Si hacemos caso a la etimología a la que convencionalmente se acredita como responsable del nombre de España, la tierra antes conocida como Hispania derivaría su apelativo de la abundancia de conejos. Más de dos milenios después, los conejos están suponiendo todo un quebradero de cabeza para los agricultores de buena parte del país, pero quizá sea una gota más en un vaso a punto de desbordar.
¿Qué pasa con los conejos? La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) ha dado la voz de alarma por la situación que muchos agricultores peninsulares están viviendo por culpa de la última plaga de conejos que asola buena parte del país.
En un comunicado emitido esta semana, la coordinadora explica que el fenómeno ha afectado ya a diez Comunidades Autónomas. Todas salvo las comunidades insulares, la costa norte y Extremadura. Más de 325.000 hectáreas se habrían visto afectadas por esta plaga según los datos ofrecidos por COAG.
Los agricultores explican que estos animales tunelan bajo los vallados de las propiedades para colarse en las huertas y alimentarse de los cultivos, “hacen su madriguera dentro del propio vallado, por lo que el obstáculo les sirve para no salir de esa zona y así protegerse de los depredadores”, explica en declaraciones recogidas por El Independiente Javier Fatás, responsable Fauna Salvaje de la COAG.
Riesgo para las cosechas… y para las personas.
Los agricultores argumentan que esta plaga implica un doble riesgo. En primer lugar puesto que el problema se ha vuelto no coyuntural sino sistémico. Las plagas de este tipo se han repetido en numerosas ocasiones. Hace poco más de un año, por ejemplo, vecinos de Carabanchel Alto, una zona que no puede considerarse rural en ningún sentido, sufrieron una infestación de estos animales y el miedo de que enfermedades parasitarias pudieran utilizar estos animales como forma de acabar infectando a humanos.
El riesgo de zoonosis y otras consecuencias para la salud humana es real. Los conejos pueden portar y transmitir bacterias como la Pasteurella multocida, que tienen la capacidad de afectar a humanos. También se han vinculado con casos de dermatofitosis, la tiña; o con la criptosporidiosis, una enfermedad que afecta al sistema digestivo, causando diarrea. Los conejos también pueden portar consigo garrapatas que a su vez pueden afectar a humanos y otros animales.
La capacidad de los conejos para adueñarse de un ecosistema, sin embargo, quizás tenga su ejemplo más notorio en Australia. A mediados del siglo XIX, colonos británicos llevaron a Australia un “inocente regalo” que consistía en 24 conejos. Un estudio reciente estimó que esto fue suficiente para desatar “la invasión biológica más devastadora” del país.
Pero… ¿no estaban los conejos en peligro? El problema cunícola llama aún más la atención por un hecho: Los conejos europeos (Oryctolagus cuniculus) se encuentran en la lista de especies amenazadas, la “Lista Roja” de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Los conejos pasaron de ser considerados una plaga a una especie a proteger.
Sin embargo los agricultores señalan a una variante “híbrida” de esta especie. Estos conejos “híbridos” serían resultado de la unión de conejos de monte, silvestres, y domésticos. Esta variante sería “Más grande, más voraz y con mayor capacidad para procrear”, comentaba Fatás en una nota de prensa.
Los conejos domésticos son descendientes de los conejos salvajes europeos, por lo que, a diferencia de lo que ocurre en lugares como Estados Unidos, donde conejos domésticos y de monte pertenecen a especies alejadas, aquí en Europa la posibilidad de mezcla es real. A pesar de ello aún no han sido documentadas la existencia o características de estos híbridos más allá de las observaciones de quienes han sido víctimas de su voracidad.
La península ya no es lo que era. Durante el último medio siglo la Península Ibérica ha sido testigo de severos cambios en su ecosistema. Las causas son diversas, desde la despoblación rural y los cambios en el uso del suelo asociados con ésta, hasta el cambio climático.
Con o sin conejos híbridos, los agricultores se enfrentan a condiciones cada vez más duras. 2022 fue un año excepcionalmente seco y con alzas importantes en los costes energéticos. Existe por ello el riesgo de convertir a los conejos en el chivo expiatorio de unos problemas estructurales que afectan al conjunto de la agricultura española.
Las mismas presiones medioambientales sufridas por el sector primario son padecidas por los animales. Esto puede implicar cambios en su distribución, comportamiento y hábitos reproductivos. Es decir, existen otras explicaciones alternativas para explicar la mayor “voracidad” de los conejos, como el la sed causada por la sequía y el hambre al verse privados de pastos naturales.
In análisis necesario y urgente. Ya en 2017 los expertos alertaban, precisamente basándose en el caso de los conejos españoles, de la necesidad de que la comunidad científica de atender a “rumores” asociados con la vida salvaje. Esto es importante no solo desde la perspectiva teórica sino también con el objetivo de mejorar la gestión ambiental. Las relaciones entre humanos y vida animal son complejas y hay mucho en juego.
Lo que pone de manifiesto esta crisis es la necesidad de nuevas evaluaciones externas de las problemáticas a las que se enfrentan las cosechas españolas. Atendiendo a las posibilidades planteadas por el sector agrario además de otras hipótesis que pudieran explicar la mala situación del campo español.
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Imagen portada | Jason Leung
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