La criptibiosis es una de las técnicas de supervivencia más extremas del reino animal. Esta forma de hibernar para protegerse del entorno es una de las características que hacen únicos a los tardígrados, y ahora ha permitido a unos investigadores devolver a la vida a un gusano congelado durante más de 46 milenios.
Una siesta de 46.000 años. Hace unos 5 años, un equipo riso de investigadores devolvió a la vida a unos gusanos que llevaban congelados en el permafrost siberiano desde la época en la que los mamuts poblaban la Tierra. Ahora, otro equipo de científicos, tras examinar a estos animales, ha dado un poco más de contexto a aquel hallazgo.
Gracias a los sucesivos estudios realizados sobre estos animales, hemos ido averiguando nuevos datos sobre los gusanos del pleistoceno conservados en el suelo helado del Círculo Polar Ártico. Todo comenzó en 2018 cuando la investigadora rusa Anastasia Shatilovich y su equipo lograron hacer que los gusanos recién descubiertos dejaran su estado de hibernación y volvieran a la vida.
Las pruebas de radiocarbono realizadas sobre el entorno de estos animales revelaron que llevaban en este estado de latencia entre 45.839 y 47.769 años. El nuevo estudio no sólo ha revelado que los gusanos pertenecían a una especie no catalogada, Panagrolaimus kolymaenis, también nos han dado nueva y valiosa información sobre cómo realiza su criptobiosis.
Unos gusanos resistentes. En un principio se asumió que estos gusanos estaban vinculados a la especie Panagrolaimus detritophagus.Las especies del género Panagrolaimus tienen la resistencia como uno de sus principales rasgos, especialmente ante dos amenazas externas: la sequía y las bajas temperaturas.
Los especímenes fueron hallados en 2002 cerca del río Kolyma (de ahí el nombre que más tarde recibirían), en Siberia. Tras ser reanimados en 2018 fueron reproducidos en el laboratorio. Los gusanos de esta especie son microscópicos, con una longitud total que no alcanza el milímetro de longitud.
De Rusia a Alemania. El último de los descubrimientos respecto a estos gusanos ha venido de la mano de un grupo alemán de investigadores liderado por científicos del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular.
Estos investigadores se encontraban estudiando otro nematodo lejanamente emparentado con el Panagrolaimus kolymaenis, el Caenorhabditis elegans. C. elegans es un habitual de los laboratorios de biología, especialmente en aquellos que se dedican a la genética del desarrollo.
Nueva especie. Sin embargo, el equipo alemán se encontraba estudiando una característica muy concreta del C. elegans, el hecho de que su estado larval sea extremadamente resistente a las condiciones adversas de manera semejante a cómo P. kolymaenis lo es en su estado de hibernación. De ahí su interés por estos gusanos siberianos.
Tras analizar en paralelo ambas especies, los investigadores comprobaron en primer lugar que los animales procedentes de Siberia pertenecía a una especie aún no catalogada. Tras un análisis visual y basado en el “código de barras”, el equipo recurrió al estudio filogenómico, lo que les permitió catalogar al gusano como una nueva especie.
Distinta especie, mismos trucos. El análisis genético permitió a los investigadores constatar que, pese a guardar cierta distancia taxonómica, los genes que permitían la hibernación de unos y de las larvas de los otros eran idénticos.
A nivel bioquímico, el proceso de criptobiosis se iniciaba en ambas especies con una leve deshidratación. Ésta venía acompañada de la secreción de un azúcar, la trehalosa, que es el compuesto que los científicos creen permite a estos gusanos entrar en hibernaciones que a su vez los hacen capaces de sobrevivir a temperaturas de -80º C durante largos periodos de tiempo. Periodos hasta ahora inimaginables.
Los detalles de la investigación fueron publicados en un artículo en la revista PLOS Genetics.
Memoria evolutiva. Entender mejor el proceso de criptobiosis al que se someten numerosos animales de nuestro entorno puede ayudarnos a ver mejor dentro de unos animales de laboratorio tan importantes como los gusanos. Con ello será más fácil trabajar con estos gusanos tan valiosos en ámbitos tan importantes como la lucha contra el envejecimiento.
Pero el estudio también podría ayudarnos a entender mejor la evolución, cómo algunos rasgos se mantienen latentes o pasan desapercibidos en numerosas especies. El hecho de que dos nematodos lejanamente emparentados hayan mantenido esta técnica es ejemplo de esto.
Imagen | Alexei V. Tchesunov & Anastasia Shatilovich/Institute of Physicochemical and Biological Problems in Soil Science RAS / Norman Kuring/NASA's Ocean Color Web, using Landsat data from the U.S. Geological Survey. Story by Kasha Patel
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