Esta semana se cumple un año de la publicación en Xataka de un artículo titulado "Cada vez cuesta más comprender hacia dónde va el iPad". En él hablábamos de lo confusa que era la familia iPad dentro de Apple, los sinsentidos varios que había en ella y lo difusa que era esta apuesta: mientras que es muy fácil entender hacia dónde va el iPhone, el Apple Watch o los AirPods, el iPad es imprevisible.
Nada de eso ha cambiado. Al revés: se ha consolidado, y Apple ha añadido un detalle final para terminar de añadir complejidad a lo que rodea al iPad. Un tercer Apple Pencil, ahora con conector USB-C.
Recargado
Vamos por partes.
El nuevo Apple Pencil es un parche para un problema que pudo evitarse. Apple mantuvo Lightning en al menos uno de sus iPad hasta 2022, cuatro años después de que llegase USB-C al primero. ¿Por qué tan tarde? Parecía claro entonces que el futuro se encaminaba hacia USB-C, y así ha sido. Alargar cuatro años la transición solo trajo problemas.
Problemas como que aquel Pencil de segunda generación, muchísimo mejor diseñado (sobre todo por su carga) que el primero, no ha servido para los iPad que han llegado tras él, solo para algunos. Eso ha obligado a mantener con vida el primer Apple Pencil, ese que tanto espanto visual ha producido. Si la apuesta por USB-C en el iPad hubiese sido contundente, esto no había ocurrido.
El nuevo Apple Pencil llega un año tarde. El iPad 2022 se ha pasado un año diciendo a sus usuarios que querían un lápiz para dibujar, anotar o firmar que tenían que usar el de primera generación, y para cargarlo un adaptador, ya que sus conectores no coincidían.
Asumiendo que es un parche necesario para corregir las malas decisiones del pasado, no tiene sentido que este periférico haya necesitado un año para llegar.
Comprar un Apple Pencil debería ser lo mas sencillo del mundo, pero es complejo. Si hay un accesorio llamado a la simplicidad es el Apple Pencil. Suena razonable que solo deba haber uno. Si acaso, dos: uno más económico para quien quiere hacer un uso más básico, como anotaciones, y otro más avanzado para ilustradores y artistas que requieren más precisión y funciones extra.
Pero hay tres. Y lo que le dirá al comprador cuál le interesa será más a menudo la compatibilidad, excluyente, que las funciones de uno u otro.
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Apple pencil 1ª gen. |
apple pencil 2ª gen. |
apple pencil usb-c |
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Sensor de presión |
✅ |
✅ |
❌ |
acople magnético |
❌ |
✅ |
✅ |
carga y emparejamiento magnéticos |
❌ |
✅ |
❌ |
puntero flotante |
❌ |
✅ |
✅ |
doble toque para cambiar de herramienta |
❌ |
✅ |
❌ |
grabado gratuito |
❌ |
✅ |
❌ |
conector |
Lightning |
- |
USB-C |
compatibilidad |
iPad con Lightning de 2015 en adelante. |
Todos los iPad con USB-C salvo el iPad 10ª generación. |
Todos los iPad USB-C. |
precio |
119 € |
149 € |
95 € |
Esto nos lleva al punto anterior: si Apple hubiese apostado de verdad por USB-C en el iPad sin escalonar la transición durante tantos años, esto no ocurriría.
El pasado no puede modificarse, pero sí subsanar sus consecuencias. ¿De qué forma? Quizás empezando por simplificar toda la familia iPad, que parece el catálogo resultante de querer contentar a demasiada gente. No se trata de reducir catálogo porque sí. El mercado y Apple han cambiado, y no tiene sentido en 2023 pretender volver a los tiempos de un iPhone y un iPad al año.
Ahora bien, la familia actual tiene ciertas superposiciones. Estos son todos los iPad que Apple vende ahora mismo, y los precios que abarcan en sus distintas configuraciones (almacenamiento y conectividad).
28 precios distintos para más de 30 modelos, y sin contar las opciones de diferentes colores. No es que sea malo tener una gran variedad para el cliente, es que al cliente le resulta cada vez más complejo poder entender cuál es el que se ajusta a él.
Si ese fuera el único problema, o ese y el de los Pencil, tampoco sería la gran cosa. Pero iPadOS se ha convertido en una decepción cronificada para quien quiere hacer algo más con su iPad que consumir contenido multimedia, hacer anotaciones en documentos o ilustrar, incluso de forma profesional exclusivamente desde el iPad.
Para todo lo demás, el iPad no ha sido capaz de consolidarse como una alternativa real al Mac, porque todo lo que puede hacer, pese a las mejoras de los últimos años, sigue un peldaño por debajo. O varios.
Safari fue catapultado como navegador de escritorio, vimos llegar Final Cut, Logic y compañía; y fue implementado un modo de monitor extendido más allá del simple mirroring. Pero sigue detrás de un Mac para todo aquello que no requiera el trazado directo en pantalla.
Final Cut tiene compromisos difícilmente salvables para el profesional que lo use. Por ejemplo, tener que dejar abierta la aplicación ocupando toda la pantalla durante el renderizado. Un ejemplo de lo que ocurre en el resto de entornos: cumple, puede ser útil, pero es difícil entender por qué gastar ese dinero cuando un Mac (y más desde Apple Silicon) se va a desenvolver bastante mejor y no tiene las restricciones de iPadOS.
Un ejemplo para ciertos umbrales de precios: el iPad Pro de 12,9" con 2 TB, chip M2 y conectividad celular cuesta 3.024 euros. Por menos de 100 euros más podemos conseguir un Mac Studio con chip M2 Max (CPU de 12 núcleos y GPU de 30 núcleos), con 32 GB de memoria unificada y los mismos 2 TB de almacenamiento. Y macOS en lugar de iPadOS. Por supuesto que hay que añadir la pantalla y hablamos de un sobremesa frente a una tablet, pero la diferencia es clara.
Y así pasa la vida para el iPad. Añadiendo cada vez más modelos, más precios, hasta más Apple Pencil; pero no añadiendo novedades realmente interesantes a iPadOS o planteando más usos donde gane sentido como dispositivo, más allá de los mencionados.
Imagen destacada | Mukul Joshi en Unsplash.
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