La sabiduría convencional nos dice que para lograr lo que queremos en la vida –ponernos en forma, un ascenso laboral, abandonar un vicio– debemos crear "objetivos específicos y alcanzables". Resuena en la cabeza de las veces que lo hemos escuchado.
Suena razonable, pero James Clear, autor de 'Hábitos Atómicos', propone un enfoque diferente: olvidarnos de los objetivos para centrarnos en construir sistemas.
Es una idea que puede sonar contraintuitiva, pero si lo dice Clear, papel y boli. El punto de partida tiene sentido: ¿cómo vamos a llegar a ningún lado si ni siquiera sabemos hacia dónde nos dirigimos? Clear argumenta que los sistemas son más poderosos que los objetivos para generar resultados sostenibles a largo plazo.
¿Qué es un sistema? Clear lo define como "los procesos y las rutinas que seguimos en el día a día". Un ejemplo claro, si eres entrenador de fútbol:
- Tu objetivo puede ser ganar la liga...
- ...pero tu sistema sería cómo entrenas a tus jugadores y cómo preparas cada partido.
Si eres músico:
- Tu objetivo puede ser tocar una pieza muy compleja...
- ...pero tu sistema sería cuánto y cómo practicas cada día.
La tesis de Clear es que enfocarse de forma obsesiva en mejorar el sistema conduce a unos resultados que acaban llegando solos. Es otra forma de pensar en la productividad y en la consecución de objetivos.
El enfoque basado en objetivos tiene varios problemas según el criterio de Clear:
- Los ganadores y los perdedores tienen los mismos objetivos. Todos los atletas olímpicos quieren el oro, pero no todos lo consiguen. Lo que diferencia a ganadores de perdedores no son sus objetivos, sino sus sistemas.
- Lograr un objetivo es algo momentáneo. Limpiar una habitación desordenada (objetivo) manteniendo los mismos hábitos desordenados (sistema) te hará volver al punto de partida.
- Los objetivos restringen nuestra felicidad. Condicionan a pensar que seremos felices cuando logremos 'x', la satisfacción siempre queda postergada. Enfocarnos en el sistema nos hará disfrutar del proceso y sus pequeñas victorias.
- Los objetivos van contra el progreso a largo plazo. Alcanzar uno lleva a estancarse, no hay perspectiva sobre lo que viene después.
El enfoque en sistemas resuelve estos problemas: ayuda a generar mejoras continuas y sostenibles en el tiempo, sin los altibajos habituales de cuando perseguimos objetivos concretos.
Esto no anula la cultura de los objetivos, no los convierte en inútiles. Son buenos para planificar un progreso y darnos una dirección a corto plazo. Pero lo que genera resultados son los sistemas.
Cómo aplicarlo en la práctica. El consejo de Clear es simple: enamórate del proceso, no del producto. Diseña sistemas que te permitan ir mejorando un poco cada día, sin obsesionarte con resultados concretos. El tiempo hará que las mejoras se acumulen y te lleven más lejos que perseguir un objetivo ambicioso.
Es un enfoque poco habitual en la era de las distracciones permanentes y la gratificación instantánea. Construir a largo plazo y mantener sistemas efectivos de forma constante es diferencial. Si además lo hacemos en una industria que cambia tan rápido como la tecnológica, donde los objetivos concretos se quedan obsoletos en poco tiempo, ganamos en flexibilidad.
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