El pasado viernes, un avión de Alaska Airlines que había partido de Portland, en Oregon, y que viajaba hacia la ciudad californiana de Ontario, perdió parte de su fuselaje en pleno vuelo. El incidente ocurrió aproximadamente 10 minutos después del despegue e involucró a un modelo de aeronave cuya familia ha estado en el punto de mira de la industria durante los últimos años. Estamos hablando de un Boeing 737 Max 9.
Afortunadamente, nadie resultó herido y el avión consiguió aterrizar sin mayores problemas en el aeropuerto de origen. Pero el incidente no pasó desapercibido. Las imágenes del hueco que quedó en el vehículo afectado dieron la vuelta al mundo, pero esto fue tan solo una parte de lo llegó a continuación: la Administración Federal de Aviación (FAA) dejó a los Boeing 737 Max 9 en tierra de un plumazo.
Una vez más, la reputación de Boeing en problemas
Lo sucedido el fin de semana en Estados Unidos se traduce en un nuevo golpe reputacional para Boeing, una de las empresas insignia del país ―y uno de sus mayores exportadores―. Es que el fabricante de aeronaves, que también es un contratista de defensa clave, vivió entre 2018 y 2022 una de las mayores crisis de su historia tras dos accidentes que involucraron a sus promocionados aviones Boeing 737 Max 8.
En muy poco tiempo, el avión más vendido de Boeing, una versión pensada para sustituir el Boeing 737 Next Generation que entre sus cambios introducía motores más grandes y un sistema de maniobras conocido como MCAS, dejó de ser utilizado en todo el mundo mientras se desarrollaba una investigación sobre lo sucedido y, sobre todo, para evitar posibles nuevos accidentes.
La mencionada crisis dejó un agujero millonario en Boeing, que después de un arduo trabajo implementó una serie de cambios, recertificó las aeronaves y estas volvieron a los cielos. Pero no sin que la sombra de engaños hacia la FAA y aerolíneas, así como cuestionamientos sobre los estándares de calidad y la cultura empresarial interna envolvieran a uno de los principales fabricantes de aviones del planeta.
El Boeing 737 Max 9 de Alaska Airlines tenía dos salidas de emergencia deshabilitadas
El Boeing 737 Max 9 como el de Alaska Airlines es una variante de la familia Max que puede transportar hasta 220 pasajeros, algo más que los 202 del 737 Max 8 (también hay una versión Max 10 que puede llevar hasta 230 pasajeros). Después del incidente que mencionamos arriba, han surgido nuevas preguntas.
Un dato que llama la atención es que el avión involucrado en el incidente el pasado viernes en Estados Unidos había sido entregado a Alaska Airlines en octubre de 2023 y registrado un mes más tarde. Desde ese entonces solo había completado 145 vuelos. Si tenemos en cuenta que el promedio de operación de una aeronave comercial es de entre 20 y 30 años, podríamos decir que la unidad de Alaska Airlines es prácticamente nueva.
Uno de los ejes de la investigación radica en la pieza que desprendió en pleno vuelo. Al principio, las autoridades solicitaron la colaboración de la gente para poder encontrarla, hasta que finalmente fue hallada en el patio trasero de una casa en Portland. Ahora bien, no se trataba de una puerta de emergencia, sino de un “tapón de puerta” que estaba completamente oculto tras el revestimiento interior de la aeronave.
La estructura primaria de los Boeing 737 Max 9 se fabrica con 10 huecos de salida de emergencia. No obstante, la cantidad de salidas de emergencia que exigen los reguladores de la aviación comercial depende de la cantidad de asientos que configuran las aerolíneas. Si se lleva al máximo son necesarias todas las salidas de emergencia.
Alaska Airlines ha configurado sus 737 Max 9 con menos de 180 asientos, por lo que la dos salidas de emergencia situadas a un lado y al otro de la fila 26 no eran necesarias. En este sentido, siguiendo los protocolos establecidos, se deshabilitaron estas salidas en fábrica y se instalaron en su lugar los mencionados tapones de puertas permanentes.
De momento no está claro que papel jugó el tapón de puerta en el incidente, pero se trata de una pieza elemental para la investigación encabezada por la Junta Nacional de Seguridad en Transporte (NTSB). Los tapones no son fabricados directamente por Boeing, sino por su proveedor Spirit AeroSystems, una de las firmas de estructuras aeronáuticas más grandes del mundo.
La agencia también ha indicado que el avión había enviado señales de advertencia previas. En tres vuelos, la cabina de vuelo informó a los pilotos de una posible anomalía en el sistema de “presurización automática”. Después de esto se le ordenó al equipo de mantenimiento de la aerolínea realizar una revisión adicional, pero el avión siguió estando operativo.
El 737 Max 9 de Alaska Airlines viajaba regularmente a Hawái. Sin embargo, la aerolínea decidió limitar su operatividad. En este sentido, se restringieron los vuelos largos, así como también su operación sobre el agua para que "pudiera regresar muy rápidamente a un aeropuerto" si volvía a aparecer una advertencia de presurización.
Imágenes: Boeing | Sam Almo-Milkin | NTSB
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