En 2018 Facebook vivía una de sus peores pesadillas con el escándalo Cambridge Analytica. Los afectados por el robo de datos fueron 50 millones de personas —perdón, no, fueron 87— se veían privados así de su privacidad en esta red social, pero aquello fue solo una gota más (luego vendrían otras) de un vaso que lleva tiempo colmado.
De hecho la batalla por la privacidad parece virtualmente perdida desde hace años. Nos hemos acostumbrado a sacrificar ese apartado a cambio de obtener acceso gratuito a todo tipo de servicios. Puede que nos quejemos una y otra vez de esa recolección de datos, pero lo cierto es que los pocos intentos de quienes intentan devolvernos el control acaban en fracaso. Y si no, mirad a Neeva.
En 2021 la empresa nos sorprendía a todos con una propuesta singular: un buscador sin publicidad que costaría 6 euros al mes. La idea era simple. Quizás si pagásemos por el producto no seríamos el producto. La búsqueda de la privacidad se convertía en este buscador en una de sus máximas, algo sorprendente porque además quienes desarrollaron este buscador provenían precisamente de Google.
El pasado 20 de mayo sus responsbales anunciaban un cambio de rumbo radical. Abandonaban su propuesta original y dejaban atrás el objetivo de crear un buscador que compitiese con Google. Las palabras de sus fundadores eran reveladoras:
"Una cosa es crear un motor de búsqueda y otra muy distinta convencer a los usuarios habituales de la necesidad de cambiar a una opción mejor".
Quizás en esa aclaración habría que añadir algo importante: lo difícil no parece tanto convencer a los usuarios de que que puede haber una opción mejor. Lo difícil es que paguen por una opción mejor, o que al menos lo era en ese tratamiento de la privacidad.
Aún así, explicaban, "contrariamente a la creencia popular, convencer a los usuarios para que pagaran por una experiencia mejor era en realidad un problema menos difícil que conseguir que probaran un nuevo motor de búsqueda en primer lugar". Las dudas sobre la apuesta por la privacidad como bastión del proyecto se reflejaron cuando el propio Sridar Ramaswamy hizo aquella analogía cuando le entrevistamos hace unos meses:
"La privacidad, por desgracia, es como hacer ejercicio: todo el mundo está de acuerdo en que debe hacerlo, pero el número de personas que realmente lo hacen es pequeño. Necesitamos esa diferenciación con Google".
Es duro decirlo, pero la realidad es que Neeva no ha logrado convencernos de que hagamos ejercicio. La empresa ya avisó de que el foco había cambiado a principios de año: creaban Neeva AI para reforzar y añadir contexto a los resultados de búsqueda.
El discurso cambiaba ligeramente entonces, y ahora lo hace completamente. La nueva Neeva, indicaban en el anuncio, "cambia a un nuevo enfoque", que teóricamente son los modelos LLM —como ChatGPT— y una probable (según The Information) adquisición por parte de SnowFlake, una empresa que trabaja en proyectos en la nube.
Y ahí está lo interesante (y también quizás triste) de esta realidad. Es ciertamente difícil que los usuarios usen otro buscador, y es ciertamente difícil que paguen por uno aunque prometa ser mejor y cuidar nuestra privacidad.
Y sin embargo, mirad a ChatGPT.
Los usuarios nos hemos lanzado de lleno a usarlo. Puede que a pesar de sus errores sea mejor en ciertos apartados, pero como sucede con Google, ChatGPT no es precisamente un desarrollo que destaque por cuidar nuestra privacidad. Su poca previsión en este apartado hizo que Italia lo prohibiese temporalmente y que otros países de la UE —España incluido— comenzasen a investigarlo precisamente por este problema.
Pero a pesar de todo ello, ChatGPT es gratis. Al menos lo es en su versión estándar, la basada en el modelo GPT 3.5. Luego uno puede suscribirse a ChatGPT Plus para poder disfrutar del mejorado GPT-4, aunque hay alternativa clara aquí: usar Bing Chat con ChatGPT, que también está basado en ese nuevo modelo.
El auge de estos modelos ha sido arrollador: ni Instagram ni TikTok crecieron tan rápido como ChatGPT, que en apenas dos meses alcanzó los 100 millones de usuarios. El fenómeno fue (y es) absolutamente viral, algo que Neeva no consiguió a pesar de su interesante propuesta.
Una que, eso sí, quizás no usó el gancho adecuado. La privacidad, parece, no nos importa tanto.
No si nos cuesta 6 euros al mes.
Imagen | Xataka con Midjourney
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