De Vigo a Bangkok y de la Patagonia argentina a las costas del Mar del Norte. La noticia de que China se preparaba para relajar su estricta política "COVID zero" y reabrir su grifo turístico sacudió a los hoteles de medio planeta en enero. Lógico. El gigante asiático es también un gigantesco mercado turístico, una inmensa bolsa de ávidos visitantes que solo en España había dejado en 2019 —el ejercicio previo a la crisis sanitaria— un flujo de 700.000 visitantes y un gasto de unos 1.650 millones de euros. Tras casi tres años de rigores pandémicos y cierre obligado, su retorno se prometía todo un “boom” para el sector, el maná esperado por la hostelería.
La realidad ha resultado algo más descafeinada.
Un poco de memoria. 2023 arrancó con magníficas noticias para el sector hotelero. Tras una intensa oleada de quejas en la calles por la política de "Covid Zero", un fenómeno inusitado en el país, las autoridades decidieron mover ficha y anunciar una relajación en las medidas que habían restringido los movimientos en, hacia y desde su territorio. Se suavizaron las condiciones para entrar en China —lo que hasta entonces había exigido severas cuarentenas— y las limitaciones en los vuelos y se anunció un retorno "ordenado" de los viajes al extranjero.
Ya a comienzos de enero el Gobierno levantó las limitaciones a los viajes entre ciudades y los ciudadanos chinos… los chinos se lanzaron a sus ordenadores para teclear destinos en los que disfrutar del Año Nuevo Lunar, como constataban por entonces Trip.com o la agencia Qunar, que percibían un interés especial por Japón, Tailandia, Corea del Sur, EEUU, Singapur, Malasia y Australia. Tal era el escenario y tales las previsiones que hubo países que temían que la súbita apertura del "grifo turístico" chino los expusiese a la llegada de turistas contagiados con COVID-19.
Y llegó la primera gran prueba de fuego. Una cosa son sin embargo las previsiones y otra muy distinta los hechos. Pese a las búsquedas identificadas por Trip.com en enero, la realidad fue que durante la Semana Dorada —un período de festivos que se celebran en China entre finales de abril y comienzos de mayo— el Sudeste Asiático se encontró con que no llegaba la esperada y sobre todo deseada avalancha de turistas chinos. El motivo: muchas familias del gigante asiático parecieron optar por destinos locales frente a los internacionales.
"La recuperación de la demanda de viajes nacionales de los turistas chinos es mucho más fuerte que la de los viajes al extranjero", explicaba en mayo al South China Morning Post (SCMP) Haiyang Song, profesor de turismo en la Universidad Politécnica de Hong Kong y quien apuntaba a "un problema de oferta y demanda". De hecho, en abril la disponibilidad internacional de plazas del país era todavía un 37% inferior a la del mismo mes de 2019 y suponía solo el 4% de toda la capacidad de las aerolíneas chinas. La nacional estaba un 18% por encima de la de 2019.
El "chasco" del Sudeste Asiático. Las cosas no mejoraron en mayo en el Sudeste Asiático, donde se sitúan destinos turísticos con el tirón de Indonesia, Singapur, Vietnam o Tailandia. Bloomberg asegura que en cinco de esos países el flujo de visitantes chinos representó solo entre el 14 y 39% del registrado en 2019. Y para muestra, un botón: entre enero y mayo Singapur recibió 310.900 viajeros chinos, muy lejos de los 1,55 millones de cuatro años atrás. En Japón Takashimaya deja un retrato similar: si antes de la pandemia los turistas de fuera de China suponían el 20% de sus ventas totales, de marzo a mayo fueron casi el 70%.
El escenario para el verano no pintaba mejor, al menos según los datos que manejaba Bloomberg a principios de julio: las reservas chinas no presentaban avances significativos y grandes destinos, como Singapur y Malasia, registraban solo el 30% de la demanda previa a la crisis durante las vacaciones. En Tailandia el dato era incluso más limitado, de solo el 10%. Una de las claves es la capacidad de vuelo entre China y la región, que si bien había mejorado seguía manteniendo la mayoría de sus rutas por debajo de los niveles precrisis. El Sudeste Asiático sí estaría disfrutando de otro mercado fundamental: el Indio, que en mayo dejó incluso más visitantes en Singapur que China y consolidaba su peso.
Más allá del Sudeste Asiático. Tailandia, Singapur o Indonesia no son los únicos que se han visto obligados a enfriar sus expectativas. En Australia las cifras del mercado chino registradas en febrero, primer mes tras la reapertura del gigante asiático, fueron bastante inferiores a las de hace cuatro años. Y en Estados Unidos, que antes de la pandemia tenía en China su cuarto mayor mercado, hay estudios que muestran un escenario similar: según las cifras de Skift Research, entre mayo de 2022 y abril de 2023 EEUU recibió algo más de 540.000 turistas chinos, un 81% menos que en el período equivalente anterior a la pandemia, en 2019.
"Hasta que no consigamos un retorno de Asia, en particular de China, no tendremos una recuperación total", reconocía hace unos meses el presidente de Brand USA, Chris Thompson, durante una intervención en el Senado.
¿Y en Europa? Si bien el fenómeno es reciente y queda todavía verano por delante, aquí, en Europa, hay estudios que muestran que la recuperación durante al menos los primeros meses de reapertura ha sido tibia. En mayo Reuters citaba un informe de ForwardKeys que dejaba sobre la mesa un par de cifras reveladoras: la primera, que los precios de los billetes de avión para volar entre China y Europa eran hasta un 80% más caros que antes de la pandemia; segunda, que la afluencia de viajeros durante las vacaciones de mayo fue un 64% inferior a 2019.
Antonio Belloni, directivo de LVMH, aclaraba que quienes regresaban a Europa eran en su mayoría viajeros de negocios y turistas con un alto poder adquisitivo. Eso explicaría que el valor medio de las transacciones de los chinos durante marzo fuese con todo un 28% superior al de 2019. "Con la cantidad de vuelos entre China y Europa todavía limitada y muchos puntos de acceso europeos que aún carecen de personal o infraestructura para el regreso del turismo chino masivo, aún hay varios obstáculos […]. Es probable que Europa tenga que esperar hasta finales de 2023 o 2024 para ver el regreso del turismo chino a gran escala”, señalaba Jing Daily.
Con la vista puesta en China. Si algo está claro es el enorme potencial del mercado chino. Y no en base a estudios, proyecciones o estimaciones, sino a los balances reales, con euros contantes y sonantes, de los años previos a la pandemia. Se calcula que en 2019 los turistas chinos protagonizaron 155 millones de viajes al extranjero y se gastaron casi 250.000 millones de dólares, equivalente al PIB de Vietnam en 2018. En España dejó 700.000 visitantes y 1.650 millones de euros.
Los datos de Turespaña muestran además que la estancia media de los turistas chinos es larga, de ocho días, y dejaba un gasto medio por visitante que antes de la pandemia rondaba los 2.600 euros. Precisamente por ese valor, el organismo, ligado al Ministerio de Industria, organizó un encuentro con empresarios del sector chinos y españoles. “Con la pandemia el tráfico de turistas se suspendió y el objetivo es recuperar cuanto antes la dinámica de fuerte crecimiento del mercado chino en los años previos a la pandemia”, explicaba Miguel Sanz, de Turespaña.
Un cóctel de factores. Solo así se explica la tendencia del mercado turístico chino durante los últimos meses: por un complejo cóctel que combina factores económicos, sociales, logísticos e incluso geopolíticos. Una de las claves que se desprende de los informes de Skift o su propio Ministerio de Turismo es que los chinos parecen estar quedándose en casa, "redescubriendo" su propio país.
Hace meses la cadena BBC apuntaba que el turismo interno se había recuperado durante las festividades del Primero de Mayo hasta alcanzar niveles que superaban los previos a la pandemia: realizaron 274 millones de viajes dentro de la nación, un 20% más que en 2019, y con un gasto que supera con creces al anotado en 2022.
Cuestión de prestigio... y facilidades. "El turismo interno ha ganado en prestigio y también en calidad", explica Georg Arlt, del Instituto de Investigación de Turismo de Salida de China a la CNBC. La cadena apunta en cualquier caso otra razón clave del fenómeno, de carácter logístico y económico: los tiempos de espera para las visas de viaje al extranjero y la escasez de vuelos asequibles.
Mientras la capacidad de las aerolíneas nacionales ya se habría recuperado por completo, la de las conexiones internacionales seguiría por debajo de la mitad de la anotada antes de la crisis sanitaria, lo que según el informe ‘State of Traver 2023’ se traduce en casi cinco millones de asientos menos. Madrid, sin ir más lejos, aún habría recuperado el 83% de las conexiones con China previas a la pandemia.
Recuperación a dos marchas. "Los últimos días festivos, como el festival Dragon Boat Race, el nivel de turismo interno ya había vuelto a los de 2019. Los viajes de salida solo han vuelto a alrededor de un tercio de los niveles de 2019 [en términos] de número de viajes", comenta Arlt. Sobre el tablero hay otros factores igual de importantes: la desaceleración de la economía China, una reducción del gasto dedicado a viajes, los efectos de la guerra de Ucrania en el tráfico aéreo —las aerolíneas norteamericanas no pueden volar por ejemplo a través del espacio aéreo ruso— o simplemente un cambio de tendencia a la hora de planificar los viajes.
Morning Consult Pro detecta por ejemplo que los chinos han cambiado sus preferencias: están menos interesados en viajar a América del Norte y más a Oriente medio y el norte de África. Su análisis aprecia también una tendencia al alza en el interés por Europa. El "giro" no se explica únocamente por una cuestión de disponibilidad de vuelos o recursos para pagar el viaje. Entra en juego también la geopolítica, muy marcada por las tiranteces entre Washington y Pekín. "Casi dos de cada cinco adultos chinos dijeron que las malas relaciones entre China y un país extranjero sería una razón importante para evitar visitarlo", recoge el informe.
¿Cuáles son las previsiones ahora? No todo son señales negativos. A fin de cuentas y como explicaba en primavera Arlt a SCMP, parte del escenario actual se explica por las previsiones erróneas que se manejaron cuando saltó la noticia sobre el fin de las restricciones en China: "Hay muchos obstáculos que salvar —logísticos, burocráticos...— para volver a niveles 'normales' de viajes aéreos. Las expectativas de la mayoría han sido demasiado altas, lo que está ocurriendo es lo que cabía esperar desde un punto de vista realista", explica el experto.
Sobre la mesa hay informes, como los elaborados por McKinsey & Company o Morning Consult Pro que constatan un deseo de los chinos por viajar fuera de su país. Los autores de este último análisis, de mediados de julio, aseguran de hecho que el 52% de los adultos chinos aseguran estar interesados en realizar un viaje al extranjero, porcentaje que representa un alza de 24 puntos con respecto a 2022. Cuando a finales de 2022 McKinsey preguntaba a los chinos por sus planes de viaje, alrededor del 40% esperaba también realizar viajes fuera de su país.
Imágenes: Brian Kyed (Unsplash) y Oleg Afonin (Flickr)
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