Quizá te gusten las plantas y has pensado montar un pequeño jardín indoor o un cultivo en alguna zona de tu casa. ¿Has descartado la idea porque tienes poca luz natural en esa estancia? Pues reconsidéralo, porque hoy en día es posible sabiendo qué luz es la mejor para crecer tus plantas y que luzcan sanas.
Si estos días de verano pasas calor bebes más agua, buscas la sombra o te pegas un chapuzón, ¿verdad? Tienes formas de evitar o llevar lo mejor posible una situación que, de prolongarse demasiado, podría ser peligrosa. Pues las plantas son incapaces de huir ante las amenazas o de buscar las mejores condiciones ambientales. Sin embargo, disponen de mecanismos internos que les permiten percibir cualquier estímulo y poder generar una respuesta. Y además, tienen una capacidad de adaptación impresionante. Es por eso que están en continua alerta detectando cualquier cambio que sucede alrededor. Perciben temperatura, posición con respecto a otras plantas y otros parámetros físicos y químicos.
Si tenemos en cuenta que su forma de obtener alimento es a través de la luz mediante la fotosíntesis, es fácil suponer que este será uno de los 'sentidos' que tengan más desarrollado, ya que solo en lo referente a la luz, son capaces de determinar el tipo, la orientación, la intensidad, la duración y cercanía de otros individuos a través de la sombra que reciben. Toda esta información determinará su forma y velocidad de crecimiento, incluyendo el tiempo que tardarán en dar flores y frutos.
En la naturaleza ellas ya se buscan la vida y están acostumbradas a recibir los rayos solares directamente, pero si queremos un jardín vertical, un micro huerto o plantas en distintas estancias de casa y disponemos de un baño sin luz natural, un salón oscuro o un recibidor en penumbra, tenemos un pequeño problema. Por muy de interior que sean esas plantas, requieren luz y, si no la tenemos, debemos proporcionársela dándoles luz de calidad lo más similar a la que recibirían en condiciones naturales. Si vamos a hablar de luz, es importante que abordemos ciertos parámetros.
Energía luminosa y pigmentos vegetales
La luz es un tipo de radiación electromagnética y, como tal, viaja por ondas, igual que las ondas de radio, microondas o rayos X. En las ondas, la distancia desde la cresta (la parte más alta) de una onda y la siguiente se conoce como longitud de onda y va a ser característica de cada tipo de radiación. La unidad de medida es el nanómetro (nm), la millonésima parte de un metro. Las radiaciones que presentan longitudes de onda larga, como las ondas de radio o las microondas tienen menos energía (fíjate en la imagen siguiente que la distancia entre crestas es mayor), al contrario que aquellas radiaciones más peligrosas como rayos X o gamma donde la longitud de onda es corta y por tanto transmiten muchísima más energía.
Dentro de este espectro electromagnético nuestros ojos solo abarcan lo que aparece como luz visible, que va de 400 a 700 nm. Aunque para nosotros la luz con la que vemos nos parece blanca, en realidad tiene todos los “colores” de la luz, es decir, todas las longitudes de onda comprendidas dentro de la luz visible (el arcoíris es un ejemplo).
Las plantas van a ir un poquito más allá de nuestra vista. Ellas van a poder percibir longitudes de onda superiores a los 700 nm metiéndose ya en el infrarrojo y menores de 400 nm yéndose a la zona de las radiaciones ultravioleta, aunque la zona realmente importante está entre 400 y 700 nm y es ahí donde se encuentra la energía aprovechada por la planta para la fotosíntesis, llamada radiación fotosintéticamente activa (PAR).
¿Y cómo lo perciben si no tienen ojos? Nosotros tenemos conos y bastones en la retina que se encargan de nuestra visión, pero en el caso de las plantas, son unas moléculas especializadas llamadas pigmentos. Hay distintos tipos de pigmentos y van a percibir una longitud de onda concreta de la luz. Además de la clorofila que es la más conocida (y abundante) responsable del color verde de las plantas vamos a encontrar criptocromos y fitocromos entre otras. Por ejemplo, los receptores de luz uv-B (280-320 nm); criptocromos, que absorben mayoritariamente luz uv-A (320-390 nm) y azul (400-500 nm); clorofilas, que absorben luz azul y roja (600-700 nm); carotenoides, que absorben luz verde y amarilla (400-600 nm), y los fitocromos, que absorben luz roja y roja lejana (700-800 nm).
¿Qué debe tener la luz de nuestras plantas?
Para saber la mejor luz que podemos proporcionar a nuestras plantas necesitamos tener en cuenta los tres factores que más afectan a su crecimiento:
Calidad de la luz
Con calidad nos referimos al color o a la suma de colores que compone la luz que llega a la planta. Todas las longitudes de onda dentro de su espectro de absorción son importantes para las plantas, pero ellas prefieren el azul y el rojo, básicamente porque según la etapa de su vida en la que estén, les supone una ayuda para su desarrollo o les aporta información extra que puede ser muy valiosa, como ocurre con el rojo y el rojo lejano. El verde, no olvidemos, no es absorbido por las plantas sino reflejado, y por eso las vemos de ese color.
Azul. Entre 400-500 nm. Es el color que favorece el crecimiento vegetativo, es decir, desde que la plántula germina hasta que florece. Si solo proporcionamos este color, la planta tendrá una estatura baja y un verde más oscuro.
Rojo/Rojo lejano. Entre 600-700 nm. Esta relación afecta a la longitud del tallo y favorece la floración. La proporción rojo/rojo lejano les informa de si tienen otras plantas demasiado cerca y por tanto les pueden estar quitando luz, activando en este caso el protocolo de huida de la sombra. Una mayor cantidad de rojo lejano (es decir, menor relación rojo/rojo lejano), como es el caso de las bombillas incandescentes, favorece más longitud entre hojas en el mismo tallo, por lo que queda una planta más alta. Por tanto, la mejor opción es una combinación de luz azul y roja dado que esta proporción es la que resulta más beneficiosa para el crecimiento de las plantas.
Duración de la luz
Un exceso de luz puede ser tan perjudicial para las plantas como una ausencia prolongada. Este parámetro también lo conocemos como fotoperiodo, o sea, cantidad de horas de luz seguidas a lo largo de 24 horas. En el transcurso del año, el número de horas de luz varía ¿verdad? Tenemos más horas de luz en primavera y verano y menos en otoño e invierno. Las plantas están adaptadas a eso en la naturaleza, pero, aun así, hay plantas que prefieren para florecer en época de día corto (8 h de luz y 16 de oscuridad), otras que serán de día largo (16 h de luz y 8 de oscuridad) y a otras, de día neutro; les dará exactamente igual porque la floración no dependerá de las horas de luz y oscuridad sino que será inducida por otros factores.
Obviamente, las necesidades cambiarán dependiendo de las flores o cultivos que queramos crecer, ya que sus requerimientos serán distintos, pero, en cualquier caso, todas necesitan un respiro y descansar un tiempo en oscuridad. Por ejemplo, como cultivos de día largo tenemos flores de verano y algunas hortalizas, como la cebolla, lechuga, las espinacas y las patatas. Las plantas de interior suelen ser de día corto (acuérdate que no necesitan tanta luz como si fueran de exterior). En cuanto a día neutral tenemos los tomates, pepinos y algunas fresas. Una vez establecido el número de horas de luz y oscuridad, lo mejor es acoplar a la luz artificial un temporizador que encienda y apague la luz de forma automática.
Intensidad de la luz
El momento más crítico para el crecimiento de la planta es al principio, cuando empieza a germinar. Es la fase en la que necesitan mayor cantidad de luz, como un bebé que requiere los mayores cuidados. Ten esto en cuenta si estás poniendo semilleros y vas a montar tu pequeño huerto desde cero.
Cuando estén pequeñitas, lo aconsejable es poner el foco de luz artificial (si no tienen suficiente luz natural) a unos 5-7 cm de altura y subirlo conforme vayan creciendo para que siempre estén a unos 8-10 cm de la fuente de luz. En plantas de interior con flores que ya sean adultas, con 25-30 cm de altura está bien y si son plantas cultivadas por su follaje, podremos ponerlo a 90 cm.
Entonces, ¿qué luz le pongo a mis plantas?
Una vez que tenemos claro la calidad, duración e intensidad de la luz que necesitan nuestras plantas en el interior de casa llega la pregunta clave: ¿qué luz poner a las plantas? En la siguiente figura vamos a ver algunas fuentes de luz artificial. Fíjate en el primer diagrama que representa la luz natural del sol. Esa es la ideal para las plantas y la que debemos tratar de reproducir.
Recuerda que dentro de la zona útil del espectro, la luz roja y la azul (o mejor aún, la combinación de ambas) es la más importante.
Lámparas incandescentes
Las lámparas incandescentes emiten luz con un espectro continuo (eso es positivo) aunque es pobre en azules y rica en rojos. Aun así, en ausencia de luz natural pueden aportar cantidad y calidad de luz. Han sido muy utilizadas hasta ahora debido a su bajo precio, emisión de amplio espectro, variedad de formas, uso en corriente continua y alterna, distintas tensiones, etc.
Por el contrario, son unos sistemas muy contaminantes, de bajo rendimiento luminoso (solo el 10-15% de la energía consumida por la lámpara se transforma en forma de luz y el resto es calor) y poca vida útil (500-1000 h), motivos por los cuales, la tendencia es que vayan desapareciendo. De hecho, la Unión Europea y algunos países, han prohibido la fabricación y venta de lámparas incandescentes de baja eficiencia energética, con el objetivo de aumentar la eficiencia energética y, por lo tanto, ahorrar energía.
Lámparas halógenas
Las lámparas incandescentes se perfeccionaron y dieron lugar a las halógenas, basadas en el mismo principio, pero con mejor rendimiento luminoso y de color, aunque eso sí, alcanzaban una temperatura tan elevada que era difícil no salir quemado si se manipulaba encendida. Prácticamente por los mismos motivos que las anteriores, la UE comenzó a retirarlas en 2009 y en 2018 se puso fin a la fabricación e importación de halógenas para la mayoría de los usos.
Lámparas de alta intensidad de descarga (HID)
Las lámparas de alta intensidad de descarga (HID) se usan para suplementar la luz durante el día o reemplazar a esta parte de la noche. Dentro de las HID se encuentran las lámparas de mercurio de alta presión, de sodio de alta y baja presión y las de halogenuro metálico. La de vapor de sodio de alta presión sigue siendo actualmente muy empleada en el alumbrado público (esos focos naranjas de farolas, carreteras, túneles… por ejemplo).
Estas lámparas tienen un funcionamiento completamente diferente a las incandescentes. Destacan por su gran economía en el funcionamiento, gracias a que generan un flujo luminoso sumamente alto en un espacio muy pequeño, casi no emiten calor, excelente reproducción cromática y larga duración son otras de las ventajas de las lámparas de descarga a alta presión, además de su construcción compacta, que facilita la orientación de la luz.
El espectro de luz que emiten no es continuo a diferencia de incandescentes y halógenas, pero presenta picos importantes en el azul y en el rojo que asegura un crecimiento equilibrado de nuestras plantas. Por el contrario, son lámparas muy peligrosas por el tipo de residuos que generan y la posibilidad de envenenamiento (concretamente con la de mercurio y la de halogenuro metálico).
Lámparas fluorescentes
Avanzando en la eficiencia energética y seguridad (bueno, esto es relativo), nos encontramos con las lámparas fluorescentes. Son lámparas de descarga de vapor de mercurio a baja presión. En el interior del tubo encontraremos una pequeña cantidad de vapor de mercurio y un gas inerte, normalmente neón o argón. El filamento de wolframio que está en el extremo del tubo es el que consigue una vez al rojo vivo, ionizar los gases del interior.
Las fluorescentes son muy adecuadas para el crecimiento, para los vástagos y para enraizar esquejes, por lo que se recomiendan especialmente durante las primeras etapas de crecimiento de las plantas. Entre sus ventajas destacamos que son bastante económicas, tienen un alto rendimiento luminoso y vida útil (5000 – 75.000 horas), además de gran variedad de tonalidades de color que, por ser difusa supone comodidad visual y no emiten demasiado color. Sin embargo, ocupan más espacio, presentan un parpadeo que puede resultar algo molesto (y que se corrige con un balasto electrónico), su tiempo de encendido es apreciable y, además, los múltiples encendidos y apagados pueden disminuir su vida útil (también corregido por el uso del balasto). Cabe destacar que debido a la presencia de vapor de mercurio son considerados residuos peligrosos y existe posibilidad de envenenamiento por este vapor.
Las bombillas fluorescentes estándar tal vez no son las más adecuadas para iluminar el hogar, pero son excelentes para complementar la luz natural para las plantas de interior o para las plántulas iniciales. Su luz más fría los hace unidimensionales, por lo que son ideales cuando el objetivo es un follaje exuberante, no flores. Dado que esta luz no daña las hojas de las plantas al no emitir demasiado calor, se pueden poner a poca altura.
Pero dentro de las fluorescentes también las encontramos compactas o de bajo consumo que presentan las siguientes ventajas respecto a las anteriores: obviamente su bajo consumo, alto rendimiento luminoso, poca emisión de calor, son pequeñas, tienen calidad espectral y larga vida. A pesar de ser algo más caras, su longevidad y eficiencia energética hace que se consideren como una opción a tener en cuenta ya que salen rentables a largo plazo.
Las luces fluorescentes compactas de espectro completo (CFL) son la mejor opción ya que aportan un equilibrio entre luz cálida y fría (rojo y azul) que permite reproducir de forma fiel la luz natural. Disponibles en forma de tubo y bombilla, las luces de cultivo CFL son más intensas que las luces fluorescentes estándar.
Última generación: LEDs
Finalmente, las luces LED (Diodo Emisor de Luz), parecen que han llegado para quedarse y desbancar a todas las anteriores con el tiempo. Su uso empezó siendo discreto para señalizaciones, balizamientos de peldaños o cambios de nivel, pero una serie de características atractivas y las indudables ventajas que presentan, han hecho que su desarrollo e implantación para múltiples aplicaciones haya sido imparable.
Debido a su variedad, nos permiten elegir el color de la luz emitida ya que ofrecen luz de distintas longitudes de onda. Encontramos diversidad de formas (plafón, focos, tubos…) de fácil manipulación dado que, al no contener compuestos tóxicos, no generan problemas de salud ni medioambientales, convirtiéndose en la opción más ecológica. Además, suponen un gran ahorro de energía gracias al bajo consumo, alta luminosidad y dureza, bajo mantenimiento y larga vida.
En la literatura científica podemos encontrar numerosos trabajos del empleo de LEDs en el cultivo de plantas, donde los usan como fuente única de iluminación o como complemento lumínico. Como ya sabemos a estas alturas, la zona de energía aprovechada por las plantas se encuentra entre los 400 y los 700 nm, regiones donde los pigmentos utilizan esa energía absorbida para llevar a cabo sus procesos fundamentales.
La combinación de luz roja y azul procedente de LEDs permite un buen crecimiento y desarrollo de las plantas dado que se encuentra en las regiones más importantes si bien es cierto que la luz roja monocromática a 680 nm parece ser un 36% más eficiente para la fotosíntesis que la monocromática azul a 460 nm.
Si nos fijamos en la figura anterior de los espectros de luces artificiales, parece lógico combinar un LED blanco frío (azul) con un LED blanco cálido (rojo) para proporcionar todo el espectro necesario. De esta forma, podemos conseguir colores “aislados” de una fuente de luz ya que proporcionamos la luz azul y la luz roja que necesita la planta sin aportar nada más que lo necesario para el crecimiento y floración. Con ello podríamos ahorrar en el gasto de energía, porque, para qué iluminar con otros como el verde si la planta no lo absorbe.
Tener un jardín vertical en casa o un pequeño cultivo indoor se ha convertido en una moda en los últimos tiempos, así que los fabricantes se han puesto las pilas y hoy en día disponemos de LED 'grow' que combinan en una sola fuente la luz azul y roja. Voilà. Son las luces de cultivo LED de espectro estrecho y no deben confundirse con las LED normales. Suministran una luz de aspecto violáceo ya que contienen bombillitas azules y rojas.
Si te gusta iluminar el salón o un baño de violeta como un pub, adelante. Pero si queremos el mismo efecto en las plantas y una luz 'normal' tendríamos que usar LED 'grow' de amplio espectro. Es decir, la veremos blanca (como la luz visible natural) y aportará todo el espectro útil para la planta incluido el azul y el rojo, cómo no.
Lo que tienes que mirar si quieres plantas con luz artificial
Disponemos en el mercado de una buena variedad de luces artificiales cada vez más eficientes y respetuosas aunque está claro que las luces LED están ganando terreno pues sus cualidades son imbatibles y proporcionan una luz de calidad para el crecimiento de tus plantas. Lo importante antes de decidirte por tipo u otro es que tengas en cuenta:
- ¿Estarán en una zona con poca luz natural o no les llega nada?
- ¿Qué plantas quieres cultivar / disfrutar en casa? Recuerda que el fotoperiodo puede ser distinto.
- Debes usar la luz adecuada a la fase de crecimiento concreta (germinación, crecimiento vegetativo, floración)
Una vez tengamos esto claro hay todo tipo de formas de fuentes de luz: unidas a brazos flexibles tipo flexo o fijas, tipo lámparas de pie o colgantes del techo, pero, en cualquier caso, es recomendable acoplarles temporizadores y controles remotos para programar el encendido y apagado. Las plantas como nosotros, necesitan unas horas de descanso.
Si después de leer todo el artículo no lo tienes nada claro, ve a lo sencillo: luz azul (fría) para germinación y crecimiento y luz cálida (roja) para producción de flores. O mejor, una de amplio espectro y listo. En tu tienda de confianza seguro que estarán encantados de ayudarte.
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