Conocido como “el ganador” de la Guerra Fría, Ronald Wilson Reagan llegó a consolidarse como uno de los líderes más influyentes de la historia de América. Ahora, 20 años después de su fallecimiento, el 40º presidente de EE.UU es rememorado con un largometraje, ‘Reagan’, que llegará a nuestros cines este 25 de octubre. Este viaje cinematográfico de superación narrado a través de la voz de Viktor Petrovich —un agente del KGB interpretado por Jon Voight, recordado por ‘Cowboy de medianoche’— encapsula el ascenso de ese joven actor y modelo que terminó en el Despacho Oval de la Casa Blanca.
El sueño americano
Un pueblo tan grande como el estadounidense necesita a un gran orador. Y tras un gran orador, siempre hay un gran relato. El de Reagan da para metraje extendido, por lo que este biopic protagonizado por Dennis Quaid (‘The Rookie’, ‘El día de mañana’) y dirigido por Sean McNamara (‘Soul Surfer’) no podía quedarse en la superficie. Al contrario, esta vez se ha tomado el modelo de la épica: de la infancia a los últimos días de presidencia, ‘Reagan’ recorre 80 años de historia.
Pero, ¿qué historia? Quaid ya da una pista: “Sean cuales sean nuestras ideas políticas, las películas sobre la esperanza, el éxito y las visiones, atenuadas por los fracasos y los reveses, son importantes para que nos aferremos a ellas. Los grandes sueños y el trabajo duro pueden convertirse en tu propia historia”.
No en vano, los comienzos de esta trayectoria profesional no fueron directos hacia la política. Reagan estudió Economía y Sociología para pronto operar como comentarista deportivo en una emisora de radio en Iowa. Allí se trasladó nada más terminar la universidad. De ahí fue escalando por diferentes emisoras como WOC, WHO —esta última le proporcionó la oportunidad de viajar con los Chicago Cubs en California— hasta que finalmente firmó un contrato de siete años con Warner.
Aunque si hablamos del que fue su primer trabajo remunerado, tenemos que viajar a 1926, cuando fue salvavidas. No es broma: en una entrevista, confesó que dejaba una marca en un trozo de madera cada vez que salvaba a alguien. “Llegué a salvar 77 vidas”. De igual modo, su obra cinematográfica estuvo parcialmente vinculada a la política debido a que en sus años de servicio militar su unidad llegó a producir cientos de películas para la AAF (Fuerza Aérea del Ejército). Si algo queda claro es que era un hombre incapaz de desvincular sus ideales de su oficio.
Su carrera como actor no sobrepasó las producciones de bajo perfil, por lo que volvió a la televisión y al formato publicitario. Ahora bien, ¿cómo fue que un actor se convirtió en político de verdad? El propulsor de esta vocación fue su nombramiento como presidente del Screen Actors Guild (Sindicato de Actores). Esto le proporcionó contacto con el senador Joseph McCarthy, conocido por perseguir a sospechosos simpatizantes del comunismo.
Y solo estamos hablando del principio de una larga travesía. En dos ocasiones fue derrotado como candidato a la presidencia del partido republicano. La primera por Richard Nixon en 1968 y la segunda por Gerald Ford en 1976. De ambas contiendas también salieron películas. Finalmente, en 1980, siendo el tercer candidato de edad más avanzada históricamente, su proyección de la voz y la carismática sonrisa entrenada para la cámara a lo Zelenski le proclamaron presidente de EE.UU.
La persona tras el personaje
Hijo de un zapatero con problemas con el alcohol y una madre predicadora, Reagan era un pequeño entrañable nacido en Illinois al que su padre apodó Dutch, por su aparente parecido con un gordito dutchman (gordito holandés). Con su respectivo corte de dutchboy (chico holandés), claro. Su ideología política estuvo ligada al cristianismo evangélico protestante. Acostumbrado a misa desde joven, se bautizó en 1922 y la doctrina religiosa le acompañó toda la vida. En su lápida queda inscrita la frase “Sé en mi corazón que el hombre es bueno. Que lo que está bien triunfará siempre, al final. Y cada vida tiene un valor y un propósito especial”.
Siempre mantuvo firme la línea entre lo que entendía como el bien y el mal. Como buen samaritano, tenía un comportamiento ejemplar respecto a la discriminación racial —para lo que podía esperarse en los años 40—. Así lo recuerda la historia: en una ocasión, acogió en su casa a un grupo de personas negras a las que no habían permitido el paso en una hostería próxima a su domicilio. El grupo pasó la noche en la casa de los Reagan. A la mañana siguiente, su madre les puso el desayuno en la mesa familiar, como buenos invitados. Años más tarde llegaría a decir: “Estoy a favor de la Ley de Derechos Civiles de 1964 y debe aplicarse a punta de pistola si es necesario”.
Aquellos que lo conocieron siempre tenían buenas palabras para él, desde su segunda esposa Nancy —la primera, Jane, dicen que se separó de él por el descontento que presentaba ante la ambición política de Reagan, convirtiéndolo en el primer presidente divorciado— hasta el mismísimo senador Charles Schumer. Este pronunció respecto al presidente republicano que “se podía estar de acuerdo o no con Reagan, pero nadie puede negar que era honrado, que peleó por aquello en lo que creía y que tuvo el valor de mantener sus convicciones. Será recordado como uno de nuestros mejores presidentes”.
Una adaptación única
Es normal preguntarse, ¿en serio un biopic de un populista ahora? Exacto: el tiempo nos ha dado perspectiva. Los acercamientos que teníamos a la presidencia norteamericana en la industria de Hollywood hasta ahora los estableció Oliver Stone con tres películas un tanto alambicadas: en 1991 con ‘JFK. Caso abierto’. Aquí representaba al favorito de América en los 60. Cuatro años más tarde, en el 95, exhibía en ‘Nixon’ a ese presidente que fue el primero en dimitir de su cargo —porque qué otra cosa podría hacer ante el escándalo del Watergate—. Y, como colofón final, su representación sin piedad en 2008 de George W. Bush en ‘W’.
Las cosas han cambiado. En este caso nos encontramos con un estilo muy diferente. Y es que ‘Reagan’ es la viva imagen de la glorificación post mortem de los ídolos estadounidenses, al estilo de ‘Rocky'. Literalmente: John Alvidsen, director de la película del boxeador, fue seleccionado en un principio como candidato a la dirección. Mark Joseph, productor del estreno, aseguraba que el presidente merecía una adaptación en condiciones tras la decepción que le supuso la miniserie ‘The Reagans’. Así bien, junto a Sean McNamara, echaron el lazo a Dennis Quaid en un rancho —figuradamente, se entiende— y conversaron. Quaid confesó que en su juventud había votado a Reagan. Y supieron entonces que era el indicado para representar el papel.
A él se suman estrellas como Penelope Ann Miller (‘The Artist’) en el papel de Nancy Reagan y Mena Suvari (‘American Beauty’) como Jane Wyman, entre otros, dando forma a esta representación hiperrealista y fidedigna de aquellos años. Producida por Mark Joseph (MJM Entertainment Group), ‘Reagan’ ya parece estar superando las expectativas en la taquilla estadounidense. Desde que se estrenó en EE.UU a finales de agosto, su éxito no ha hecho más que subir como la espuma: en el segundo fin de semana del estreno, la película subió al tercer lugar, recaudando 5,2 millones de dólares. Actualmente, la película se exhibe en 2.770 pantallas. El estimado total estará en torno a los 30 millones de dólares, una cifra excepcional para un filme de circuito independiente.
A Reagan le debemos muchos axiomas que hoy día siguen resonando, como “El mejor líder no es necesariamente el que hace las mejores cosas, sino quien hace que la gente haga las mejores cosas” o “El poder concentrado siempre ha sido enemigo de la libertad”. O la mejor: “¿Cómo puede un presidente no ser actor?”. Será mejor que juzgues tú mismo este trabajo. El 25 de octubre podrás comprobar si este relato de meritocracia es una película más o un cambio de paradigma en la cosmovisión de la sociedad.
Imágenes | MJM Entertainment
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