Preparar nuestro ordenador para que nos ofrezca la mejor experiencia posible con los videojuegos es casi una tarea artesanal. Y es que los frentes que debemos «atacar» son muy variados. Por supuesto, buena parte de la experiencia está condicionada por la configuración hardware de nuestro equipo (procesador gráfico, CPU, memoria, unidad de almacenamiento secundario, etc.). Aun así, tenemos un margen de maniobra interesante en lo que concierne al ajuste del motor gráfico de los juegos y de nuestro monitor.
En este artículo os proponemos profundizar en los parámetros de nuestro monitor que inciden con más claridad en nuestra experiencia cuando lo utilizamos para jugar. De paso, de la mayor parte de estos ajustes también se beneficiarán otras aplicaciones, pero nuestro punto de partida es, ante todo, mejorar su rendimiento con los juegos. Algunos monitores para gaming vienen bastante bien calibrados de fábrica, pero otros tienen un margen de mejora muy amplio. Veamos qué podemos hacer para sacarles el máximo partido.
Tenemos varios métodos de calibración
La forma más precisa de calibrar un monitor, independientemente de si vamos a utilizarlo para videojuegos, retoque fotográfico, edición de vídeo o cualquier otra tarea, requiere recurrir a una herramienta profesional. Estos productos normalmente incorporan un colorímetro, que es un dispositivo de hardware que se coloca sobre el panel para identificar con precisión los colores y sus matices, y un programa que interpreta la información recogida por el colorímetro y que nos va guiando durante el proceso de calibración.
Si queremos calibrar nuestro monitor con la máxima precisión posible es una buena idea utilizar un colorímetro, pero hay pocos modelos con un precio realmente asequible
Dos empresas que comercializan productos de calibración interesantes son X-Rite y Datacolor, pero hay otras que también proponen soluciones similares. Esta tecnología es muy apetecible porque, sin duda, nos ofrece los mejores resultados, pero tiene un inconveniente importante: el precio del paquete que contiene el colorímetro y el software suele ser elevado. Con frecuencia supera con claridad el coste de un buen monitor para gaming.
Aun así, si estáis decididos a ajustar el color utilizando un colorímetro quizás os venga bien conocer dos de los modelos más económicos que podemos encontrar actualmente en el mercado: Spyder5EXPRESS de Datacolor e i1Display Pro de X-Rite. Si conocéis otras opciones interesantes y económicas os invito a que las compartáis con los demás lectores utilizando los comentarios del artículo.
Esta inversión tiene todo el sentido si nos dedicamos profesionalmente a una labor creativa que nos exige controlar con precisión el color, como pueden ser el retoque fotográfico, la edición de vídeo o la gestión de la preimpresión, pero probablemente es excesiva si lo único que necesitamos es sacar más partido a nuestro monitor con juegos y con las aplicaciones que utiliza habitualmente un usuario en el entorno doméstico. Afortunadamente, tenemos alternativas gratuitas que no nos van a ofrecer tanta precisión como un colorímetro y una herramienta profesional, pero sí la suficiente para conseguir nuestro objetivo.
Además, los juegos no nos exigen en absoluto el ajuste milimétrico que requieren algunos escenarios de uso profesionales. En esencia, nuestra «receta» tiene tres ingredientes, que son los que vamos a necesitar para afinar nuestro monitor: un software de generación de patrones, que utilizaremos como referencia durante nuestros ajustes; los controles en pantalla (OSD u On-Screen Display), que nos permiten ajustar la configuración de nuestro monitor, y los controladores de nuestra tarjeta gráfica, a los que cabe la posibilidad de que necesitemos recurrir para llevar a cabo algunos ajustes.
El único «cabo suelto» que tenemos una vez que hemos llegado a este punto es el software de generación de patrones que necesitamos para que el panel de nuestro monitor muestre las imágenes que nos van a permitir llevar a cabo los ajustes. Una herramienta muy completa que podemos tener en mente es DisplayMate, pero tiene el hándicap de que no es gratuita. Por esta razón, la que os propongo utilizar porque también es muy completa y es completamente gratuita es Lagom LCD Test.
Estos son los parámetros que nos interesa ajustar en nuestro monitor
Antes de que iniciemos el proceso de calibración es importante que conozcamos las condiciones ideales en las que podemos llevarlo a cabo. La luz ambiental debe ser lo más reducida posible, de manera que no genere reflejos en la superficie de la pantalla y tampoco desvirtúe los colores que el panel va a reproducir durante el proceso de ajuste. No es necesario dejar completamente a oscuras la habitación, pero es una buena idea reducir la luz al mínimo imprescindible que nos permita trabajar con comodidad.
También es importante que nos cercioremos de que estamos enviando al monitor una señal de vídeo que utiliza la resolución nativa del panel porque es la que nos va a proporcionar la mejor calidad de imagen. Otro detalle que os aconsejo tener en cuenta tiene que ver con la temperatura de funcionamiento del panel. Cuando encendemos el monitor este componente está a la temperatura del ambiente, pero sus componentes electrónicos no van a entregarnos el 100% de su potencial hasta que alcancen su temperatura óptima de funcionamiento y esta se estabilice. Por esta razón es una buena idea dejarlo encendido unos 30 minutos antes de iniciar el proceso de ajuste.
Para concluir os recomiendo instalar la última versión disponible de los controladores de vuestra tarjeta gráfica. Este software tiene un impacto importante en las características de la señal de vídeo que la tarjeta gráfica entrega a nuestro monitor, por lo que nos interesa realizar los ajustes con la última versión para evitar que una posible actualización a posteriori pueda degradar en cierta medida lo que hemos hecho.
Tarde o temprano llegará una actualización de los controladores, pero si tenemos la última versión al menos nos cercioraremos de contar con el software, en teoría, mejor pulido. Si cuando llegue la actualización decidimos instalarla, la imagen cambia ligeramente y no nos convence, lo único que tendremos que hacer es realizar de nuevo los ajustes que vamos a ver a continuación.
Un perfil ICC como punto de partida
NVIDIA nos sugiere que tomemos como punto de partida un perfil ICC específico para nuestro monitor y generado mediante herramientas de calibración profesionales, como son los que nos ofrecen medios especializados como TFTCentral o DisplayLag, o bien en la página web del fabricante del monitor. Me parece un consejo muy oportuno porque casi siempre es más sencillo partir de un perfil inicial que de la calibración que traen de fábrica algunos monitores.
Un perfil ICC (International Color Consortium o Consorcio Internacional del Color) es un conjunto de datos que describe los atributos de color de un dispositivo concreto a partir de los estándares establecidos previamente por este consorcio. Podemos imaginarlo, de una forma un poco más intuitiva, como el pasaporte que describe la colorimetría de un dispositivo, y que se almacena en un archivo que habitualmente tiene la extensión .icc o .icm.
Un perfil ICC es un conjunto de datos que describe la colorimetría de un dispositivo concreto y que se almacena en un archivo con la extensión .icc o .icm
Cabe la posibilidad de que demos con un perfil ICC para nuestro monitor tan afinado que no sea necesario tocar los ajustes mucho más, pero normalmente sí tendremos que hacerlo porque la calidad de imagen no solo está condicionada por el propio monitor, sino también por la luz del espacio en el que lo utilizamos. En cualquier caso, cuando hayamos localizado el archivo que contiene el perfil ICC tendremos que instalarlo en nuestro PC.
Lo primero que debemos hacer es copiarlo a la ruta C:\Windows\system32\spool\drivers\color, y, después, tenemos que ejecutar el archivo colorcpl.exe para abrir la herramienta de gestión del color de Windows (también podemos acceder a ella a través del Panel de Control). A continuación, haremos clic en la pestaña Dispositivos, seleccionaremos nuestro monitor y pincharemos en el botón Añadir… para localizar el archivo .icc o .icm que hemos descargado previamente e instalarlo.
Cuando esté instalado solo tendremos que marcarlo haciendo clic sobre él (aparecerá en la sección Perfiles asociados a este dispositivo) e indicaremos al sistema operativo que queremos establecerlo como perfil por defecto pinchando en el botón alojado en la esquina inferior derecha de la ventana. Y listo. Cabe la posibilidad de que dependiendo de la versión de Windows que utilicéis los nombres de las pestañas y los botones varíen ligeramente, pero, aun así, con estas indicaciones no debería costaros instalar el perfil ICC de vuestro monitor.
El brillo y el contraste
Podemos definir el contraste como la diferencia de intensidad que existe entre los negros más profundos y las áreas más brillantes de una imagen. Para que seamos capaces de distinguir un objeto del fondo que hay detrás de él debe existir entre ellos una diferencia en términos de brillo de al menos un 0,3%, un valor que se conoce habitualmente como umbral de contraste. Es importante que tengamos en cuenta que cuando lo manipulamos estamos modificando las partes más brillantes de la imagen. Si el contraste es demasiado bajo la imagen será muy oscura y sin detalle, y si es excesivo será demasiado luminosa, y de nuevo carecerá de detalle.
El brillo, por otro lado, indica al monitor cómo debe restituir los colores más oscuros. Si este parámetro es demasiado bajo la imagen será muy oscura y sin apenas detalles perceptibles, y si es demasiado alto los negros parecerán grises y perderán su intensidad, lo que tendrá un impacto negativo en el contraste. Como podéis ver, el brillo y el contraste están íntimamente relacionados, por lo que es una buena idea que comencemos ajustando estos dos parámetros. En Internet podemos encontrar muchas plantillas que son perfectamente válidas para hacerlo, pero os propongo que utilicemos las que nos ofrece gratuitamente Lagom LCD Test.
Antes de seguir adelante, un consejo importante: cuando accedáis a la página web de Lagom LCD Test indicad a vuestro navegador que debe mostraros el contenido a página completa porque, de lo contrario, los ajustes que vamos a llevar a cabo pueden quedar desvirtuados por la luz que emite la zona de la imagen que muestra el menú de opciones y las pestañas del navegador.
Ahora sí, vamos allá. Comenzaremos por el brillo. Para ajustarlo tenemos que dirigirnos a la sección Black level. Lo que debemos hacer es actuar sobre el control de brillo del monitor hasta que veamos los veinte cuadros oscuros que conforman el patrón. El más oscuro es el de la esquina superior izquierda, pero tenemos que hacer lo posible para verlo, aunque sea de forma tenue.
Ahora vamos con el contraste. Para ajustarlo tenemos que dirigirnos a la sección Contrast de Lagom LCD Test. Nuestro objetivo es manipular el control de contraste de nuestro monitor hasta que seamos capaces de apreciar todas las bandas verticales de diferente intensidad del patrón de color. Lo ideal es que podamos distinguir sin esfuerzo tanto las bandas del extremo izquierdo, que es el más oscuro, como las del derecho, que es el más claro. Es probable que os veáis obligados a ajustar de nuevo ligeramente el brillo para conseguirlo. No os preocupéis y hacedlo si lo creéis necesario.
La temperatura de color
Dejando a un lado la definición formal de este concepto, que es bastante farragosa y poco intuitiva, podemos entender la temperatura de color como el tono hacia el que tiende el color blanco de una imagen. Atendiendo a esta idea podemos distinguir tres tipos de luz: cálida, que tiene un tono amarillento y se sitúa por debajo de los 3.300 grados Kelvin; fría, que tiene un tono blanco más intenso y se sitúa entre los 5.000 y los 6.500 grados Kelvin; y, por último, también tenemos la luz neutra, que se sitúa en el rango que queda entre los otros dos tipos de luz, entre los 3.300 y los 5.000 grados Kelvin.
La temperatura de color que suele utilizarse como estándar en la mayor parte de los dispositivos de visualización es 6.500 grados Kelvin porque coincide con la luz del mediodía, que es la que proyecta el Sol cuando se encuentra en el punto más alto sobre nosotros. Esta luz es la que tiene un tono blanco más intenso y provoca un contraste muy marcado, con sombras oscuras y penetrantes. Lo ideal es que toméis este valor como punto de partida, y, si es necesario, lo modifiquéis levemente hacia arriba o abajo para que la temperatura de color se adecue a vuestros gustos. Eso sí, es recomendable no alejarse demasiado de los 6.500 grados Kelvin.
La nitidez
Este parámetro indica al monitor cómo debe reproducir las zonas de la imagen que limitan entre las áreas oscuras y las iluminadas. Una mayor nitidez puede definir con más precisión estas zonas, pero si nos excedemos puede incrementarse el nivel de ruido en la imagen, por lo que lo ideal es optar por un valor de nitidez equilibrado. Ni demasiado bajo ni demasiado alto.
Para ajustar este parámetro os propongo que recurramos de nuevo a Lagom LCD Test, aunque esta vez la sección que nos interesa es la que aparece identificada como Sharpness. Si la nitidez de vuestro monitor está correctamente ajustada veréis los recuadros de barras y puntos que forman el patrón perfectamente definidos y con un aspecto limpio. Si no es así lo único que tendréis que hacer es incrementar o reducir la nitidez a través del menú OSD de vuestro monitor hasta que consigáis que el patrón aparezca bien definido.
La corrección gamma
Este parámetro está asociado a la capacidad que tiene el panel de recuperar información tanto en las zonas más iluminadas como en las más oscuras de cada imagen. Por esta razón resulta intuitivo darse cuenta de que está íntimamente ligado al contraste. En cualquier caso, lo interesante es que también podemos actuar sobre él. Si reducimos el valor gamma obtendremos imágenes más brillantes, pero, a cambio, perderemos información en las zonas más iluminadas. Por el contrario, si lo incrementamos reduciremos la dureza de estas últimas zonas, pero, a cambio, sacrificaremos nivel de detalle en las zonas más oscuras.
Para ajustarlo podemos recurrir a la sección Gamma calibration de Lagom LCD Test. Nuestro punto de partida es un valor gamma de 2.2 porque es el estándar utilizado por el espacio de color sRGB. Para comprobar si necesitamos manipular este parámetro en nuestro monitor solo tenemos que alejarnos de él lo suficiente para que dejemos de percibir las líneas horizontales finas que forman cada una de las barras verticales. Las más importantes son las cuatro barras de la izquierda.
El ajuste gamma será correcto si las barras tienen un aspecto sólido, y no rayado, justo a la altura del valor 2.2. Si no fuese así podéis modificarlo a través del menú OSD o del controlador de la tarjeta gráfica para ver en qué medida se desplaza esa zona sólida a lo largo de las barras de color, pero lo ideal es no separarse demasiado del valor de referencia. Un buen indicador del rango en el que nos podemos mover antes de que las imágenes comiencen a degradarse son los valores gamma 1.8 y 2.5. El mejor resultado deberíamos obtenerlo en un valor cercano a 2.2 y dentro de este rango.
La saturación de blancos
La saturación es un concepto que nos indica la intensidad o pureza que tiene un color determinado. Este parámetro también puede manipularse, aunque no todos los monitores lo permiten. En aquellos que no contemplan esta posibilidad podemos introducir los ajustes necesarios actuando sobre el contraste y la corrección gamma.
La sección de Lagom LCD Test que puede ayudarnos a ajustar la saturación de blancos es White saturation. Como podéis ver, el patrón está formado por doce cuadros con cuadrículas más pequeñas con distintos tonos de blanco. El cuadro 200 es el más oscuro y el 254 el más luminoso. Nuestro objetivo es modificar el control de blancos, o, en su defecto, el contraste y la corrección gamma de manera que podamos ver todos los cuadros. El 254 solo podremos verlo de forma sutil, pero es completamente normal.
El desenfoque de movimiento
Este efecto se manifiesta bajo la forma de bordes poco definidos y halos cuando el panel muestra objetos que se desplazan rápidamente. Cuando aparece en un televisor mientras vemos una película puede ser molesto, pero si surge mientras jugamos es aún peor porque puede arruinar nuestra experiencia. El desenfoque de movimiento (motion blur) está asociado en gran medida al tiempo de respuesta. Si este último parámetro es lo suficientemente reducido apenas se producirá desenfoque. Y, afortunadamente, los monitores para gaming suelen tener un tiempo de respuesta muy bajo (de unos pocos milisegundos).
Aun así, algunos fabricantes de monitores incorporan en sus propuestas tecnologías diseñadas para minimizar aún más el desenfoque de movimiento procesando las imágenes. Normalmente los usuarios podemos activar y desactivar estas técnicas a nuestro antojo. Algunos monitores, incluso, contemplan varios modos que tienen un efecto ligeramente distinto en las imágenes. El reto al que debemos enfrentarnos no es otro que decidir cuál es la mejor opción: activar esta tecnología y seleccionar el modo de funcionamiento apropiado, o desactivarla.
Lagom LCD Test no incorpora una herramienta diseñada para ayudarnos a lidiar con el desenfoque de movimiento en nuestro monitor, pero en Internet podemos encontrar decenas de utilidades que pueden resultarnos de ayuda. Una de ellas es Blur Busters Motion Tests, una web muy sencilla diseñada para identificar las características de nuestro monitor y mostrar en la pantalla simultáneamente varias animaciones con diferente cadencia de imágenes (120 FPS, 60 FPS, 30 FPS, 15 FPS, etc.). Lo único que tenemos que hacer es fijarnos en la animación que coincide con el refresco del panel de nuestro monitor y activar o desactivar el modo de procesado del desenfoque de movimiento para determinar qué opción nos ofrece las imágenes más suaves y definidas.
También puedes calibrar tu televisor
Si tienes tu PC conectado a un televisor para disfrutar tus juegos en pantalla grande (una práctica que cada vez es más habitual), o, sencillamente, usas una consola de videojuegos, te alegrará saber que el procedimiento de calibración de las teles no es muy diferente al que acabamos de aplicar a los monitores. Al fin y al cabo, el objetivo en ambos casos es ajustar parámetros como el contraste, el brillo, la temperatura de color o la curva gamma para que el panel dé lo mejor de sí mismo. Si quieres ponerlo en práctica puedes echar un vistazo al artículo de calibración general de televisores en el que lo explicamos detalladamente, y que tienes enlazado aquí mismo.
No obstante, si elegimos un televisor para jugar es importante que prestemos atención a dos parámetros que pueden tener un impacto muy grande en nuestra experiencia: el tiempo de respuesta del panel y la latencia de entrada. Con el primero de ellos no tenemos margen de maniobra porque es una característica inherente al panel y la electrónica, pero, afortunadamente, sobre la latencia de entrada sí podemos actuar porque la mayor parte de los televisores relativamente modernos incorpora un modo para juegos que desactiva buena parte del procesado de las imágenes, y, gracias a esta estrategia, consigue reducir la latencia.
Si no tienes del todo claro qué son el tiempo de respuesta y la latencia de entrada y te apetece conocer con detalle cuáles son las características que debe tener un televisor para que rinda bien con los juegos, te sugiero que eches un vistazo al artículo que tienes enlazado aquí mismo. En él indagamos con bastante profundidad en este escenario de uso de los televisores. Y, quién sabe, quizás pueda resultarte útil.
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