En el pasado Salón de Ginebra 2019 ya quedó claro que la apuesta por los coches 100% eléctricos es muy fuerte. La mayoría de los fabricantes se preparan para ese futuro, pero en Japón tienen una idea distinta del futuro de la automoción.
Para el gobierno japonés el futuro está en el coche de hidrógeno con pilas de combustible. Las ventajas son desde luego interesantes, pero esa apuesta podría salirle mal porque no todo son buenas noticias para estos vehículos.
Japón quiere un futuro con el hidrógeno como protagonista
Estos coches son tan silenciosos como los eléctricos y solo emiten 'agua', pero por ahora su relevancia es muy limitada. Hay apenas 11.000 coches con pilas de combustible de hidrógeno en todo el mundo, con la mitad de ellos circulando en California, indican desde NPR.
En Japón la apuesta la lideran fabricantes como Toyota, que con su modelo Mirai ('futuro' en japonés) quiere plantear las ventajas de esa apuesta. Aún así el coste del vehículo es ya un obstáculo de por sí importante. Incluso con los subsidios del gobierno este coche cuesta 50.000 dólares en Japón, debido en parte a los costes de producción.
Los elevados precios podrían reducirse de forma notable en los próximos años. Matt Harrison, responsable de ventas en Toyota Europe, afirmaba que la compañía esperaba que el precio de los coches de hidrógeno se situase al nivel del de los híbridos en una década.
Toyota de hecho presentaba la segunda generación de su Mirai hace meses prometiendo un 30% más de autonomía y un nuevo y llamativo diseño.
En Europa fabricantes como Renault también han comenzado a ofrecer sus propuestas, aunque en este caso en forma de furgonetas que ya están a la venta en Francia, que se ha aliado con Japón para impulsar esta tecnología. BMW también plantea un X5 basado en hidrógeno, y Audi también tiene sus propuestas de futuro en este ámbito.
La ciudad de Tokyo quiere contar con 100 autobuses de hidrógeno durante los Juegos Olímpicos de 2020, y llegar a los 40.000 coches circulando ese año por sus carreteras, un objetivo aparentemente demasiado optimista. En febrero de 2019 en Estados Unidos se contabilizaban apenas 6.500 vehículos de este tipo en todo ese país.
La falta de infraestructura, claramente por detrás de los puntos de recarga eléctricos, es un problema claro en la adopción en ese país. Como explicaba un experto, una de las grandes diferencias con los eléctricos es que estos últimos los puedes recargar en casa, los de hidrógeno no: "todo es infraestructura pública".
Aún así las ventajas son evidentes. La más clara, la de su forma de repostar, muy similar a la de los coches de combustión. Uno se para en una hidrolinera y reposta en apenas unos minutos como si llenase el depósito de gasolina.
Desventajas claras frente a otras alternativas
El problema, claro, es que como decíamos estas hidrolineras son muy escasas: en España, por ejemplo, solo hay teóricamente seis —según Autofácil solo uno, en Ciudad Real, es operativo— aunque se planea llegar a las 20 en 2020.
En nuestro país la Asociación del Hidrógeno de España indicaba cómo se prevé que 140.000 coches de hidrógeno circulen por nuestro país en 2030, una estimación ciertamente ambiciosa que choca con una realidad evidente: "no hay un plan nacional de hidrógeno", explicaban los expertos recientemente.
No es el único obstáculo al que se enfrentan estos vehículos que como decíamos son (de momento) tan caros o más que los coches eléctricos con los que compiten. El Hyundai Nexo es por ejemplo el primer coche de hidrógeno que está disponible en España y parte de los 69.000 euros.
A ese coste se suma el precio del combustible, que es de entre 9,5 y 10 euros por kg, lo que permite recorrer aproximadamente 100 km. La producción de este combustible impone un alto coste de momento, pero además aunque el resultado final es desde luego respetuoso con el medioambiente, la producción puede no serlo.
El ejemplo lo tenemos en el proyecto de varias empresas japonesas que quieren crear una planta en Australia que fabrique esas pilas de combustible usando carbón de lignito para producir ese hidrógeno. El transporte de estas pilas de combustible es también complejo y no del todo eficiente, y su almacenamiento también parece plantear problemas notables según algunos analistas.
Aún así en Japón parecen tener clara esa apuesta, y a los subsidios para la compra de estos vehículos se suman los que están ofreciendo para que algunas empresas puedan montar hidrolineras en las que repostar de forma rápida, sencilla y eficiente. La alternativa está ahí, pero habrá que esperar para ver si el interés de Japón por estos vehículos es suficiente para impulsar su adopción.
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