La película de Seinfeld para Netflix no es una rareza, sino todo lo contrario: las crónicas de éxitos empresariales están de moda

Kellogg's vs. Post: una guerra empresarial que marcó los desayunos de los años sesenta en Estados Unidos

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Jerry Seinfeld, el mítico cómico que protagonizó y coescribió la que muchos consideran la mejor sitcom de la historia, estrena esta semana en Netflix una momentánea salida de su retiro audiovisual (el comediante sigue activo, aunque desde luego no bajando al barro de los stand-ups en locales pequeños, pero sí haciendo espectáculos de audiencia y alcance millonarios). Y lo ha hecho con algo que muchos pueden considerar una extravagancia sin sentido: una crónica de cómo Kellogg's ganó la batalla de los cereales.

Pongamos en contexto su argumento: 'Seinfeld' da vida al ficticio Bob Cabana, un ejecutivo de la empresa Kellogg's en los sesenta: él y una socia crean la Pop Tart para vencer a su compañía rival, Post. Como un castillo de naipes que se derrumba, la industria del desayuno se vuelve contra ellos por eliminar la leche del desayuno, y se desencadenan una serie de decisiones empresariales con personajes extravagantes que en muchos casos hacen perfecta justicia a ese slogan, también muy vintage, de "increíble pero cierto".

Habrá que ver cómo le funciona el resultado a Netflix (que ha invertido un auténtico dineral en el comediante, ya que no solo tiene completa su mítica 'Seinfeld' y su proyecto personal 'Comedians in Cars Getting Coffee', sino que también se puede ver en su catálogo el documental 'Jerry before Seinfeld' y el especial de comedia '23 Hours to Kill'), aunque de momento las críticas están siendo tibias. "No es una buena película, no es una película divertida, pero si ves las tres primeras horas en Netflix y luego la pones en pausa, te darás cuenta de que, de alguna manera, sólo ha pasado una hora", dicen en The Wrap.

El biopic industrial

Estamos viendo una tendencia desde hace meses que ha plagado cines y plataformas en 2023, y a la que esta 'Sin edulcorar' se plega sin problemas: las crónicas de éxitos y fracasos empresariales, no necesariamente de temas tecnológicos (como aquellos ya lejanos biopics de Steve Jobs), sino abriéndose a todo tipo de temáticas. Hemos conocido la guerra de licencias de 'Tetris', las peripecias con el calzado deportivo de Nike en 'Air', hasta extravagancias alimentarias como 'Flamin'Hot: La historia de los Cheetos picantes'. También hemos visto, ya en un punto intermedio entre el cotilleo y el true crime, crónicas de los horrores de la industria tech como 'Super Pumped: La batalla por Uber'.

'Sin edulcorar' se distancia de todas ellas por el enfoque abiertamente satírico que propone Seinfeld, que sitúa la acción en la década de los sesenta y en algo aparentemente tan ridículo como los grandes conflictos de las compañías de cereales por controlar los desayunos del país. La muy publicitada aparición de Hugh Grant como Tony, la mascota de Frosties, es buena prueba de ello. Lo que no hace ninguna de la última hornada de crónicas empresariales (qué lejos quedan los tiempos de 'La red social') es incidir en el lado más despiadado de estas grandes compañías, o usar estas biografías como una crítica al deshumanizante sistema económico del que solo son piezas.

Por ejemplo, 'Sin edulcorar' no hace ninguna mención a la turbia preocupación de su fundador, John Harvey Kellogg, por la "degeneración racial", que le llevó a crear un registro de eugenesia y varias Conferencias Nacionales sobre la Mejora de la Raza. Por eso 'Tetris' no hablaba de la infecciosa calidad del juego, sino de una guerra de derechos, y 'Air' es un despiadado retrato de cómo se consigue una licencia millonaria. Desde luego, no el más humanista de los subgéneros del biopic, pero mientras funcione, ahí tendremos producciones como 'Sin edulcorar'.

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