Que si la experiencia. Que no se ve igual con las gafas. "¿No has ido a ver la peli en 4DX?" "Hacen un bistec buenísimo en ese cine". "Dejo al chaval en los columpios". Uno antes pedía una entrada, pagaba, se sentaba, veía la película y se iba a casa más o menos contento según lo que había visto. Pero los cines han cambiado. Las películas han cambiado. Nuestras costumbres, también.
Sofá, mantita, microondas
La venta de entradas en España descendió por primera vez en cinco años durante 2018. Los espectadores y la recaudación en las salas de cine españolas cayeron un 2% en 2018, aunque la cuota de mercado del cine español fue de un 17,5% frente al 17,1% de 2017, una subida liderada por 'Campeones', 'Superlopez' y 'Perfectos Desconocidos', según datos de Comscore.
La llegada de Netflix, unida al excelente catálogo en constante movimiento de Filmin, la encarnizada guerra de fans que generan las míticas series de HBO o la madre de todas las plataformas, con ese Disney + amenazando en lontananza, están haciendo mella en las carteras de los consumidores cinematográficos.
El devorador de audiovisual ha pasado de ver cómo su videoclub de confianza cerraba con la desaparición del alquiler en formato físico domésito, provocado en parte por el cataclismo de Internet, a consultar la cartelera de su plataforma favorita.
Muchas de esas veces, malgastando el precioso tiempo que duraría un estupendo episodio de 'Barry'. O de 'Doom Patrol' si te pasas de la raya haciendo scroll en sus pantallas de contenido. La oferta es infinita, y su precio es bastante más asequible que una entrada de cine.
Además, esa entrada solo nos da derecho a entrar en una sala que antes nos obligará a levantarnos del sofá, compartir transporte público con gente que no conoces pero te cae mal automáticamente, hacer cola y rezar porque la sesión no sea numerada y tu asiento se encuentre en el radio de alcance de un comedor de nachos con salsa de queso caliente.
Aquellos nachos fueron los primeros aperitivos indeseables que llegaron a los cines. Desconozco a quién perteneció la idea original, quién llegó a la junta y dijo "Nachos. Nuestros cines necesitan nachos", pero durante mucho tiempo, en concreto durante la última etapa de oro de nuestras salas, fue el enemigo número uno.
Fila 10 pasillo, vino tinto y escalope
Lejos quedaban ya los días en que nos molestaba una bolsa de chuches que no se abría, una lata de refresco que hacía el ruido que no hacían los vasitos del bar del cine o esa cerveza metida de extranjis que molestaba nuestra inocencia.
Quién nos iba a decir entonces que eso solo sería la punta del iceberg de muchas de las salas más prestigiosas del mundo ahora mismo. Durante el verano pasado, en una visita relámpago a Londres, vimos 'Jurassic World: El reino caído' en el estupendo Picturehouse Central al lado de una pareja que estaba disfrutando de una cara botella de vino. Con copas.
Una copa es precisamente lo que también tenemos a nuestro alcance en las lujosas salas Luxury. Copa que puedes tomar después de la amplia oferta gastronómica y no demasiado local: hamburguesas, crepes dulces y salados o tartas con nombres en inglés son solo parte de la oferta.
Pero si pensabas que la carta de las salas Yelmo más próximas a nosotros era "exótica" es que no te habías parado a ver el increíble y muy loco menú de los AMC Dine-In Theatres, con una carta de lo más variopinta que incluye deliciosas hamburguesas llenas de toppings, churros (sí, churros) rellenos de crema de chocolate y avellanas o coles de Bruselas con bacon. Sí, coles de Bruselas con bacon. Todo ello, en efecto, una comida poco amiga de ser engullida en una habitación oscura.
Tal vez eso sea demasiado para nosotros, simples mortales que únicamente deseamos ver una película en las mejores condiciones. O en condiciones estándar pero con asientos cómodos. En ese sentido, la oferta también cuenta con diferentes soluciones.
Donde caben dos, caben tres
El coqueto Cinéma Aventure de Bruselas, remodelado por un joven grupo de amantes del cine, cuenta con tres salas donde hay cabida para el culto, el cine independiente y los taquillazos. Las tres salas difieren en tamaño (normal, pequeña y más pequeña), pero las dos menos amplias tienen una ventaja muy gustosa: los asientos son dobles. Sí, prácticamente un sofá con una pantalla mucho más grande que la que tenéis en casa.
Otro tipo de proyecciones se benefician de ese tipo de confortabilidad, como las cada vez más comunes sesiones para madres que aún amamantan a sus bebés. Con un poquito de luz, sin un sonido atronador (obviamente no será 'Godzilla' la mejor opción para ese pase) y con la temperatura regulada, la conocida como "sesión teta" está siendo todo un éxito.
La idea arrancó gracias a una veterana enfermera preocupada por el aislamiento de las mujeres durante la etapa de lactancia. La sesión teta ya es un clásico en España y no tiene ánimo de lucro. Solo quiere que las nuevas mamás también puedan ir al cine.
Por su parte, los cines Yelmo no solo están habilitados para servir cenas y copazos a los adultos. También nos encontramos con la Sala Junior, un concepto de sala de cine ideado por la cadena y dedicada en exclusiva para que niños de 1 a 13 años puedan disfrutar de sus películas favoritas en familia.
Estas salas disponen de un enorme tobogán que recorre uno de los laterales de la sala, además de un parque de bolas para los más pequeños. Además, la Salas Junior de Yelmo transforman las butacas en tumbonas, o se convierten en puffs tanto individuales como dobles, ideales para un ver una buena película familiar con los más pequeños.
En estas salas hay el suficiente espacio libre para que los niños corran, duerman la siesta mientras sus hermanos mayores (y sus padres) ven la película. Visitar estas salas abarrotadas es lo más parecido a esto que podrás vivir en una sala de cine:
En las antípodas de la sesión teta nos encontramos con el 4DX, que por si no fuera suficiente espectacular por sí solo (intenta decir cuatro dé equis con voz firme), también puede llegar combinado con el formato IMAX. Ir al cine a ver una película en IMAX 4DX o Laser Ultra con Dolby Atmos no suena igual que el "voy a ver una peli" con el que nos criamos muchos.
En la variedad está la diversión
Últimamente las salas de cine están ofreciendo contenidos que nada tienen que ver con el séptimo arte. Las cadenas de cines, las multisalas, las que han provocado que nuestros históricos y elegantes edificios donde antes se proyectaban sueños ahora sean tiendas de ropa barata, tienen que amortizar la inversión.
Ópera, eventos deportivos globales o, en el mejor de los casos, representaciones de obras teatrales inviables en otro tipo de sala (por tamaño, porque tenemos no pocas salas underground en España) también se han subido al escenario cinematográfico.
Incluso cosas tan a priori poco cinematográficas como puedan ser 'Operación Triunfo' han pasado por las salas. O un pase a las tantas de la mañana con coloquio incluido sobre el final de una de las series más influyentes de todos los tiempos. Cualquier día vemos el 'Sálvame Deluxe' en una de esas salas.
Puede que el cine haya muerto, pero la oferta sigue en pie y el menú cada vez es más extenso. Al final las salas terminarán convertidas en el equivalente a uno de esos restaurantes imposibles tipo "Pizzería Estambul" pero con una pantalla de cine en lugar de una plancha grasienta.
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