La rivalidad que sostienen EEUU y China viene de lejos, pero se ha intensificado hasta alcanzar un nivel de agresividad inédito durante los últimos seis años. El Gobierno estadounidense ha reconocido abiertamente en el documento que recoge su estrategia de seguridad nacional de octubre de 2022 que China tiene la capacidad y los recursos necesarios para disputar a EEUU su posición de liderazgo mundial. El desarrollo social, económico, militar y tecnológico que ha experimentado el país liderado por Xi Jinping durante las últimas dos décadas avala esta conclusión.
El siguiente extracto literal de este documento refleja con mucha claridad por qué el Gobierno de EEUU considera a China una amenaza: "La República Popular de China (RPC) es el único competidor que tiene tanto la intención de remodelar el orden internacional como, cada vez más, la capacidad económica, diplomática, militar y tecnológica para hacerlo. Pekín tiene la ambición de crear una amplia esfera de influencia en las regiones del Índico y el Pacífico, así como de llegar a ser la potencia mundial líder". Estas líneas condensan a la perfección la historia de fondo que ha desencadenado la coyuntura internacional en la que nos encontramos.
Cada vez que la Administración estadounidense aprueba un nuevo paquete de sanciones dirigido expresamente a China y sus aliados, entre los que se encuentran Irán y Rusia, se esfuerza para justificarlo argumentando que su propósito es impedir que este gigantesco país asiático emplee las tecnologías de vanguardia desarrolladas por EEUU y sus aliados para reforzar aún más su capacidad militar. En este ámbito la industria de los semiconductores interpreta un papel protagonista, por lo que buena parte de esas prohibiciones ataca directamente a los fabricantes chinos de circuitos integrados. Sin embargo, EEUU no va a poder ir mucho más allá de lo que ya lo ha hecho con las sanciones que entraron en vigor el pasado 16 de noviembre.
La capacidad de adaptación de China está siendo puesta a prueba
Si nos ceñimos a la industria de los chips EEUU y los países de su órbita que tienen un gran peso específico en este sector, como Países Bajos, Japón, Alemania o Corea del Sur, ya han puesto toda la carne en el asador. Los principales fabricantes de equipos de litografía, entre los que destacan ASML, Tokyo Electron y Canon, tienen prohibido vender a sus clientes en China sus máquinas de producción de circuitos integrados más avanzadas. Además, NVIDIA, Intel, AMD, Samsung, Micron o SK Hynix, entre otras compañías, tampoco pueden vender en China sus chips más sofisticados.
Actualmente las sanciones de EEUU son tan restrictivas que ninguna tecnología de vanguardia bajo su control puede llegar a China. Al menos de una manera oficial
Actualmente las sanciones de EEUU son tan restrictivas que ninguna tecnología de vanguardia bajo su control puede llegar a China. Al menos de una manera oficial. Y, sin embargo, el país liderado por Xi Jinping está logrando adaptarse a estas circunstancias tan exigentes. Su estrategia para hacerlo posible tiene dos pilares. Uno de ellos requiere dedicar tantos recursos como sea posible al desarrollo de su industria de los chips con el propósito de independizarse lo antes posible de las tecnologías de origen extranjero. Su mayor desafío en este ámbito consiste en producir sus propios equipos de litografía de ultravioleta extremo (UVE), y presumiblemente no va a tenerlos antes de que finalice esta década.
El otro pilar consiste en proteger su industria de los chips reforzando la producción de circuitos integrados con tecnologías de integración maduras. Según un equipo de analistas del banco de inversiones suizo UBS China está invirtiendo en el desarrollo de este tipo de circuitos integrados porque son fundamentales para numerosas industrias estratégicas, como la del coche eléctrico, la electrónica de consumo o los electrodomésticos. "Las restricciones de EEUU son muy limitadas en el terreno de los nodos maduros [...] Estamos viendo cómo China está incrementando su esfuerzo para invertir en estas áreas", apunta Randy Abrams, uno de los analistas de UBS.
En el clima de confrontación actual es razonable que nos preguntemos por qué EEUU no dificulta también la llegada a China de los equipos de litografía empleados en la fabricación de chips maduros. Con toda probabilidad no lo hace debido a que su contrincante ya dispone de una base muy amplia de máquinas de litografía adecuadas para fabricar este tipo de semiconductores. Y, además, porque extender las sanciones también a este frente dañaría aún más a las empresas cuyo negocio en China ya se está viendo seriamente comprometido, como Tokyo Electron, Nikon, Canon, o, sobre todo, ASML. En estas circunstancias EEUU no tiene otra opción que medir cuidadosamente sus próximos pasos.
Imagen de portada: MattWade
Más información: SCMP
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