemente.
Lo ha hecho además con un proyecto que apunta maneras desde el principio. El inexorable adiós a Windows RT y Windows Phone -este tardará más en desaparecer- y la creación de ese concepto de aplicación universal y tienda universal son pilares de una estrategia de la que por fin estamos viendo los frutos.
Continuum permite que tu tablet o tu smartphone se conviertan de buenas a primeras en un PC en toda regla
Pocos, por ahora, pero frutos al fin y al cabo. Windows 10 es un sistema que promete más de lo que nos da hoy en día, y a pesar de sus inconsistencias -que las hay, lo dejamos claro en nuestro profundo análisis- y sus conflictos -que los tiene- se trata de una propuesta valiente y que sí que logrará cumplir aquello que Shuttleworth soñaba hace ahora casi cuatro años.
Lo hará fundamentalmente gracias a esa pequeña joya llamada Continuum, un componente que hace realidad lo del "sistema operativo adaptable" -o convergente, o flexible, o responsive, como queráis llamarlo- y que permite que tu tablet o tu smartphone se conviertan de buenas a primeras en un PC en toda regla cuando los conectamos a un monitor, un ratón y un teclado.
Ya vimos una demostración de esa capacidad tanto en tablets como en smartphones, y el próximo martes 6 de octubre llegarán por fin los primeros dispositivos preparados para ofrecer dicha opción: los ya filtrados hasta la saciedad Lumia 950 y 950 XL, que podremos utilizar como smartphones con Windows 10, sí, pero también como singulares PCs de escritorio cuando los necesitemos.
Ni Ubuntu Edge, ni convergencia: ¿más promesas baldías?
Canonical trató de reaccionar ante el empuje de Microsoft, y viendo que la liebre se le escapaba echó un último órdago. En mayo de 2015 Mark Shuttleworth afirmó que adelantaría a Microsoft en esa experiencia convergente:
Me gustaría anunciar que vamos a lanzar un dispositivo este año con un fabricante que cabrá en tu bolsillo, que será un teléfono, y que te ofrecerá una experiencia de escritorio. Así que esa experiencia de PC de bolsillo será real en Ubuntu. Y aunque me divierte esta carrera también me gusta ganar. Y apuesto a que a vosotros también. Así que será fantástico para nosotros ser los primeros en llevar el software libre al mundo de la convergencia.
Los terminales disponibles hoy en día de fabricantes como bq o Meizu no son el problema: el problema es Ubuntu for Phones
Meses después, nada sabemos de ese terminal que ofrecerá una experiencia de escritorio. Los terminales disponibles hoy en día de fabricantes como bq o Meizu no son el problema: el problema es Ubuntu for Phones, que sigue en pleno desarrollo y sin ofrecer esa adaptabilidad y comportamiento camaleónico que prometen los nuevos terminales de Microsoft.
De hecho el pasado 1 de octubre aparecía la única pista que Canonical ofrecía sobre esa promesa. En el blog de Indiegogo nos contaban "lo que hemos aprendido del crowdfunding" y relataban el interés que generó el inexistente Ubuntu Edge y cómo se dieron cuenta de que querían darle "a los consumidores una forma más directa de ser qué tipo de dispositivos querrían y cuándo". ¿Qué novedades planteaban y qué sorpresas nos deparaban tras ese anuncio?
Ninguna.
De hecho el post no era más que una forma de tratar de dar publicidad a lo que ahora llaman Ubuntu Phone OS, el sistema operativo que hasta ahora conocíamos como Ubuntu for Phones y que no era más que una edición derivada de Ubuntu adaptada a la interfaz táctil de los smartphones.
La propuesta nos decepcionó durante nuestras pruebas originales y también tras un mes usándolo, con muchas áreas en las que el margen de mejora era enorme. Tanto que solo los usuarios tradicionales de Ubuntu o de distribuciones Linux podrían ser el público objetivo de estos terminales.
Muchos de los que leéis esto probablemente os sintáis dolidos por esa afirmación. No más de lo que me pude sentir yo como linuxero y ubuntero durante muchos, muchos años. De lo que se nos prometió en 2011 a lo que tenemos cuatro años después va un mundo, y uno simplemente querría que por una vez Canonical se ciñera a realidades y no a promesas.
Dejad de prometer cosas. Ofrecédnoslas y demostrad que vuestra propuesta no es una promesa incumplida.
En Xataka | Ubuntu, diez años desde que Mark Shuttleworth rompiese el hielo de Linux
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