¿Tienes una cuenta secreta en alguna red social? Pues no eres el único. Algunos de los famosos que sigues tienen cuentas secundarias. Además, esta práctica parece estar cada vez más de moda entre personas comunes y corrientes. Las razones varían, pero principalmente van desde la vergüenza a querer desahogarse sin que los conocidos nos lean, pasando por el miedo a que los pensamientos personales, ideologías o hobbies no relacionados con la propia actividad laboral influyan en la opinión que tienen otros de ti.
Hay bastantes ejemplos mediáticos del fenómeno. Por ejemplo está James Comey, ahora exdirector del FBI, que reconoció él mismo en una conferencia sobre inteligencia y seguridad nacional que tenía cuentas secretas en Twitter e Instagram solo para familiares y amigos cercanos.
Otro caso es el de Adele, quien dice tener una cuenta secundaria en Twitter porque sus representantes no le tenían permitido publicar en su propio perfil sin supervisión (por si decía cosas inapropiadas estando borracha).
También tenemos a Jim Parsons, Sheldon Cooper en The Big Bang Theory, que se mueve en otra cuenta con un seudónimo según declaraciones para "leer sobre deportes y política, y para dirigirse a deportistas famosos sin que sepan quién es".
Pero el asunto no se queda en personajes que tienen una reputación que mantener o una claramente sensible intimidad. En realidad, en los comunes mortales también se está poniendo de moda esta particular forma de compartimentar la vida privada. En Xataka nos hemos puesto en contacto con algunas personas que siguen esta práctica para preguntarles sus propios motivos:
Vicente Malonda, Barcelona.
"Me hice la cuenta Twitter con mi nombre en 2017 para empezar a trabajar mi marca personal a nivel profesional, como farmacéutico y gestor de proyectos digitales del sector sanitario".
Antes de esta, Vicente ya tenía una cuenta en Twitter desde el 2011, pero bajo el nombre de su blog, que no se relaciona directamente con su identidad real. En ella habla de todos aquellos temas no profesionales que le interesan: psicología, humor, política, economía, cine, música... "La razón de la separación de las cuentas es, primero, porque sé que al público que me sigue por un lado no le interesa el otro, una pura cuestión de segmentación. Esa es la razón principal, pero hay más. En las cuentas de mi blog personal me permito un toque más humorístico y sin filtros que en mi cuenta profesional, en la que me contengo algo más".
Nos cuenta que, por desgracia, en el mundo sanitario todavía hay cierta resistencia a mostrar un tono más cercano y divertido como el que usa en los perfiles no personales. Además, para seguir o comentar temas más polémicos de política o actualidad, prefiere hacerlo desde el perfil que no está a su nombre.
"Es donde suelo hablar de temas sociales y políticos. No solo porque desde esas cuentas sigo perfiles de ese estilo, sino porque no me interesa desviarme de temas profesionales en mi cuenta personal. He visto más de una vez cómo profesionales, por opinar sobre temas políticos y sociales, son etiquetados desde ese momento según sesgos ideológicos, y a veces queda su trabajo empañado o en un segundo plano. Es como si no fuera posible valorar a alguien por su labor profesional independientemente de sus opiniones sociales o políticas".
Adjona Rodriguez, Santa Cruz de Tenerife
"Yo tengo una cuenta secundaria y, además, con candado en Twitter, porque quiero un espacio donde poder desahogarme de una forma más directa con un grupo reducido de gente".
Adjona dice que siente que muchas cosas que pensamos en ciertas situaciones no las decimos de cara al público. Tiene la cuenta privada enlazada en la descripción del perfil público, pero no acepta a cualquiera y así se asegura de tener intimidad.
"Nos abrimos en un entorno más cerrado y a gente que consideramos de confianza. Ese es el uso que yo le doy a mi cuenta más personal: me muestro más personal (válgase la redundancia), más directo, más desnudo —metafóricamente hablando—. No me preocupa que se conozca la existencia de esa cuenta porque, personalmente, no creo que publique nada en ella que perjudique mi reputación, ni me da vergüenza que se sepa, pero aún así prefiero separarlo".
Juan Giménez, Elche
"Yo siempre he separado en mis redes el Juan Giménez 'persona' del Juan Giménez 'marca'", comenta. Juan es fotógrafo y tiene dos perfiles en Instagram, uno para su vida y otro para su trabajo. "Lo hago pensando en que cuando una marca llegue a mi perfil interesada en ver mi trabajo para una posible contratación no se encuentre con una foto cenando con mis amigos o dando un paseo con mi novia".
Afirma que Instagram hoy en día actúa en forma de portafolio online al igual que pudiera ser una web, pero donde se puede llegar a muchas mas personas.
"Mezclarlo todo me limitaría mucho a la hora de subir el contenido que subo a mi perfil personal —que para mi funciona un poco a modo de bitácora donde contar mi día a día—, simplemente para mi son dos personas diferentes y tienen que estar separados".
Alicia Pérez, Sevilla.
"Me hice una cuenta alternativa de Instagram y la tengo privada. Es difícil que me siga nadie, pero tampoco es algo que me importe, porque me la hice para subir fotos un poco más 'al natural' donde que no me importe que se vea un poco más de piel, aunque sin caer en lo vulgar o enseñar más de la cuenta. Esta es la pública, creo que a dar la privada no me atrevo".
Comenta que en su cuenta normal no subiría fotos así porque tiene personas que no conoce; o que sí conoce, lo cual es peor.
"No quiero tener que leer ciertos comentarios, que por desgracia sabemos que podemos leer, porque en el momento que expones algo queda en manos de la opinión pública. Además, tengo a toda mi familia y me da apuro (aunque me hayan visto crecer)".
Anónimos aún más anónimos
Por otro lado, nos hemos encontrado con otros perfiles todavía más privados, en el que no hay una cuenta que sí use un nombre real completo o se relacione con la persona. Es el caso de Lils, único pseudónimo por el que me permite llamarla. Es de Mar del Plata, Argentina. Y cuenta que hace ocho años que tiene esta cuenta principal.
"La 'oficial' es esta por la que estamos hablando, pero a lo largo de los años fui acumulando bloqueos de figuras y no tan figuras, así que muchas veces me quedo sin poder leer cosas que otros comentan por estar bloqueada. Así, el año pasado me hice una cuenta soporte solo para leer, no participo ni tuiteo con ella, pero no te la puedo dejar publicar porque entonces pondría fácil que me la bloqueen también".
O Alice, de algún lugar de Colombia, que no me permite ni tan siquiera decir su cuenta buena, o mala, ninguna directamente. "Sí, tengo dos cuentas en Twitter y tres en Instagram. En las otras cuentas escribo en inglés, para ser menos reconocida por algunas personas". Para Alice, por qué tiene otras cuentas alternas a las originales es una pregunta un tanto complicada:
"Hay ocasiones de que simplemente quieres liberarte emocionalmente o decir lo que piensas sin el miedo del qué te dirán. Básicamente ahí puedo escribir lo mal que me siento sin el miedo a que personas de mi alrededor se preocupen por mi. Tengo amigos que me siguen, he llegado a publicar cosas que les han preocupado mucho y no me gusta. Al ya no querer enseñar mis tuits depresivos decidí crearme otra cuenta donde ellos no me reconozcan. No puedo hacer pública esta confesión a nombre de ninguna cuenta porque entonces pondría en alerta a mis amigos".
Como se puede observar por los testimonios expuestos, las razones varían tremendamente de persona a persona. No obstante, quizá se pueda apreciar un patrón respecto a la sensación de libertad que parece reportar el dividir la vida privada en fracciones más pequeñas para hacerla, precisamente, más privada.
Imagenes: Xan Griffin | Freestocks | María Shanina | John Noonan
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