Parecido por fuera, completamente distinto por dentro. El coche chino es un misterio para los occidentales. La cultura del país oriental está tan alejada de nosotros que Volkswagen empleará a numerosos ingenieros locales para desarrollar software específico para este mercado.
El mercado chino. En 2021 se vendieron en China 26.275.000 vehículos, según datos de Statista. Para tener una mejor fotografía, en Europa se vendieron el año pasado 10,6 millones de vehículos. Y aunque la cifra fue la más baja desde 1984, la suma de todos los países europeos queda muy lejos de la alcanzada por el país asiático.
Si centramos la mirada en el coche eléctrico, solo en China se vendieron más coches que en la suma de todos los países del mundo juntos. De hecho, en la primera mitad del año, Tesla ha vendido 564.743 coches en China. En 2021, en España se matricularon 859.477 unidades.
Su momento. Con la llegada del coche eléctrico, China tiene la oportunidad de asaltar una industria que hasta ahora se le ha resistido. Tachados de ser vehículos baratos y poco fiables, hasta ahora no han encontrado una gran acogida en Europa, pero el Gobierno del país quiere que esto cambie.
Están dispuestos a que en 2025 la cuota de mercado del coche eléctrico alcance el 25%, al tiempo que empresas como Aiways dan el salto a Europa, NIO ya promete productos muy atractivos, incluidos cambios de baterías en apenas tres minutos, y CATL, auténtico gigante de la producción de baterías, ya ha anunciado una de 1.000 kilómetros de autonomía.
Un choque de culturas. Aunque el producto, por fuera, es el mismo o muy parecido, el coche en China se entiende de una manera completamente distinta a cómo lo entendemos en Europa. En el Viejo Continente hemos pasado del coche como "producto aspiracional" al "coche como herramienta". En los últimos años parece que hemos despojado a los coches de cualquier tipo de sentimiento y los vemos como meros intermediarios para llevarnos de un sitio a otro.
En China, sin embargo, el coche es, por sí mismo, un lugar donde disfrutar. El país asiático utiliza los vehículos como un espacio multimedia y social, con cámaras dentro del coche, karaokes o un lugar más donde atender a una reproducción de vídeo en directo.
Una división específica. En Volkswagen lo saben y han decidido realizar una "importante inversión" de dinero en contratar ingenieros chinos que entiendan el mercado desde dentro. Tal y como ha confirmado Herbert Diess, CEO de la compañía, en su plataforma de LinkedIn, el mercado chino es tan particular que no pueden ofrecer un producto competitivo desde Europa. Es una parte más de su estrategia para este mercado, que anunció una importante reestructuración hace unos días.
Ahora Cariad, una empresa de software del Grupo Volkswagen, contratará a ingenieros chinos y tendrá su propia división específica para este país con el objetivo de ofrecer un producto que se adapte a las necesidades concretas de sus clientes asiáticos.
El poder del software. Volkswagen hace tiempo que está centrando su mirada en potenciar el software y darle la misma importancia que al vehículo en sí. Incluso, ya tiene un plan para invertir 3.000 millones de euros en este pilar hasta 2026. La conducción autónoma y el "desbloqueo" de algunos extras de equipamiento con actualizaciones vía OTA centrarán parte de los esfuerzos en Europa.
Pero Diess reconoce que en China van tan rápido que no son lo suficientemente competitivos. Esta búsqueda de talento servirá para que los automóviles de Volkswagen puedan adaptarse a las necesidades de este mercado tan particular donde también están entrando otros grandes gigantes tecnológicos.
Una competencia durísima. Para mantener su estátus como uno de los fabricantes más importantes del mundo, Volkswagen sabe que China es clave y que desarrollando su propio software podrán aportar al cliente ese atractivo extra que los hagan decidirse por ellos en un mercado cada vez más estandarizado.
Además, la simplicidad de los motores eléctricos no sólo abren las puertas a que más empresas se animen a la aventura, gigantes tecnológicos como Huawei o Xiaomi, con su propio coche, saben que cuentan con un bagaje de conocimiento a sus espaldas que puede ser realmente interesante para los fabricantes, especialmente en materia de conducción autónoma.
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