Cuando uno habla de gamers lo suele hacer teniendo en mente a esos usuarios con equipos de altas prestaciones que juegan a videojuegos de PC a resoluciones y frecuencias muy altas y con niveles de detalle enormes. Esos gamers aprovechan la potencia de las tarjetas gráficas dedicadas de NVIDIA y AMD, pero lo cierto es que ese es un segmento casi de nicho porque la inmensa mayoría de los usuarios no necesita esas tarjetas.
Es ahí donde entran las tarjetas gráficas integradas en las que tanto Intel como la propia AMD llevan invirtiendo años. La promesa de esta alternativa a las gráficas dedicadas de NVIDIA y AMD era clara: si eres un jugador ocasional y que no necesita tanta resolución o detalle, nuestras soluciones te proporcionarán una gran experiencia. ¿se cumple esa promesa?
Intel lleva más de una década trabajando en este segmento
Aún así lo cierto es que Intel ha evolucionado de forma notable en este segmento. En Tom's Hardware hacían un repaso por la evolución de las tarjetas gráficas de la compañía. En 1998 presentaban de hecho su primera gráfica dedicada, la i740, mientras que en 1999 llegaba con los i810 ("Whitney") y i815 ("Solano") que hacían que la GPU se integraran en el northbridge. Era la prehistoria de las gráficas integradas de Intel, que por primera vez aportaba este tipo de soluciones.
Posteriores evoluciones como Intel Extreme Graphics -lo de "Extreme" era un poco exagerado, nos tememos- no duraron mucho, porque en 2004 llearía el Graphics Media Accelerator (GMA), las GPUs integradas de Intel que se convirtieron en protagonistas absolutas de su estrategia aun cuando su rendimiento seguía estando claramente por detrás de gráficas dedicadas.
Cinco años más tarde trataría de volver al mercado de las gráficas dedicadas con Larrabee, pero el proyecto fue cancelado, aunque no del todo: la tecnología acabaría formando parte de las Xeon Phi. Intel prefirió apostar definitivamente por las gráficas integradas y así fue como llegó la primera generación de productos Intel HD Graphics en 2010.
Esa es la familia que ha logrado imponer su dominio y la que gracias a la evolución de las tecnologías de integración ha conseguido convencer a la industria y los usuarios. La evolución en potencia ha sido evidente, ya que los primeros Clarkdale y Arrandale tenían 12 unidades de ejecución con un rendimiento de 43 GFLOPS. Hoy en día los núcleos gráficos GT3e de Broadwell y GT4e de Skylake cuentan con 48 y 72 EUs, y su rendimiento bruto es de 883 y 1152 GFLOPS respectivamente.
Intel dice que sí
En el pasado CES de Las Vegas Intel quiso sacar pecho en este apartado. Gregory Bryant, responsable de las plataformas de escritorio, indicaba en el J.P. Morgan Tech Forum que se integró en esa feria que "hemos mejorado el rendimiento de nuestros gráficos 30 veces con respecto a donde estábamos hace cinco años. Creemos que el rendimiento de los gráficos integrados de Intel hoy en día y lo que ofrecemos en nuestros productos es equivalente al rendimiento del 80% de tarjetas gráficas dedicadas del mercado actual".
La afirmación era ambiciosa, pero lógicamente incluía a todo tipo de PCs y portátiles, incluidos aquellos que tienen ya muchos años a sus espaldas y que incluso en el caso de contar con gráficas dedicadas lo hacen con modelos ya anticuados y comparativamente peores en rendimiento.
La evolución es como veíamos realmente destacable, y lo cierto es que a día de hoy las gráficas integradas de Intel -sobre todo las más potentes, que de todo hay también- pueden suplir las necesidades de aquellos que juegan de forma más modesta a juegos de ordenador. Eso es precisamente lo que trata de destacar la empresa, cuya familia de soluciones hace que los usuarios deban pensárselo dos veces antes de invertir en una gráfica dedicada. Esa es precisamente una de las preguntas más frecuentes: ¿invierto en un procesador más potente, o en una gráfica dedicada?
AMD también juega en integradas, y lo hace con fuerza
Aunque hemos comenzado hablando de Intel hay otro gran protagonista de este mercado. Lo mismo que hemos dicho de Intel podría decirse de AMD, que además de ser el otro gran referente en el mercado de las gráficas dedicadas -su compra de ATI fue un acierto- ha logrado hacer buen uso de todo ese talento para las gráficas integradas que forman parte de sus APUs.
Estos procesadores también apoyan esa filosofía que permite que usuarios algo menos exigentes con su plataforma de juegos puedan también acceder a un buen rendimiento aun sin contar con gráficas dedicadas. Hemos pasado de Llano en 2011 a la moderna Godavari, que es una actualización de la mucho más conocida Kaveri, y que dará lugar este año a Bristol Ridge, la versión para sobremesas de Carrizo.
El rendimiento de estas soluciones es destacable precisamente en juegos, un objetivo que AMD tenía claramente con esta nueva serie de APUs. Como indicaban en AnandTech al analizar el AMD A10-7870K, el foco aquí era precisamente el del mercado masivo de jugadores que usan juegos gráficamente poco exigentes como Counter Strike, League of Legends o DOTA2.
Con estas GPUs el rendimiento en estos juegos es realmente notable y aquí AMD quería acercar el segmento de Twitch y los eSports a todos los aficionados sin que éstos tuvieran que realizar una gran inversión en sus equipos. La idea es fantástica, y las pruebas de AnandTech demuestran que esta es una buena aproximación a ese mercado gamer que no necesita una Radeon o una GTX dedicadas de última generación para este propósito.
Si quieres jugar de verdad, no hay discusión
El discurso de Intel y de AMD es totalmente razonable desde su perspectiva. Si alguien va a jugar solo de forma ocasional y es capaz de "conformarse" con resoluciones 720p con un buen nivel de detalle o incluso con resoluciones 1080p con algo menos de detalle en la imagen es probable que los últimos procesadores de las familias Broadwell y Skylake de Intel cumplan con la función.
Sin embargo también es cierto que las comparaciones entre gráficas dedicadas y discretas son enormemente injustas. NVIDIA y AMD llevan tiempo sin esforzarse en las gamas bajas de producto con las que las GPUs integradas de Intel precisamente pueden competir. Estas empresas llevan ya muchos años invirtiendo en talento y mejoras en sus desarrollos para llevar esa potencia gráfica a niveles muy superiores a los que puede ofrecer una gráfica integrada.
Las diferencias entre ambas propuestas son obvias cuando uno comprueba la complejidad de las gráficas dedicadas de última generación de NVIDIA o AMD y la compara con las de las soluciones de Intel o la propia AMD, que recordémoslo, comparten espacio con la propia CPU. Intel y AMD no pueden competir con eso, pero es que no lo intentan: su mercado es otro. Precisamente, el de aquellos usuarios que solo juegan de forma ocasional o que lo hacen, como decíamos, con juegos que no son tan exigentes a nivel gráfico.
Las comparativas en las que se van integrando los resultados de benchmarks sintéticos de gráficas dedicadas e integradas demuestran las diferencias. En sitios como VideoCardBenchmark actualizan los resultados de forma constante, y allí es fácil distinguir entre las gráficas dedicadas de última generación y las que están en la gama media. En estas últimas es donde aparecen las gráficas integradas de Intel y AMD, y por ejemplo vemos como las Intel HD 6000 aparecen con un índice de 812 puntos en PassMark (G3D Mark) mientras que en las GeForce GTX 980 Ti el resultado es de 11.526 puntos. La diferencia es aplastante, y demuestra lo injusto de la comparación no solo en precio, sino en todos los sentidos.
Con todos estos datos queda claro que cada alternativa cubren distintas necesidades, pero sí es cierto que la evolución de las gráficas dedicadas ha sido realmente notable. Quizás la afirmación que comentábamos de Intel sea un poco exagerada y haya que cogerla con pinzas, pero es cierto que uno de los nuevos procesadores de Intel o de AMD pueden suplir fácilmente las necesidades de buena parte de los usuarios. Y si no es así, siempre podremos acudir al mercado de gráficas dedicadas, por supuesto.
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