Adaptarse… o adaptarse. Durante los tiempos de “bonanza”, cuando el e-commerce crecía a gran velocidad impulsado por los vientos en cola de la pandemia, Amazon se lanzó a reforzar su músculo logístico. Mano de obra o almacenes al margen, a principios de 2021 la compañía anunció su deseo de adquirir once aviones Boeing 767-300 a las aerolíneas Delta y WesJet, lo que se traducía en un impulso clave para su red Amazon Air. Poco antes había registrado unos ingresos trimestrales netos de 5.200 millones de dólares, nada menos que el doble de lo facturado un año antes.
El escenario ha cambiado desde entonces.
Y con él la estrategia.
¿Te interesa utilizar mi avión? Eso es básicamente lo que está planteando Amazon en un escenario de enfriamiento de la demanda. Al menos según la información desvelada por Bloomberg, que asegura que la multinacional está intentando comercializar el exceso de espacio con el que se está encontrado en sus aviones. Para lograrlo habría contratado ya a ejecutivos con experiencia.
¿Qué plantea la compañía? Una de las posibilidades pasaría por llenar con piñas y salmón naves que regresan vacías de Hawái y Alaska. La idea de fondo está clara: rentabilizar una flota que ronda el centenar de aviones entre EEUU y Europa. Según los datos recabados por el Instituto Chaddick para el Desarrollo Metropolitano de la Universidad DePaul, que monitorea los vuelos de Amazon Air desde 2020, en septiembre la operativa creció a su menor ritmo desde inicios de la pandemia.
Una apuesta clave de la compañía. Curiosamente, la nueva estrategia de comercialización llega poco después de que la propia Amazon haya presumido del alcance de su flota. A finales de octubre la compañía lanzó un comunicado firmado por Sarah Rhoads, vicepresidenta de Amazon Global Air, en el que saca pecho de la apuesta y despliegue de un servicio que aglutinaba ya —según los datos aportados por la empresa, con sede en Seattle— más de 110 aeronaves a nivel global.
No solo eso. En la misma nota Rhoads avanzaba el “fichaje” de 10 nuevos Airbus A330-300 alquilados a Altavair, modelos que estaban por entonces en proceso de adaptación para sumarse a la flota a finales de 2023 y con los que Amazon pretendía jubilar equipamiento más antiguo. Su apuesta en los últimos años no ha pasado únicamente por dotarse de más y mejores aeronaves. También ha estrenado instalaciones, incluido el centro aéreo de Estados Unidos localizado en el Aeropuerto Internacional de Cincinnati y el nodo europeo situado en la terminal de Leipzig/Halle.
¿Qué dicen las cifras?. La decisión está en sintonía con un año complejo para la multinacional estadounidense, que —según precisa la CNBC— ha visto cómo sus acciones cayeron cerca de un 51% en 2022, lo que representaría su mayor desplome desde 2000. Una de las claves de esa deriva es la desaceleración de las ventas online tras el “boom” que experimentaron durante el punto álgido de la pandemia, lo que también se dejó sentir con fuerza en las acciones de la empresa.
El escenario no afecta solo a Amazon. Al trazar sus previsiones para 2023, IATA, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, prevé que se alcancen unos ingresos de 149.400 millones de dólares, 52.000 menos que en 2022. "Con la incertidumbre económica, se espera que los volúmenes de carga disminuyan a 57,7 millones de toneladas, desde un pico de 65,6 en 2021", concluye.
Más allá de la carga aérea. El esfuerzo de Amazon por ajustar su capacidad logística no afecta únicamente a la operativa aérea. En mayo Bloomberg revelaba que la firma había decidido también desprenderse, al menos de forma temporal, de parte de sus almacenes. Según los datos publicados entonces, la multinacional buscaría dar salida a alrededor de 3.000 kilómetros cuadrados mediante diferentes fórmulas, que incluían el subarrendamiento o la rescisión de contratos. El reajuste de capacidad también se ha dejado sentir en otra de sus patas clave: la plantilla.
Imagen de portada: Amazon
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