En 2003 la NASA sufrió un grave accidente y murieron siete personas. La culpa la tuvo un Power Point

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El 16 de enero de 2003 la misión STS-107 de la NASA estaba en marcha. El transbordador espacial Columbia se lanzó con sus siete tripulantes a una órbita baja para comprobar los efectos de la microgravedad en el cuerpo humano. Aquellas siete personas nunca volvieron a la Tierra.

La tragedia se pudo haber evitado, pero años después el análisis de todo lo que ocurrió aquellos días ha dejado una conclusión terrible: una presentación de PowerPoint mató a esas siete personas.

La diapositiva maldita

El lanzamiento, como contaba James Thomas, pareció ser perfecto. La tripulación comenzó a realizar su tarea, y se esperaba que estuvieran 16 días en el espacio realizando 80 experimentos. Tan solo un día después de iniciarse la misión, los responsables de la NASA se dieron cuenta de que algo no había ido bien.

La NASA tiene un protocolo para revisar el lanzamiento con cámaras externas. Tras 82 segundos, un trozo de espuma aislante en spray (SOFI) se desprendió de una de las rampas que unían el transbordador a su tanque de combustible externo.

Mientras la tripulación se elevaba a 28.968 kilómetros por hora, el trozo de espuma colisionó con una de las baldosas del borde exterior del ala izquierda de la nave.

Que la espuma aislante se desprendiese no era nada nuevo: había pasado en las cuatro misiones previas y fue el motivo de que se desplegaran las cámaras para analizar el lanzamiento. El problema es que el golpe se había producido en la capa que protegía a la nave durante su reentrada a la Tierra.

¿Qué hizo la NASA? Estudiar las posibilidades y llegar a la conclusión de que había tres: en primer lugar, los astronautas podrían haber hecho un paseo espacial para revisar el casco. En segundo, la NASA podría haber enviado otro transbordador para recoger a la tripulación. En tercero, podían arriesgar a hacer la reentrada sin más.

Los responsables de la misión analizaron la situación con los ingenieros de Boeing y crearon un informe en forma de presentación de PowerPoint con 28 diapositivas.

En las conclusiones se revelaba algo importante: se suponía que las baldosas del ala podían tolerar impactos de la espuma, pero esa suposición se había asumido en condiciones muy particulares. Los trozos de espuma de las pruebas eran 600 veces más pequeños que los que habían golpeado al Columbia. Para reflejar esos detalles, los ingenieros crearon esta diapositiva:

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En la NASA atendieron a la explicación, y los ingenieros creían haber transmitido bien los riesgos. Sin embargo, en la NASA creyeron que los ingenieros, aun sin tener certezas, sugerían que no había daños que pusieran la vida de la tripulación en peligro.

La opción que escogieron fue la tercera. El Columbia haría su reentrada el 1 de febrero de 2003, a las 9:16 AM (EST). A las 9 de aquel día, residentes de Dallas vieron cómo el transbordador se había desintegrado en pedazos. Toda la tripulación falleció.

La investigación de la tragedia reveló que la NASA y los ingenieros habían tenido la información correcta, pero habían tomado una mala decisión. Edward Tufte, profesor de Yale, explicó que el problema había estado en aquella maldita diapositiva y la forma en la que la habían presentado.

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El título ya parecía indicar que el riesgo no era especialmente alto, pero además la diapositiva tenía cuatro puntos en cascada sin explicación detallada de lo que significaban: la interpretación quedaba a discreción del lector.

No quedaba claro si el primer punto (el 1) era el principal, o si el resto de los puntos tenían la misma relevancia. Los tamaños de letra distintos, la extraña jerarquía y la densidad del texto no ayudaron. Había más de 100 palabras y adjetivos vagos ("suficiente", "significativa"), lo que hizo que aquella diapositiva estuviese demasiado abierta a la interpretación de la audiencia.

El mayor problema está en los dos últimos puntos, donde se indicaba que lo que habían probado en los tests preliminares era muy distinto de lo que había pasado. La propia NASA indicó en su informe tras la investigación que habían dependido demasiado de PowerPoint.

La expresión 'muerte por PowerPoint' se ha utilizado durante años para indicar cómo hay presentaciones que inducen al aburrimiento o fatiga por su sobrecarga de información. Un mal diseño y la sobreutilización de los puntos para ordenar cada dato son problemas habituales de esta y otras aplicaciones similares. Lamentablemente, en este caso esa expresión se hizo trágicamente real.

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