"En mi vida, he visto dos demostraciones de tecnologías que me han parecido revolucionarias", comentaba Bill Gates en una reciente reflexión en su blog. La primera, comentaba, fue la de la interfaz gráfica de usuario que dio lugar a Windows.
La segunda la presenció el año pasado, cuando un equipo de OpenAI le demostró a Gates la capacidad de ChatGPT. Meses después la frenética evolución de soluciones basadas en inteligencia artificial generativa ha confirmado lo que él ya tuvo claro entonces: este, dice, es el inicio de la era de la IA.
Gates lleva años dedicándose a la filantropía, y según él, la inteligencia artificial es capaz de reducir "algunas de las peores desigualdades del mundo". Entre ellas, comentaba cómo gracias a esta disciplina será posible salvar la vida de los niños que sobre todo mueren en países pobres por enfermedades curables como la diarrea o la malaria.
El cofundador de Microsoft, que ya había hablado del impacto potencial de esta tecnología, apuntaba a otras muchas áreas en las que la inteligencia artificial puede ser toda una revolución, y afirmaba lo siguiente:
"El desarrollo de la inteligencia artificial es tan fundamental como la creación del microprocesador, el ordenador personal, internet y el teléfono móvil. Cambiará la forma en que las personas trabajan, aprenden, viajan, reciben atención sanitaria y se comunican entre sí. Industrias enteras se reorientarán a su alrededor. Las empresas se distinguirán por lo bien que lo utilicen".
Entre los campos en los que espera avances notables gracias a la IA está la educación —mencionaba específicamente las matemáticas—, el cambio climático, la propia mejora de la productividad en el trabajo —aquí nos recordaba la reciente presentación de Microsoft 365 Copilot—, o la sanidad, donde espera particulares hitos en el descubrimiento de nuevas vacunas o medicamentos, y también en la detección de enfermedades.
Superinteligencias artificiales a la vista
Sin embargo, Gates también dedicaba un apartado de su reflexión a hablar sobre los riesgos y problemas que plantea la inteligencia artificial. Los errores actuales al dar respuestas, eso sí, no le preocupan: "creo que los veremos corregidos en su gran mayoría en menos de dos años, y posiblemente mucho más rápido".
Para él uno de los riesgos es un mal uso de la tecnología, y aquí afirmaba cómo "los gobiernos deben trabajar con el sector privado para limitar los riesgos".
También mencionaba cómo las inteligencias artificiales podrían funcionar sin control. "Las inteligencias artificiales superinteligentes están en nuestro futuro", explicaba, y podrían "ser capaces de establecer sus propios objetivos". Sin embargo, añadía, "ninguno de los avances de los pasados meses nos han acercado sustancialmente a la inteligencia artificial fuerte".
De hecho, añadía, la IA aún no controla el mundo físico y no puede establecer sus propios objetivos. Para él, "para sacar el máximo partido de esta nueva y extraordinaria tecnología, tendremos que protegernos de los riesgos y extender sus beneficios al mayor número posible de personas".
Gates advertía de cómo además es probable que lo normal es que las empresas se centren en productos y servicios de inteligencia artificial que ayuden a los más desfavorecidos, y que el peligro es que se centren en mercados desarrollados. Por eso pide que los gobiernos trabajen en reducir esas desigualdades y que la IA se centre en los mayores problemas del planeta. Su frase final es clara:
"La era de la inteligencia artificial está llena de oportunidades y responsabilidades".
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