A veces, cuando dedicamos tanto tiempo a hablar de galaxias extremadamente lejanas o agujeros negros supermasivos puede dar la sensación de que sabemos casi todo de las cosas que tenemos más cerca. Pero no es verdad. Hasta hace nada no sabíamos por qué las dos caras de la Luna eran tan diferentes y, aún hoy, no sigue sorprendiendo cosas tan teóricamente sencillas como el verano en Neptuno.
Las cosas en el Espacio van despacio. Porque sí, en Neptuno también hay estaciones y, como en la Tierra, tienen todo que ver con el movimiento del planeta alrededor del Sol. El único problema es que un año en Neptuno dura 165 años terrestres y, en la misma línea, las estaciones se desarrollan a lo largo de 40 años. Claro, esto explica por qué sabemos muy poco sobre el verano en el hemisferio del planeta: porque solo lleva desde 2005 en él.
Cuando llega el calor... 165 años, en ciencia espacial, son muchos años. Los astrónomos no habían tenido la oportunidad de estudiar cómo cambiaban las temperaturas en el planeta después del solsticio de verano y, con razón, estaban expectantes. Digo "con razón" porque, lo primero que se encontraron fueron que las temperaturas bajaban. 8 °C menos a nivel global entre 2003 y 2018.
“Este cambio fue inesperado”, explicaba Michael Roman, investigador postdoctoral de la Universidad de Leicester. “Como hemos estado observando Neptuno desde el inicio de su verano austral, esperábamos que las temperaturas se hicieran lentamente más cálidas, no más frías”.
Pero la cosa no queda ahí. Y, por si fuera poco raro, entre 2018 y 2020 el polo sur (y solo el polo sur) aumentó, de repente, 11 °C.
Los astrónomos observaron un centenar imágenes térmicas infrarrojas de Neptuno, captadas durante el período de 17 años por multitud de telescopios, entre ellos el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral. Con toda esa información, reconstruyeron las tendencias generales en la temperatura del planeta.
Neptuno, ese gran desconocido. “Nuestros datos cubren menos de la mitad de una temporada de Neptuno, por lo que nadie esperaba ver cambios grandes y rápidos”, explicaban los investigadores. ¿Qué significa todo esto? La verdad es que no lo tenemos nada claro. Neptuno está a unos 4.500 millones de kilómetros de distancia y hace mucho, mucho frío (-220 °C de temperatura media). No tiene nada que ver con nuestra cálida piedra rodeada de agua.
No obstante, avanzar en nuestra comprensión de la ciencia planetaria nos da claves para entender mejor los exoplanetas y, también, para comprender mejor las dinámicas propias de nuestra querida casa. Pero, más allá de eso, hay una cuestión de pura curiosidad. “Creo que Neptuno es, en sí mismo, muy intrigante para muchos de nosotros porque todavía sabemos muy poco sobre él”, explicaba Roman. Ahora ya sabemos algo más.
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