El Dakar es una cosa. Y el París-Dakar era otra.
No lo digo como algo malo, simplemente como un hecho sucedido por el paso del tiempo, la profesionalización del rally raid más famoso del mundo y por cómo ha cambiado el seguimiento de la prueba.
Lo explica muy bien Jose Armando Gómez, comentarista de la Fórmula E y periodista en Revista Coches, en este hilo de X. En él alaba las posibilidades que ofrece Arabia Saudí como entorno para competir el Dakar, con sus dunas enormes que se combinan con terrenos pisteros y menos arenosos pero rapidísimos.
Pero recuerda que, con los años, se ha perdido la esencia del "viaje" que era el París Dakar. Un rally menos profesionalizado con un mayor componente de aventura y que podía presumir de enlazar culturas, países y hasta continentes. Y en esa evolución del Dakar se ha perdido, también, auténticas locuras de quienes hasta entonces eran anónimos.
Hace una semana os contamos la historia que nos llevó a ver una suerte de Frankenstein de Rolls-Royce y Toyota por el desierto africano. Hoy os traemos algo igual de extraño y, probablemente, más peligroso.
El día que cuatro amigos se presentaron en la línea de salida en París con cuatro Vespas. Objetivo: llegar hasta Dakar.
Cuatro amigos y cuatro Vespas
1980.
Era el segundo año en el que iba a disputarse el "rally más duro del mundo". El año anterior, 80 coches y 90 motocicletas se habían aventurado por primera vez en una competición que los llevaría desde las calles de París a Dakar, la capital de Senegal. Por el camino 10.000 km para cruzar Francia, Argelia, Níger, Malí y Senegal.
Evidentemente, con las tecnologías de hace 45 años y con la intención de cruzar buena parte de África, el espíritu aventurero estaba estrechamente ligado a una primera edición en la que se trataba, primero, de sobrevivir y luego competir la clasificación. Para muestra, apenas 74 participantes de los 160 vehículos que tomaron la salida consiguieron llegar a meta.
Las exigencias del terreno y los kilómetros acumulados obligaban a tener entre las manos un coche o una moto dura y fiable que garantizara llegar a la línea de meta. Aquel año, las Yamaha XT 500 consiguieron hacerse con las dos primeras posiciones, por delante de una Honda XL 250S que cerró el podio.
Aquel año no había categorías, así que no hubo una clasificación de coches al uso. El primer automóvil fue un Range Rover y el segundo un Renault 4 que ocuparon la cuarta y quinta posición, respectivamente, de la clasificación general.
Así, la semilla estaba sembrada. Con el abandono de más de la mitad de los participantes, quedaba claro que el París-Dakar no era un rally raid cualquiera. Por eso, lo que menos se imaginaban quienes asistieran a la salida de 1980 era ver a cuatro amigos pilotando cuatro Vespas.
Los héroes (insensatos para otros) se llamaban Yvan Tcherniavsky, Bernard Neimi, Bernard Simonot y Jean-Louis Albera. En sus manos tenían cuatro Vespas P200E a las que habían modificado para poner ruedas de tacos, un depósito extra de combustible y otro espacio dedicado al agua que había que llevar de forma obligatoria, explican en Motorpasión Moto. Utilizaron también un motor de 200 cc que no era de serie para ganar algo más de potencia.
Pese a ello, buena parte de las dunas del rally las tuvieron que superar andando, empujando la moto arena arriba. Para la asistencia de estos cuatro amigos contaron otros cuatro Land Rover que seguirían la carrera por carretera para, en caso de emergencia, prestar su ayuda rápidamente.
El intento de estos cuatro pilotos de llegar hasta las orillas del Lago Rosa sigue sorprendiendo más de 40 años después. En este hilo de Threads puedes ver más imágenes de aquellos días. Es alucinante comparar el paso de los cuatro pilotos por la arena junto a pilotos montados en sus enormes motocicletas preparadas para superar todo tipo de terrenos offroad.
Pero, seguramente, lo más sorprendente es comprobar que dos de aquellos pilotos consiguieron ver las aguas del Lago Rosa en Dakar montados en sus propias Vespas. Efectivamente, Bernard Simonot y Jean-Louis Albera consiguieron llevar sus pequeñas scooters hasta la meta y, además, no quedaron los últimos. Alcanzaron la meta en las posiciones número 28 y 30, lo que tiene especial mérito en un año en el que tomaron la salida 86 participantes de los cuales sólo 31 llegaron a meta.
Foto | Rally Dakar
Ver 0 comentarios