'Megalópolis' de Coppola ya tiene madera de símbolo: el del fin del cine de autor en Hollywood tal y como lo conocíamos

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El descalabro en taquilla de 'Megalópolis' está más o menos garantizado. Mientras que ahora la disyuntiva está en determinar si la película es un delirio con ínfulas o una descacharrante obra maestra incomprendida, 'Megalópolis' va camino también de convertirse en un símbolo: el de un tipo de cine, el que es a la vez un blockbuster y una película de autor, que tiene los días contados.

Autor, autor. Una cosa no se le puede negar a 'Megalópolis': es una película indiscutiblemente de autor. No solo en lo creativo, sino también en lo financiero: sus 120 millones de dólares de presupuesto salen del bolsillo de Francis Ford Coppola, que se ha hipotecado para pagar la producción de esta obra indiscutiblemente personal, ya que llevaba pensando en ella desde los ochenta.

Y una propina de 20 millones. Y no solo eso. Una labor que suele quedar fuera del alcance del director también ha sido pagada por Coppola: Lionsgate llegó a un acuerdo para distribuir 'Megalópolis', pero los gastos de distribución y marketing también han corrido a cargo del director, que tuvo que asumirlos en un trato muy ventajoso para Lionsgate, aceptado a la desesperada por el director cuando vio que la película corría el riesgo de no encontrar distribuidora. Y en ese no encontrar distribuidora está, quizás, el reflejo del tiempo en el que vivimos: la falta de confianza en la viabilidad comercial del autor.

Falta de confianza. Y ese detalle es el primordial en todo este asunto. Hablábamos hace unos meses de cómo las dificultades de Coppola para encontrar distribución con una película que debería de tener la difusión garantizada solo con el nombre de su director, hoy no es extraña. Woody Allen vuelve a considerar el retiro (el suyo es un caso que va más allá de la recepción comercial de sus películas, eso sí); Clint Eastwood corrió el riesgo de que Warner rompiera su relación de medio siglo con él porque al CEO David Zaslav no le había gustado la decisión de financiar 'Cry Macho', un fracaso de taquilla); Scorsese ha cancelado el rodaje de sus dos próximas películas; George Miller, tras el pinchazo de 'Furiosa', vuelve a sufrir las mismas dificultades de casi toda su carrera... y no olvidemos el retiro más o menos forzoso de directores como John Carpenter, David Lynch, John Waters o, hasta hace muy poco y con matices, David Cronenberg.

El dilema del autor. Son directores, de acuerdo, menos efectivos, rápidos y rentables que los firmantes de los blockbusters y franquicias actuales, pero hasta hace poco esos nombres eran una pieza esencial de la maquinaria, eran quienes le daban prestigio y variedad. De su especie solo sobreviven los que tienen independiencia financiera para hacer lo que les da la gana (James Cameron), los que están en racha de éxitos de taquilla y tienen el beneplácito de la industria (Christopher Nolan) y los que tienen cierta visión personal o cierto empaque creativo, pero no tienen más remedio que entrar en la maquinaria de secuelas y franquicias (Denis Villeneuve).

Sciorsese tenía razón. Todos recordamos las palabras de Scorsese y su aparente afrenta al cine de superhéroes, tan generalmente malinterpretada, en 2019. Ahora está claro hasta qué punto sus palabras vaticinaban un futuro como el actual: el problema no son las películas de superhéroes, sino una industria de negros y blancos, donde solo tiene cabida el blockbuster, la secuela y el producto derivativo y seguro. Todo lo demás está al margen de la industria, y eso incluye al mismísimo Coppola. Pero claro: ¿cómo financiar 120 millones de dólares sin una major detrás? Diríamos que iremos viendo cómo evoluciona la situación, pero algo nos hace pensar que 'Megalópolis podría ser la última película de su especie.

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