Las redes sociales primero nos conquistaron con el texto (Facebook, Twitter) y luego lo hicieron con las imágenes y los vídeos (Instagram y TikTok). Hay quien habla de una revolución pendiente: la del audio, y en esa carrera es en la que se sitúa una nueva y sorprendente red social llamada Clubhouse —no esa Clubhouse, otra distinta—.
La plataforma ha logrado captar ya a más de un millón de usuarios en menos de un año, y lo ha hecho solo haciendo uso de sus voces, porque en Clubhouse la conversación está dominada por mensajes de voz (efímeros) de sus usuarios.
Así funciona Clubhouse
La aplicación partió de un proyecto previo de Paul Davison y Rohan Seth, que se unieron para crear Talkshow, una aplicación para crear podcasts de una forma sencilla.
Aquella idea no cuajó del todo, pero fue la semilla para la creación de Clubhouse, que aprovechaba y simplificaba esa característica de Talkshow que permitía que un invitado participara en un podcast. Clubhouse iniciaba su andadura en mayo de 2020 como una forma de que creadores de todo el mundo pudieran participar de una forma distinta a lo que otras redes sociales proponían.
La plataforma está en una fase preliminar en la que de hecho la única aplicación disponible es la de iOS; no hay app para Android.
Además de ello, la red social tampoco está abierta a todos los públicos, y de momento solo es posible acceder si otro usuario te invita.
La creación de contenido es muy simple en Clubhouse, donde te unes a los canales ("habitaciones", como en Discord) y hablas como si lo hicieras en una conversación telefónica. O eso o, claro está, escuchas a todo lo que han ido diciendo los demás, en un formato que evita tener que escribir y que lleva un poco más allá esa tendencia de los mensajes de voz que por ejemplo ya son muy populares en WhatsApp.
Cualquiera puede crear una nueva habitación o (intentar) unirse a alguna de las ya existentes: cada una de ellas tiene como título el tema inicial que se debate en esa habitación. Cada habitación cuenta con un moderador —la persona que la creó— y una audiencia.
Si quieres hablar debes "levantar la mano" y es entonces el moderador el que te da paso, ya que ese usuario es el que controla el debate en esa habitación. A partir de ahí el ritmo es el que vaya surgiendo a partir de los comentarios y de la actitud del moderador, cuyo papel es el que por ejemplo tendría un moderador de un foro de discusión o de un subreddit, pero "supervitaminado" por no tratarse ya de mensajes de texto sino de audio.
Como decía Austen Allred, cofundador de Lambda School, este tipo de plataforma es similar a Twitter hasta cierto punto, "pero el formato de audio es fascinante porque puedes tenerlo en segundo plano, no es un registro permanente (el contenido es efímero) y puede venir de distintas fuentes. La gente puede tener conversaciones de verdad, algo que no ocurre mucho hoy en día".
Las conversaciones que tienen lugar en Clubhouse no se graban ni se transcriben, y solo se almacenan durante el periodo en el que esa habitación y ese debate están activos.
Los términos de privacidad indican que solo en caso de una violación de los términos de uso se graban esos mensajes para una posterior investigación, pero por lo demás, aseguran sus responsables, el contenido es efímero y solo está accesible mientras la habitación y la discusión se mantenga activa.
Quienes son ya usuarios de esta plataforma hablan maravillas de ella y la observan como una potencial revolución a la hora de tener debates y discusiones sobre todo tipo de ámbitos.
Ese formato de acceso por invitación ha hecho además que usuarios convencionales se entremezclen con algunas de las grandes personalidades del mundo de la tecnología, la cultura o el espectáculo: Oprah Winfrey, Ashton Kutcher, Jared Leto, Chris Rock, Mark Cuban, Marc Andreessen o Felicia Horowitz han participado en conversaciones con otras celebridades, pero también con usuarios normales.
El fenómeno Clubhouse está por ahora muy restringido a Estados Unidos, donde se centra buena parte de la actividad de sus usuarios, pero el impacto ha sido claro, y muchos han sido los grandes medios que han analizado esta nueva red social en la que todo el mundo quiere estar.
La moderación sigue siendo el problema
Cuando Clubhouse se lanzó lo hizo con esa idea de dar a los moderadores el poder (y la responsabilidad) de gestionar cada una de las habitaciones en las que tenían el control. La idea parecía interesante, ya que planteaba una posible solución al enorme problema de filtrado y moderación que tienen muchas redes sociales.
Pocos meses después de su lanzamiento, no obstante, quedó patente que los mecanismos propuestos por Clubhouse no eran efectivos. En una conversación entre inversores de Silicon Valley en una de esas habitaciones se debatía sobre un problema que varios detectaban en esta industria: los periodistas tenían demasiado poder para investigar a todo tipo de empresas y perjudicar a los directivos y CEOS que las habían creado.
Taylor Lorenz, una periodista de The New York Times que había hecho un análisis muy positivo de Clubhouse al poco de lanzarse, acabó convirtiéndose en víctima de una serie de ataques de uno de los emprendedores e inversor de capital riesgo que había participado en la conversación, Balaji S. Srinivasan. La razón, una respuesta de Lorenz a una serie de mensajes de la que fue co-CEO de la startup de equipajes Away.
In light of recent issues on Clubhouse & harassment targeted at @taylorlorenz, I want to share some thoughts re how difficult it will be for CH to set up an effective moderation system -- in particular, how difficult it will be to protect women & other marginalized groups. /1
— Tatiana Estévez (@Tatiana_Estevez) July 3, 2020
Ese escándalo destapó las tensiones existentes entre los medios estadounidenses y las élites de Silicon Valley. Andreessen Horowitz —que ya había invertido 10 millones de dólares en Clubhouse en sus inicios y ahora ha incrementado esa inversión— se mostró como una firma con una forma de actuar aparentemente discutible en su relación con esos medios.
Ese fenómeno se une al de otros problemas como los comentarios antisemitas, y eso a pesar de que precisamente poco antes Clubhouse había puesto en marcha algunos mecanismos para informar de usuarios que acosaban a otros usuarios. La empresa anunció más medidas, pero el problema parece seguir presente y es una amenaza para su futuro.
De hecho moderar a usuarios en Clubhouse parece especialmente complicado: las búsquedas en texto facilitan la labor de seguimiento de la actividad de un usuario en el pasado, pero hacer lo mismo con mensajes de audio parece más complicado. En esta red social ni siquiera eso es factible: cuando un debate termina, los mensajes de audio desaparecen para siempre.
Será pues interesante ver cómo resuelve Clubhouse (si es que lo logra) un problema que está presente en cualquier red social de nuestros días —a pesar de que hay plataformas como Parler que trataban de ir en la dirección contraria— y que crece tanto o más que las redes en las que está presente.
Twitter contraataca con Spaces
Twitter lleva tiempo trabajando en ofrecer opciones similares a las que plantea Clubhouse. Su nombre es Spaces —su lanzamiento se produjo el pasado mes de diciembre—, y la idea es la integrar esta opción en Twitter como ya han hecho con Fleets.
Como en Clubhouse, Spaces permite que cada usuario pueda crear su "espacio" para luego moderarlo e ir dando voz a cada uno de los participantes de esos espacios.
La idea teórica es la de que estos espacios puedan servir como un canal en el que los usuarios puedan conversar, pero de forma que se eviten los participatnes tóxicos y los trolls.
Para ello Twitter proporcionaría distintas herramientas a los creadores y moderadores de esos espacios. Twitter ofrecerá acceso inicial a esta característica a usuarios que normalmente son más frecuentemente atacados en esta red social: las mujeres y la gente con perfiles que son habitualmente marginalizados.
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