La Unión Europea está dispuesta a acelerar la extracción de tierras raras en su suelo. El primer paso del creciente interés por este tipo de minerales se dio con la publicación de Critical Raw Materials Act, una nueva normativa que está pasando los trámites burocráticos europeos con el objetivo de sentar las bases en relación a este mercado.
Los primeros pasos contemplan que, en 2030, la Unión Europea se ha fijado que las tierras raras utilizadas en el suelo del continente alcancen los siguientes objetivos:
- extraer al menos el 10 % del consumo anual de la UE.
- procesar al menos el 40 % del consumo anual de la UE.
- que al menos el 15 % del consumo anual de la UE sea destinado al reciclaje.
- que no más del 65 % del consumo anual de la UE dependa de un solo país externo.
El motivo es claro: impedir la dependencia China. Las tierras raras son un recurso especialmente valioso para la electrónica, las energías renovables o el coche eléctrico. La fuerza de China es total en cualquiera de estos mercados, controlando una cadena de suministro que se ha comprobado que es vital para la producción de cualquiera de los productos relacionados con estos mercados.
En 2019 ya se calculaba que el país asiático fue el proveedor de entre el 85 y el 95% de las tierras raras utilizadas en todo el mundo. Haberse posicionado primero en su extracción y, sobre todo, minar estos recursos sin contemplar los daños medioambientales o para los trabajadores ha sido esencial para ejercer en estos momentos un dominio absoluto, vendiendo sus recursos más baratos que nadie.
La UE presiona
Todo este contexto animó a que la Unión Europea tomara parte y se decidiera a publicar una normativa específica sobre el uso, la extracción, el procesamiento y el reciclaje de tierras raras, con las cifras anteriormente señaladas.
Ahora, Vozpópuli asegura que desde Bruselas se está presionando a los gobiernos nacionales para que presenten su plan de reservas de estos minerales y sus proyectos de extracción y procesamiento. Entre los Gobiernos a los que se pide celeridad está el español.
En nuestro país, algunos de los proyectos de extracción de tierras raras se encuentran en el aire. En Extremadura se cree que hay grandes reservas de litio pero su explotación y los problemas ambientales derivados de la misma han sembrado dudas sobre la viabilidad del proyecto.
No es el único caso. En Ciudad Real llevan años escuchando hablar sobre las, ahora ansiadas, "tierras raras". En Salamanca, una mina de uranio lleva ya una década esperando a ser explotada. En Galicia han vuelto a oír hablar del wolframio, un mineral que los nazis compraban a un precio inmejorable en la región, como explica Nacho Carretero en Fariña. En Andalucía se calcula que hay disponibles 17 de 29 de los minerales que para la UE son claves.
La Unión Europea, sin embargo, se enfrenta a sus propias legislaciones. El estudio del impacto ambiental de la explotación de estos yacimientos siempre es problemático y contar con las reservas más grandes del continente, como Suecia, no es sinónimo de encabezar la extracción y procesamiento de estos minerales.
Esto provoca que los proyectos se alarguen en el tiempo y, algunos, se extiendan lo suficiente como para que los intereses privados se marchen a nuevos territorios. Países como India o Irán que dicen tener enormes reservas y que ponen menores trabas para su explotación.
Todo esto dificulta alcanzar los objetivos a los que aspira la Unión Europea. El objetivo de las instituciones es que sus países sean referencia en la producción de baterías para el coche eléctrico pero, sin embargo, las proyecciones a futuro apuntan a que el continente no será capaz de producir las necesarias para la demanda a la que aspira.
Al mismo tiempo, las decisiones políticas de Estados Unidos están siendo mucho más prácticas, promoviendo el uso de materias locales y la producción en su suelo de los componentes necesarios para el coche eléctrico. De momento, en Europa sólo Francia parece decidida a tomar medidas dentro de su estrecho margen de maniobra.
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Foto | Xataka con Mid Journey
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