Este año ya llegamos al IFEMA con la mosca detrás de la oreja. Sabíamos que el año pasado la cosa había empeorado, y todo apuntaba a que estos días iba a ser, con un poco de suerte, tan mala como la del pasado año. Pero ni siquiera tuvimos esa suerte, y posiblemente la organización del SIMO ha firmado la feria más pobre de estas cuarenta y siete ediciones, al menos en los últimos años.
Y posiblemente el punto más negativo han sido los distribuidores: la feria estaba dividida en dos partes: por un lado, los días de profesional que eran de martes 6 a viernes 9; y por la otra parte abierto totalmente al público durante el día de mañana sábado y el domingo.
Entiendo, claro está, que estos señores distribuidores quieran recuperar el dinero que los señores del IFEMA les han cobrado por sus respectivos stands, pero lo que no me entra en la cabeza es que los puestos de vendedores, porque no tienen otro nombre, intenten despacharme ventiladores de colores, cajas con diseños militares, webcams de peluche o CDs/DVDs, porque el SIMO no es para eso. O al menos, no era antes, que ahora que la decadencia ha llegado, tiene pinta que eso será lo que veremos en las próximas ediciones.
Y sobretodo, las tiendas que únicamente vendían CDs y DVDs. De esas había, al menos, un par de ellas en el pabellón 3, creo recordar. No tenían otra cosa más que estas unidades ópticas, de multitud de marcas y a unos precios muy asequibles, supongo que importadas de otros países donde no existe canon (Ramoncín, quizá deberías ir a vigilar eso). Es un buen negocio, desde luego, ¿pero quién va al SIMO a comprar discos?. Entiendo que estos vendedores se pusiesen como locos cuando llegase el fin de semana, y papá, junto con mamá y sus hijos fuesen a comprar su tarrina. Pero yo, el señor de la empresa venida del norte o del sur de España, incluso un montón de gente del extranjero tras haber recorrido varias centenas de kilómetros, dudo que les gustase ver ese puestecillo junto con otros grandes y medianos. Y no solo por que los señores agotasen su mercancía, que estoy seguro que al llegar el domingo cambiarán sus tarrinas por grandes fardos de billetes, sino por la imagen que eso da a la feria: ¿una feria profesional vendiendo discos en vez de grandes novedades, presentaciones, y productos de última tecnología?.
Y el problema de esto no está en toda esa gente que paga religiosamente su espacio en la feria, sino en la organización que permite la entrada de cualquier empresa, distribuidor o lo que sea al recinto. Eso ya no es profesional. Por no hablar del truquillo con el que cualquier persona podía tener acceso a la feria en unos sencillos pasos, inventándose un nombre de empresa y sin que la organización verificase ningún dato. Ahora ya sabemos que no existen diferencias entre los días de profesional y los de visita para todo el mundo.
Y menos mal que unos pocos fabricantes todavía siguen asistiendo, aunque no me parecería nada raro que el próximo año se ausentaran. Por ahora, yo ya me tomé una cerveza con la señora Decadencia, a quien comenté que me planteo muy seriamente asistir el próximo año, más aún si todo sigue como esa cuadragésimo séptima edición. Y eso que en teória a los de la prensa nos tratan "mejor", que sino...
Más información | SIMO 2007 en Xataka
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