¿Cómo será el fin del universo? Es una de las grandes preguntas para la ciencia por sus implicaciones, pero también es una que aveces pasa desapercibida. Quizás porque no nos guste pensar en cómo se acaban las cosas (aunque queden miles de millones de años para ello), o quizás porque el consenso en esta materia resulte apabullante.
Aunque quizás no lo sea tanto.
Nuevas pistas. Un nuevo estudio acaba de hallar pistas que indican un posible debilitamiento de la energía oscura, la misteriosa fuerza que hace que el universo se expanda. Esto podría llevar a que el universo acabe contrayéndose en lugar de expandirse cada vez más rápido pero, en un plazo más inmediato podría obligarnos a revisar nuestro “modelo estándar” de la cosmología.
Lambda-CDM. Este modelo estándar es el que vincula energía oscura y materia oscura fría o ΛCDM (Lambda – Cold Dark Matter). La clave de la expansión del universo está en el parámetro lambda. Este representa a una constante, la constante cosmológica.
Aunque no sepamos exactamente qué es, la energía oscura es la fuerza que estira como un chicle el escenario mismo del universo, haciendo que las galaxias se alejen entre sí en lugar de atraerse por efecto de la gravedad. Hace apenas un cuarto de siglo que descubrimos que el universo no solo se expande sino que lo hace aceleradamente como fruto de esta energía expansiva constante.
Ahora la pregunta es, ¿y si esta constante… está cambiando? (Y decreciendo, por ser más precisos.)
5.000 robots estudiando el firmamento. Para responder esta pregunta, el instrumento DESI (Dark Energy Spectroscopic Instrument) ha estado cartografiando el universo que nos rodea durante el último año. Este instrumento está compuesto por 5.000 pequeños robots cilíndricos con sensores de fibra óptica, y está instalado en el telescopio Nicholas U. Mayall, en Arizona.
DESI estudia la impronta de las oscilaciones acústicas de los bariones (BAO), siendo capaz de medir su señal a través de distintos puntos temporales de la historia cosmológica, hace entre 11.000 y 3.000 millones de años.
El instrumento lleva un año trabajando y aún le quedan cinco de actividad, por lo que los resultados son preliminares. Sin embargo se trata de las medidas más precisas obtenidas hasta ahora. Una bibliografía de datos, borradores y documentos de trabajo han sido puestos a disposición del público a través de la página web del proyecto.
El “gran error” de Einstein. Este proyecto continuará escudriñando los confines de nuestro universo durante años. Si en este tiempo sus primeros resultados se confirman los físicos teóricos van a tener trabajo. Para muchos será también un alivio.
En 1917, físicos como Albert Einstein y Willem de Sitter, se dieron cuenta de que al aplicar las fórmulas de la relatividad general al comportamiento del cosmos, el modelo descrito no resultaba estático. Algo que rompía los moldes de lo que se creía hasta entonces pero que acabaría dando pie a los modelos cosmológicos modernos. La solución de Einstein fue adaptar el nuevo modelo cosmológico, introducir una lambda que pusiera en su lugar las cosas. Y que no se movieran de ahí.
Tuvo que pasar más de una década hasta que Edwin Hubble observara por primera vez la expansión del universo. La lambda de Einstein quedaría enterrada durante décadas y el físico alemán moriría pensando que aquel fue su gran error.
“Big Crunch”. Casi un siglo después, la historia se repite. Algo que creíamos constante quizás no lo sea tanto. Como en tiempos de Einstein, la lambda contemporánea que representa a la energía oscura no deja de ser un instrumento con el que rellenamos los huecos de nuestros modelos para que se ajusten a lo que observamos.
Si estas últimas observaciones se confirman podría querer decir que nuestro modelo cosmológico estándar requiere otro cambio significativo: quitar una constante e introducir una variable. Esto podría tener consecuencias importantes para la física (quizás podría ayudarnos a resolver el gran desacuerdo entre las observaciones de la velocidad de expansión del universo).
También reabre la puerta a una hipótesis abandonada, la del Big Crunch. Esta hipótesis postula que el universo acabará implosionando en un “Big Bang inverso”. Esta hipótesis había sido descartada puesto que se creía que la inflación cósmica estiraría a las galaxias y las alejaría entre sí con más velocidad que aquella con la que la gravedad las atrae. Una hipótesis que ahora quizás tengamos que rescatar de la basura como en su día se rescató a la constante lambda.
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