Hay veces que las apariencias engañan, y con fenómenos que se mueven a la velocidad de la luz cualquiera podría decirlo, pero lo cierto es que los rayos caen de arriba abajo. Normalmente. En raras ocasiones los rayos ascienden desde las nubes hacia la frontera del espacio. Es un fenómeno extraño que estamos solo empezando a entender.
Hasta la ionosfera. El evento ocurrió en mayo de 2018 en el estado americano de Oklahoma. Un potentísimo rayo, con una carga unas 100 veces superior a la de un rayo convencional, según ha dado a conocer el equipo de expertos que ha estado analizando este inusitado fenómeno.
Los resultados de su investigación se han publicado a modo de artículo en la revista Science Advances, en el que también explican que en algunas zonas de la descarga el aire se calentó hasta los 4.400 grados centígrados.
La columna conductora, explica también el equipo de investigadores, se elevó 80 km hacia el espacio desde la tormenta eléctrica en la que se generó. Esto quiere decir que alcanzó la ionosfera, lo cual querría decir que el rayo superó la frontera del espacio (aunque la frontera es difusa).
Un viejo conocido del que apenas sabemos nada. Chorros como este no son exactamente nuevos y han sido estudiados durante los últimos 20 años. El problema es que no contamos con mecanismos para buscarlos y detectarlos ha dependido más de la suerte.
Este caso no es una excepción, y es que el evento fue hallado gracias a un aficionado a la ciencia con una cámara especializada. Fue a través de un compañero que Levi Boggs, investigador del Georgia Tech Research Institute (GTRI) y coautor del artículo se enteró de la existencia de la fotografía y del evento.
Un golpe de suerte. La suerte no acabó en esa conexión. El evento tuvo lugar cerca de una zona bien cubierta por instrumentos de medición, desde un sistema de mapeado de rayos de muy alta frecuencia (VHF) a dos radares meteorológicos NEXRAD. También fue cubierto por la red de satélites medioambientales geoestacionarios operacionales (GOES) de la National Oceanographic and Atmospheric Administration (NOAA).
Fuimos capaces de cartografiar este chorro gigante en tres dimensiones con datos de muy alta calidad” explica Boggs. “Pudimos ver las fuentes VHF sobre la nube, que no habían sido vistas anteriormente con este nivel de detalle. Utilizando los datos de satélite y radar pudimos descubrir dónde estaba localizada la porción líder sobre la nube.”
Con ello se refiere a las zonas con corrientes eléctricas más potentes, ahí donde se alcanzaron también las mayores temperaturas de más de 4.400 grados.
Líderes. Gracias a este cúmulo de circunstancias, los investigadores lograron cartografiar el evento en 3D, y descubrieron que las emisiones ópticas del rayo estaban muy por encima de las nubes. Esto les ha permitido conocer empíricamente las características de un fenómeno sobre el cual hasta ahora solo se había teorizado.
“Las señales VHF y ópticas definitivamente confirmaban lo que los investigadores habían sospechado pero no demostrado: que la emisión de radio VHF del rayo es emitida por pequeñas estructuras llamadas serpentinas que están en la misma punta del rayo en desarrollo, mientras que la corriente eléctrica más fuerte fluye significativamente por detrás de esta punta en un canal llamado líder”, explicaba Steve Cummer, de Duke University.
Peligro en potencia. El hecho de que estos chorros se dirijan hacia el espacio exterior y no hacia la tierra parece hacerlos menos peligrosos que los rayos comunes. Sin embargo, uno de los siguientes pasos para los investigadores será determinar si este tipo de eventos podría afectar a algunos de los satélites que orbitan la Tierra a menor distancia. También podría incluso afectar a radares que emplean la ionosfera para rebotar su señal.
Aún quedan preguntas sin responder en este aspecto, quizá la más importante sea ¿por qué? Los investigadores especulan sobre la posibilidad de que algo bloquee el paso habitual de los rayos entre la nube y el suelo u otra nube. Será difícil cazar nuevos eventos como este, pero el intento merece la pena para entender un fenómeno tan extraño y fascinante.
Imagen | Observatorio Internacional Gemini
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