En 1996, cuando SpaceX todavía no existía y la NASA dependía de otras empresas y desarrollos propios para llevar a cabo sus misiones, la agencia hizo un contrato que llevó a la destrucción de dos cohetes, dos satélites y pérdidas por más de 700 millones de dólares, según el resultado de una investigación de varios años, y que finalmente se ha hecho pública.
En 2009 y en 2011, la misión Taurus tenía la tarea de poner en órbita un satélite perteneciente al Orbiting Carbon Observatory, y otro llamado 'Glory', ambos centrados en analizar las condiciones meteorológicas de la Tierra. El problema fue que en ambas misiones los cohetes presentaron el mismo fallo y terminaron estrellándose en el Océano Pacífico cerca de la Antártida. Hoy, después de varios años, la NASA da a conocer el nombre de los culpables.
Una pérdida de años de trabajo científico
La NASA acaba de publicar un informe detallado de su investigación, con la cual concluyen que el fallo de las misiones Taurus se debió a un fraude de la compañía de Oregon llamada Sapa Profiles Inc. (SPI), quien durante 19 años se dedicó a falsificar certificaciones de piezas de aluminio para diversos clientes, incluida la NASA.
Según la investigación, durante los despegues de los dos cohetes Taurus todo salió de acuerdo a lo planificado, el problema apareció cuando el carenado, donde se encontraba el satélite, no se separó del propulsor. Este peso extra provocó que la nariz del cohete no pudiera llegar a la órbita y se terminará estrellando en el océano. En ambas misión se presentó el mismo fallo, según la NASA.
Un grupo de ingenieros de la NASA determinaron que la pieza de aluminio que unía la nariz con el propulsor, y que estaba diseñada para romperse tras una pequeña explosión, se mantuvo en su lugar en todo momento y no presentó daño alguno tras la explosión que debería haberla destruido.
La NASA afirma que esta pieza, construida por SPI para Orbital Sciences, la compañía que fabricó los cohetes, era demasiado gruesa y por tanto era muy difícil que se rompiera con la explosión. Lo curioso de todo, es que SPI afirmó en todo momento que la pieza fue fabricada de acuerdo a las especificaciones de Orbital.
En una investigación posterior, la NASA descubrió que SPI había estado falsificando las pruebas de sus productos, donde los mismos supervisores de la compañía se hacían cargo de modificar los resultados de las pruebas a mano, o utilizaban resultados de piezas que ya habían pasado las pruebas para así certificar las piezas defectuosas.
Ante esto, la NASA demandó penalmente a SPI, quien terminó pagando únicamente 46 millones de dólares por cargos de restitución, esto tras declararse culpable y admitir que algunos de sus empleados habían falsificado los resultados de las pruebas relacionadas con la resistencia y fiabilidad del metal bajo presión. Sapa Profiles Inc., que ahora ahora cambió su nombre a Hydro Extrusion Portland Inc., también se declaró culpable de un cargo de fraude, por lo que actualmente ya no pueda participar en los contratos del gobierno federal de Estados Unidos.
Curiosamente, en 2017, el supervisor de laboratorio de SPI, Dennis Balius, fue sentenciado a tres años de prisión y pagó una multa de 170.000 dólares en relación con unas certificaciones fraudulentas. Por otro lado, a pesar de que SPI admitió haber engañado a la NASA, siguen cuestionando su papel en los fracasos de los dos lanzamientos.
Jim Norman, director de servicios de lanzamiento de la NASA, comentó:
"Cuando los resultados de las pruebas son alterados y las certificaciones son falsas, las misiones fallan. Debido a este fraude, se perdieron años de importante trabajo científico."
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