Aquí tenemos otra aplicación muy interesante para los cascos de realidad virtual, consistente en transportarnos a otros lugares en tiempo real, gracias a la visión de unos ojos de robot que se mueven al tiempo que lo hace nuestra cabeza. Podríamos ganar presencia en otros lugares y mejores comunicaciones, al sentirnos más integrados.
El nombre del conjunto se llama DORA - Dextrous Observational Roving Automaton -, y ha nacido para ser nuestros ojos en la distancia. El robot ha sido construido por la Universidad de Pensilvania, y al otro protagonista, Oculus Rift, creo que lo conocemos bien.
No solo mueve el cuello, también se desplaza
DORA es un busto robótico con un par de cámaras, un brazo robótico que hace las veces de cuello, una plataforma deslizante para ganar en amplitud de movimientos, y bajo todo ello, cuatro ruedas motorizadas que le permiten moverse por los entornos. En el vídeo no vemos esta última parte, pero sí podemos conocer con claridad el funcionamiento principal del proyecto:
No es la primera vez que vemos robots deambulantes con cámaras y pantallas integradas, que permiten una “telepresencia” o comunicaciones más integradas, pero sí es la primera en la que tenemos a un casco de realidad virtual y un robot como ingredientes. Digamos que es un paso evolutivo importante en el mundo de las florecientes cámaras web con ruedas o sistemas motorizados.
La "inmersión" que pueden conseguir sus movimientos y cámaras estereoscópicas nos invitan a pensar en aplicaciones como paseos por museos como El Prado, visitas a la Capilla Sixtina, o pasarnos a entornos laborales, como las oficinas donde tenemos una reunión, o situaciones donde debemos supervisar algo sin tener el peligro de estar allí.
El robot ha sido creado por cuatro personas, dos de ellos estudiantes, y con él pretenden ganar la competición de robots que la semana que viene realiza Intel y la Universidad de Cornell en Florida. Allí se las tendrá que ver con otros 20 proyectos que quiere conseguir la fama, y los 10.000 dólares de premio. Creen que DORA puede ser una realidad en dos años, con un precio estimado de 2.000 dólares.
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