El uno de enero de 2019, New Horizons llegó a Arrokoth. Desde entonces, hay cosas que han cambiado (en aquella época se llamaba 'Ultima Tule'), pero el hecho de que se trata del objeto más lejano y primitivo al que nunca ha llegado una de nuestras naves espaciales permanece ahí, a 6.500 millones de kilómetros del Sol. Además de eso, Arrokoth tampoco estaba destinado a grandes cosas.
Fue escogido por la sencilla razón de que "pillaba de camino" en la órbita que iba a tomar la sonda espacial una vez dejara atrás Plutón. Arrakoth es el tipo de "objeto clásico del cinturón de Kuiper" que tarda 298 años en dar una vuelta alrededor de su estrella y eso, como es fácilmente comprensible, tampoco era cuestión de esperarlo si por un casual las órbitas no hubieran coincidido. Sin embargo, allá en el frío extrarradio del Sistema Solar, los científicos han descubierto que la formación de los planetas puede ser también una historia de amor.
Una historia de amor que amplia nuestra comprensión del origen del sistema solar
Y es que los modelos tradicionales sobre la formación planetaria suelen hablar de acrecencia jerárquica. Es decir, el esquema con el que solemos entender la formación de planetoides, cometas y tierras es sencillamente una sucesión de colisiones entre parte dispares de una enorme nebulosa. Una especie de enorme pista de coches de choque enfurecidos de cuya colisión surgiría ese enorme cúmulo de chatarra espacial que llamamos cuerpo celeste.
Pero las investigaciones que hoy se publican en Science nos dicen que la historia de Arrokoth no fue así. Sus partes, con más de cuatro mil millones de años, no surgieron de una bacanal de violencia interestelar, sino que se ensamblaron muy suavemente como parte de una nebulosa local que lentamente se agrupó en forma de objeto espacial.
No cabe duda que esto no invalida per se la tesis de la acrecencia jerárquica, pero sí nos da una imagen mucho más rica de cómo funciona el complejo proceso que comienza por una nebulosa solar y acaba con un sistema como el que tenemos hoy por hoy. Además, ha querido la casualidad, que esta historia de amor entra las dos partes de Arrokoth se publique en el número de San Valentín. Igual hay algún científico por ahí tratando de sugerirnos que hagamos el amor y no la guerra. Cosas más raras se han visto.
Ver 5 comentarios