En abril, dicen en Bloomberg, tendremos nuevos iPad Pro. Las tabletas de gama alta de Apple incorporarán novedades llamativas como un puerto Thunderbolt y una potencial pantalla mini-LED en el modelo de 12,9 pulgadas, pero, ¿será eso suficiente para competir con los nuevos MacBook basados en los chips M1?
Es una pregunta importante. El iPad ha evolucionado y ha querido ser cada vez más portátil, pero la aparición de los MacBook M1 arrincona especialmente al iPad Pro, que se actualiza pero que tiene virtualmente una única ventaja clara contra sus hermanos: su pantalla es táctil.
Al iPad le salva (sobre todo) que está pensado para ser tocado
En los últimos tiempos la renovación de los iPad ha sido interesante en hardware, pero lo ha sido mucho más en su software. El sistema operativo iOS y iPadOS se han "macosificado" y ha ido añadiendo características que hasta no hace mucho solo formaban parte de macOS.
Entre ellas destaca el soporte de ratón, pero también la llegada del explorador de archivos, el dock o los widgets que convierten a iPadOS en un sistema que lo acercan mucho a un sistema operativo de escritorio tradicional como macOS.
Eso ha permitido que el iPad se convierta en una máquina más preparada para producir y no tanto ya para consumir contenidos, y el inminente iPad Pro del que hablan en Bloomberg da un paso más en esa dirección, aunque esta vez con una mejora hardware interesante: la hipotética inclusión de un puerto Thunderbolt.
Eso permitirá que esta tableta se pueda conectar a más y mejores monitores externos y que otros escenarios para la transmisión de datos también aprovechen ese mejor ancho de banda de estas conexiones. Es un cambio que si se produce es desde luego interesante, pero la pregunta es, ¿será suficiente para que la gente compre un iPad Pro y no uno de los nuevos MacBook basados en chips M1?
Difícil competir con el MacBook M1 si quieres producir
Las cuentas no parecen salir: el actual iPad Pro de 12,9 pulgadas cuesta 1.099 euros en su versión básica con 128 GB de capacidad. El llamativo Magic Keyboard con trackpad para este modelo cuesta 399 euros, pero podemos conformarnos con el Smart Keyboard de 189 euros (sin trackpad, cuidado).
Es de suponer que el modelo básico del nuevo iPad Pro tenga un precio similar, lo que hará que si queremos aprovechar sus opciones de productividad compremos al menos uno de esos teclados, lo que hace que el precio ascienda a cerca 1.300 euros.
Uno de los nuevos MacBook Air con el chip M1 cuesta 1.129 euros en su versión básica con 256 GB de capacidad, teclado y trackpad incluidos, por supuesto. Un equipo que además está gobernado por macOS —un sistema operativo de escritorio completo y totalmente orientado a la productividad— pero que además permite ya instalar y utilizar todo tipo de aplicaciones de iOS.
Es cierto que el soporte de esas aplicaciones de iOS es de momento incompleto: no muchas están adaptadas para funcionar en un MacBook o un Mac mini con los chips M1. Algunas de sus prestaciones no se llevan bien con un paradigma de aplicaciones maximizadas a pantalla completa en los habituales formatos 16:10 de las pantallas de esos equipos, o no se pueden redimensionar las ventanas.
Sin embargo la mayor barrera es otra: en esos MacBook M1 las aplicaciones y juegos iOS, aunque funcionen, no se pueden "tocar". La pantalla de estos equipos no es táctil, así que todo ese software queda un poco "cojo".
Esa es la principal ventaja de los iPad hoy por hoy. En el caso de los iPad Pro, es la única realmente diferencial si estamos buscando una máquina con la que consumir pero también producir con soltura. Es una tableta fantástica, sin duda, pero la aparición de los nuevos MacBook M1 arrincona a estas tabletas convertibles.
De hecho resulta difícil recomendar el iPad Pro frente a esos MacBook, y es mucho más fácil que si alguien quiere una tableta de Apple vaya directamente al iPad estándar de 10,2 pulgadas o, como mucho, al iPad Air de cuarta generación, algo caro pero más solvente gracias a su Apple A14 Bionic.
El MacBook con pantalla táctil parece plausible
El iPad Pro por tanto está comenzando a convertirse en un producto con un futuro complicado: lo que le diferencia de los MacBook M1 lo podemos encontrar en un iPad normal, y los argumentos para elegir ese modelo superior son cada vez menos prácticos.
Son también cada vez más dependientes de una elección mucho más personal en la que uno simplemente quiere "el mejor iPad posible", aunque sus ventajas reales con el modelo estándar sean poco importantes en la práctica.
Será interesante por tanto ver cómo se comportan las ventas de ese hipotético iPad Pro, pero quien suscribe esto sigue preguntándose por qué Apple incluye soporte de aplicaciones y juegos de iOS en los nuevos MacBook de esa forma tan poco cuidada, algo impropio de la compañía de Cupertino.
La respuesta parece inevitable: que aparezcan modelos del MacBook con pantalla táctil en algún momento. Puede que eso no ocurra nunca, desde luego, pero todas las señales parecen plantearlo como un paso lógico para la evolución del MacBook.
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