El que piense que con la llegada de la muerte se acaba todo, está muy equivocado. Y no, no hablo de creer o no en la vida después de la vida, o en la reencarnación (eso ya que cada uno elija), sino de los perfiles de redes sociales que siguen activos aun después de meses o años de la muerte de sus propietarios - y no siempre para cosas positivas.
Se ha hablado mucho de qué ocurre con los perfiles de redes sociales cuando mueres, y de cuándo llegará el momento en que el número de usuarios muertos en Facebook supere al de los vivos. Pero hay un punto que se escapa en todos esos artículos, y son los perfiles de redes sociales que quedan a merced de hackers, ciberdelincuentes, spambots... o que simplemente pasan a ser gestionados por otra persona - lo que personalmente creo que da un poco de grima.
Los perfiles de famosos, los más codiciados
Lógicamente, los perfiles más atractivos para los hackers a la hora de escoger víctima son los de personalidades famosas. Con poco o nulo respeto por la muerte del titular, no son pocas las cuentas de Twitter, por ejemplo, que han pasado a manos de un hacker y han acabado siendo escaparate de tuits publicitarios... o cosas peores.
Un ejemplo lo encontramos en la cuenta de Twitter de Peaches Geldof, periodista, modelo, presentadora de televisión - e hija de Bob Geldof. La joven murió en abril de 2014 de una sobredosis de heroína, con sólo 25 años. Pocos meses después, en su cuenta de Twitter, todavía activa, aparecía un tuit promocionando un método para "quemar grasas" junto con un enlace a Tumblr, para horror de su familia.
La cuenta sigue abierta hoy en día, pero con acceso restringido.
El spam es sólo uno de los destinos que pueden esperar al Twitter de una persona fallecida. Otro posible "uso" es el de convertir el perfil en un pornbot, como ocurrió con la cuenta de David Carr, un famoso reportero del New York Times fallecido repentinamente a los 58 años en febrero de 2015. El pasado mes de mayo, su medio millón de seguidores recibieron incrédulos el siguiente tuit del periodista desaparecido:
Por suerte, el equipo de Twitter fue rápido y no tardaron en recuperar el acceso a la cuenta del periodista, aunque de nuevo se escucharon críticas a la red social por la falta de una función que permita mantener cuentas de personas fallecidas online, a modo de homenaje, pero sin posibilidad de accceso. La cuenta de Carr sigue online, pero sin actividad desde febrero de 2015.
El caso más reciente de cuenta-de-famoso-hackeada nos llega de hace apenas dos días, y tiene como víctima al integrante de los Beatles George Harrison. La cuenta del músico, gestionada por los administradores del legado de la banda, sufrió el ataque de un hacker que se limitó a hacer publicidad de sus servicios como asesor de seguridad online en la bio del perfil.
Parece ser que el hacker en cuestión no sabía que George Harrison difícilmente podría enviarle un DM desde su tumba, y alguien tuvo que aclarárselo. Nada más enterarse, @j5zlol se apresuró a pedir perdón (desde la cuenta del propio Harrison, lo cual tiene su guasa).
Obviamente, uno podrá decir "¿Pero cómo podía tener George Harrison una cuenta de Twitter, si murió antes de que Twitter existiera?". Bueno, aparentemente estar vivo tras el lanzamiento de Twitter no es un requisito imprescindible para tener cuenta en la red social, y varios miles de seguidores. Por ejemplo, hoy en día puedes seguir las cuentas activas de Albert Einstein, el rey Enrique VIII, Edgar Allan Poe o Marilyn Monroe, por nombrar a unos pocos.
¿Cuentas de Facebook de gente muerta? ¡Ideal para publicidad!
Pero, ¿qué ocurre en el caso de personas que no son famosas? Bien, pues ellas tampoco se libran. Pueden no ser tan atractivas a primera vista, pero también pueden caer en manos de hackers que no guardan ningún respeto por la memoria de los fallecidos.
Un caso así es el que explicaba este chico en 2014 en The Daily Dot, donde contaba que un compañero de trabajo suyo que empezó a seguirle en Twitter después de haber muerto. La cuenta se había convertido en una especie de spambot capaz de comenzar a seguir cuentas nuevas - incluso la de aquellas personas que realmente conocían al fallecido. La cara de este chico al recibir el mensaje de "Nuevo seguidor" de Twitter debió de ser todo un poema.
Hasta ahora hemos hablado mucho de Twitter, pero Facebook tampoco se libra. Un vistazo rápido a la sección de Ayuda en Facebook nos devuelve docenas de mensajes de usuarios, con amigos o familiares fallecidos cuyos perfiles de Facebook han caído en manos de hackers. Casos como cambios en las fotos de perfil o de cabecera, publicación de nuevas fotos en su perfil, o el uso de su imagen personal en anuncios de Facebook son quejas que se repiten con frecuencia.
"Mi amiga Kayla falleció en noviembre de 2012" dice uno de esos mensajes. "Nunca eliminó su cuenta de Facebook, y ésta estaba intacta hasta hace tres meses, que empecé a recibir notificaciones de un tal Khaleel Mohammed comentando en posts que había escrito sobre Kayla en el pasado y donde la había etiquetado. La etiqueta enlazaba a su perfil, pero éste ha sido totalmente modificado por Khaleel. Sus fotos siguen ahí, pero toda la página está en otro idioma, con el nombre y la foto de perfil cambiados. La cuenta publica cosas de spam con miles de comentarios. Los comentarios de Khaleel que nos llegan del Facebook de Kayla a sus familiares y amigos son muy molestos y perturbadores..."
Hay vida (online) después de la muerte
Por suerte, hay cuentas de redes sociales que sobreviven a sus propietarios originales de forma bastante más honrosa que convertirse en un nido de spam y de anuncios de dietas o sexo. Tal es el caso, por ejemplo, del crítico de cine ganador de un Premio Pulitzer Roger Ebert, fallecido en abril de 2013, y cuya cuenta sigue activa en manos de su viuda, Chaz.
Ebert llevaba más de 10 años luchando contra el cáncer cuando le pidió a su mujer que se convirtiera en la administradora de su legado digital cuando él ya no estuviera. Unas semanas antes de su muerte, le hizo prometer que mantendría sus perfiles de Facebook y Twitter abiertos, que los actualizaría con frecuencia y que escribiría mensajes personales.
"Roger tuiteaba como un adolescente", dice su viuda. "Era un gran comunicador, y tras perder su voz física por la enfermedad, quiso mantener su voz online viva. Para él era importante comunicarse con sus lectores, y confió en mí para continuar esa conexión". Algo que, por cierto, es una excepción a la norma, puesto que ni Twitter ni Facebook permiten el acceso a la cuenta de una persona fallecida - ni siquiera a sus familiares.
Dicen que uno no muere del todo mientras haya alguien que lo recuerde, y en eso los famosos nos llevan ventaja al resto de los mortales (y no, no va con segundas). Un gran ejemplo de esto es Paul Walker, el malogrado actor muerto en un accidente de coche en 2013. Su perfil de Twitter ha pasado a estar gestionado por la fundación que lleva su nombre, y se mantiene totalmente activo, para alivio de sus dos millones y medio de seguidores.
Lo mismo sucede con el perfil de Twitter de Michael Jackson que, casi siete años después de su muerte, sigue publicando tuits con bastante regularidad. De hecho, si nos fijamos en la fecha de creación de la cuenta, ésta apunta a julio de 2009 - un mes después del fallecimiento del artista - así que ya fue creada como "cuenta homenaje" desde un principio, una función que, al contrario de Facebook, Twitter no ofrece para sus usuarios fallecidos.
Lo mejor: preparar el testamento
Como decía al principio, muchos ya conocen las herramientas que algunos servicios online y redes sociales ponen a nuestro alcance para dejar todo listo cuando llegue el momento. Google, por ejemplo, cuenta con el llamado "Administrador de cuentas inactivas", mientras que Facebook permite convertir perfiles de personas fallecidas en páginas conmemorativas.
Sin embargo, como para tantas otras cosas, lo mejor es ser precavido y prepararse para estas cosas, aunque dé un poco de yuyu. De alguna manera, dejar todo listo en el lado digital de nuestras vidas para cuando nosotros ya no estemos es una forma de seguir vivos, de no morir del todo porque siempre habrá quien nos recuerde gracias a un tuit o una foto.
Existen multitud de servicios que permiten gestionar la "herencia" de cuentas y perfiles en servicios online, y además dejar mensajes que sólo se enviarán cuando hayas fallecido. Por ejemplo, Deadsocial, Afternote, Knotify, Capsoole o Eter9, que llega a crear un clon nuestro basado en inteligencia artificial para que siga actualizando nuestros perfiles de redes sociales cuando nosotros hayamos pasado a mejor vida. Inquietante, cuanto menos.
Lawrence Darani, usuario de uno de estos servicios, explicaba así su experiencia a The Guardian: "Cuando estaba ahí mirando a la cámara [grabando el vídeo que sería enviado al morir él], pensé, Dios mío, no estoy sólo hablando a mis hijos. Estoy hablando a mis nietos, y a todas mis generaciones de los próximos años. Estará siempre ahí, en la nube. Hay algo reconfortante en eso. Puedes asegurarte de que la esencia de lo que eres permanece en Internet. Puedes vencer a la muerte".
En Xataka | Cómo el mundo de la tecnología se enfrenta al último gran problema humano: la muerte
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