Durante la última parte de agosto hemos vivido una batalla campal entre las tormentas que iban ganando protagonismo y el calor asfixiante que nos ha acompañado a lo largo de todo el verano. La buena noticia es que, finalmente, van ganando las tormentas y septiembre se espera movidito. Esa es la explicación para lo que vamos a ver en lo que queda de semana: hoy mismo habrá máximas que de casi los 40ºC en siete provincias españolas, sí; pero en cuestión de horas la situación va a cambiar de forma radical.
¿El culpable? Groenlandia.
Empieza el otoño. El uno de septiembre empieza el otoño. El otoño meteorológico, eso sí. Y es que cuando nos enseñan las estaciones (y sus solsticios y equinoccios y tal), lo que nos están enseñando son las estaciones astronómicas; es decir, las que tienen que ver directamente con el movimiento de la Tierra y su eje inclinado alrededor del Sol. El otoño que empieza con septiembre es el meteorológico: el que los expertos utilizan para, teniendo en cuenta la inercia propia de una atmósfera que va adaptándose a su ritmo a esos movimientos astronómicos.
Pues bien, el otoño meteorológico va a arrancar con temperaturas por debajo de los 30 grados. ¿Por qué? Básicamente porque durante una borrasca se ha descolgado desde Groenlandia y va directa al noroeste peninsular. Eso se traducirá en una buena cantidad de lluvias en la cornisa cantábrica, primero; y si continúa acercándose durante el domingo y el inicio de la próxima semana, lluvias generalizadas después.
Se acabó el "horno ibérico". Sea como sea, lo que sí parece que no volveremos a ver es esa dorsal anticiclónica encajada sobre el país y produciendo calor como si no hubiera un mañana. Esto no deja de ser lo esperable en lo que los meteorólogos llaman "periodo tardoestival": una atmósfera mucho más inestable de lo normal y que, como habréis podido comprobar si habéis seguido de cerca los pronósticos, mucho más difícil de modelizar con precisión.
El Atlántico empieza a despertarse. Un buen ejemplo de que, pese a los temores de que el calor extremo se extendiera hacia septiembre, lo que estamos viendo es una vuelta a la normalidad es que el Atlántico parece que se está reactivando. Durante estas semanas y contra el pronóstico de los expertos, la temporada de huracanes ha sido realmente floja. Sin embargo, si miramos la situación oceánica ahora mismo, podemos comprobar que hay hasta cuatro zonas sospechosas de albergar ciclones tropicales.
La esperanza tiene forma de huracán. Esto es una buena noticia porque, como señala Juan Villena, redactor jefe de Meteored, una buena tormenta de este tipo podría (en uno de esos fenómenos agregados tan propios de la meteorología) empujar el chorro polar de tal forma que nos impactara de lleno. Y falta nos hace porque hasta ahora estamos "viviendo de migajas subtropicales". Algo que, en un contexto de sequía histórica como la actual, no es nada tranquilizador.
Imagen | Thomas Grams
Ver 30 comentarios