Cuando crear tablas era cuestión de años: de las tabuladoras de Hollerith al nacimiento de IBM

Cuando crear tablas era cuestión de años: de las tabuladoras de Hollerith al nacimiento de IBM
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La primera computadora programable llegaba a principios del siglo 20, unas décadas antes de la llegada del primer ordenador a España de la mano de IBM. Pero precisamente los cimientos de esta empresa y de la computación se iniciaban incluso antes, en el siglo XIX, y gran culpa de ello la tuvieron las tabuladoras.

Oír hablar de "tabular" a muchos nos lleva a pensar en nuestro teclado; quien más y quien menos ha requerido esa tecla sobre el "bloq mayús", que nos sirve para añadir algo más de espaciado de una vez o quizás saltar de sección en sección en una ventana. Tabular es, en esencia, poner en forma de table, algo que cuando no se tenían pantallas ni interfaces como las actuales, sino una máquina de escribir, era un auténtico dolor de cabeza y que Herman Hollerith quiso solucionar, promoviendo un cambio tremendo en la industria sin saberlo.

"Cense usted todo esto y hágalo rápido, al menos en diez años"

Quizás algo así sonó cuando, tras invertir siete años en el censo de 1880, hubo que hacer el de 1890 en Estados Unidos. Unos documentos que aún se conservan y en los que se puede ver el trabajo en tablas que significaba, junto con todo el análisis de datos y cálculo manual que implicaba.

Con la herramienta de "Crear tabla" del Word aún a más de un siglo de existir, el destino (y su especialización en diversos tipos de ingeniería, en el MIT entre otros sitios) hizo que un día Hollerith se diese cuenta de lo tedioso del proceso del censo. Estados Unidos experimentaba desde hacía unas décadas un considerable aumento de la población por diversas causas (como el aumento de la inmigración) y censar a la población, como hemos dicho, empezaba a ser algo faraónico.

Hollerith vio, en plena efervescencia industrial, que una máquina debería poder ayudar a agilizar el proceso, algo más allá de las existentes máquinas de escribir. Y pronto dio con lo que sería la clave: gran parte de las preguntas de los censos podían responderse de manera binaría, o sí o no.

Cuentan en IBM (después entenderemos por qué lo cuentan ellos) que el estadounidense, como Charles Babbage para la construcción de su máquina analítica, se inspiró en los telares de Joseph Marie Jacquard (s. XVIII-XIX) para su invento. Es decir, crear algo que pudiese aprovechar la nueva y flamante electricidad (descubierta en 1752 por Benjamin Franklin) y un sistema de tarjetas perforadas, algo sobre lo que quizás os suene haber leído por aquí ya (y no es casualidad).

Entonces pensó en crear las tarjetas perforadas que se adecuasen a su cometido, ideando una cartulina con 80 columnas con 2 posiciones, de manera que se respondiesen las preguntas. Es decir, según donde tuviese el agujero, a la pregunta de "Género" indicaría "masculino" o "femenino".

Esto sería el alimento de la tabuladora que acabaría inventando. Una máquina compuesta por un lector de estas tarjetas, un seleccionador/clasificador (que permitía seleccionar tarjetas según determinados criterios), un contador y un tabulador que acabaría agilizando mucho el proceso aunque los operadores tuviesen que introducir manualmente las tarjetas, pasando de completar un censo en siete años a hacerlo en dos años.

La clave de su funcionamiento eran los contactos de mercurio. Hollerith ideó un sistema mediante el cual la presencia de un agujero (si es que esto puede expresarse así) implicaba el contacto entre dos cabezales de mercurio, de manera que había corriente eléctrica. Esto hacía que la tabuladora registrase la información, al impulsarse el contador.

Un éxito internacional y un importante paso para el futuro de la informática

Según IBM, el gobierno de los Estados Unidos se ahorró un buen pico con el invento, concretamente 5 millones de dólares. Y así de bien le fue a Hollerith, cuyas tabuladoras se extendieron por todo el mundo y acabó fundando su propia empresa: la Tabulating Machine Company, en 1896, como detallan en la revista del Smithsonian.

En paralelo, la computación iba creando unos importantes cimientos y unos años después llamó a su puerta la empresa Computing Scale Company, que no venía sola. Tanto ésta como International Time Recording Company y Bundy Manufacturing Company se fusionaron con la compañía de Hollerith para crear Computing Tabulating Recording Corporation (CTR).

El negocio siguió yendo bien y las tabuladoras acabaron en muchos más sitios que las oficinas de censo, como las compañías de trenes, la industria farmacéutica o la metalurgia. Y con ese crecimiento internacional, el nombre se adaptó algo mejor a su alcance, acabando en su bautizo como International Business Machines, IBM, en 1924.

De ahí la longevidad de la compañía, cuyos 100 años merecieron una serie de especiales aquí (tomando como fecha la creación de CTR, su verdadera gestación aunque recibiese el nombre trece años después). Así, aunque Hollerith no llegaría a verlo, finalmente millones de personas llegarían a crear tablas de manera muy sencilla en dispositivos que su ingenio, de algún modo, anticiparía.

Imagen | National Museum of American History

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