Con la factura eléctrica por las nubes, la idea de tratar de ahorrar en costes energéticos va cobrando más y más importancia. Para lograrlo todo suma (o, en este caso, resta), y lo demuestra el repaso al concepto del "consumo fantasma", al que éramos bastante indiferentes hasta ahora pero que en los últimos meses se ha convertido en un elemento notable de lo que gastamos en luz cada mes. ¿Qué es, cuánto nos cuesta y cómo minimizarlo? Veámoslo.
Qué es el consumo fantasma. Es el consumo de electricidad de los aparatos electrónicos conectados permanentemente a la red. O dicho de otro modo, el consumo de los aparatos cuando están en "stand by" o "espera", listos para ser usados en cualquier momento con un mando a distancia o con pulsar un botón.
Y puede ser bastante alto. Lo cierto es que el consumo de esos dispositivos en modo de espera suele ser pequeño, pero el problema es que solemos tener muchos productos enchufados, y al final esos "muchos pocos" acaban sumando y creando un factor de consumo importante. Aquí hubo no obstante movimientos para tratar de controlar este gasto.
La Unión Europea lucha contra los consumos fantasmas. La UE creó por ejemplo un reglamento para evitar consumos fantasmas disparados. Los productos fabricados a partir de 2010 deben tener modos de espera que consuman entre 1 y 2 vatios como máximo, pero si tenemos en cuenta que cada vez tenemos más dispositivos electrónicos (o electrodomésticos) enchufados todo el día a la corriente, la cosa se vuelve preocupante. Hay además dispositivos especialmente glotones en modo espera, y las consolas de última generación —no tanto las de la anterior— son un buen ejemplo.
Cuánto supone en la factura. Los datos varían mucho de un caso a otro, pero se estima que el consumo fantasma puede llegar a suponer entre un 7% y un 11% del consumo eléctrico de un hogar medio. Otros estudios van más allá: en British Gas estimaron que ese consumo fantasma —ellos lo llaman "energía vampira"— puede suponer hasta el 23% de nuestro uso de electricidad. De hecho aseguran que ese desaprovechamiento provoca un gasto de 2.200 millones de libras esterlinas.
Un ejemplo práctico. Una simulación de nuestros compañeros de Xataka Smart Home revela cómo teniendo varios productos conectados pero sin usar acaban ofreciendo un consumo fantasma preocupante.
Al tener por ejemplo horno, microondas, televisor, receptor AV, telefonillo con luz, dos ordenadores, aire acondicionado, PLCs y cargadores móviles ese consumo fantasma estimado ascendía a unos 39 W por hora, lo que al precio actual de la electricidad (0,40 €/kWh aproximadamente) hace que al año gastemos unos 135 euros sin haber usado esa energía de forma especialmente productiva.
Quiero medir ese consumo fantasma. Puedes, por supuesto. Existen medidores de consumo eléctrico que cuestan entre 15 y 30 euros —este modelo cuesta por ejemplo 20,99 euros— y que miden voltaje, intensidad y consumo de cualquier aparato que enchufemos con un margen de error del 0,5% y una sensibilidad mínima de entre 0,25 y 0,5 W según fabricante y modelo.
¿Y qué pasa con el cargador del móvil? Uno podría pensar que los cargadores móviles siguen gastando de forma notable incluso cuando no lo tenemos enchufado al móvil. También puede haber miedo a tener los móviles o tabletas toda la noche cargando, porque así se seguirá consumiendo electricidad.
Ambos mitos son falsos, y el consumo fantasma de estos cargadores es insignificante. Hay otros aparatos que sí tienen un consumo fantasma elevado, pero los cargadores móviles no están entre ellos.
Cómo evitar (o minimizar) el consumo fantasma. Si tenemos que comprar un nuevo dispositivo eléctrico o electrónico siempre conviene consultar ese dato —que los fabricantes deben hacer público—. Si ya están en casa, lo ideal es usar regletas con interruptor y acordarse de apagarlas para evitar consumos fantasmas durante la noche.
Otra opción es usar temporizadores para desconectar automáticamente aparatos que no utilicemos de noche. Y si queremos ir a algo más avanzado y efectivo, hay regletas especiales con eliminador de Stand by que detectan caídas del consumo —esta cuesta 32 euros— y conmutan automáticamente, además de ofrecer opciones como protección contra sobretensiones.
Imagen | Remi Godet
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