El 30 de noviembre de 2017, Taiwan tuvo la suerte de observar el arcoíris más largo jamás registrado. Con ocho horas y cincuenta y ocho minutos, está en proceso de ser incluído en el Libro Guinness de los récords.
Por descontado, su duración resulta increíblemente sorprendente puesto que estos fenómenos no suelen durar más que unos 15 o 20 minutos a lo sumo. Esto se debe, principalmente, a su naturaleza meteorológica. Pero tampoco es la primera vez que ocurre algo parecido.
Así ocurrió el arcoíris más largo de la historia
Tras cuatro horas de noticias que no paraban de llegar, Chou Kun-hsuan, profesor de la Universidad de Cultura China decidió acercarse a las montañas de Taipei para contemplar un hecho sorprendente, no por su naturaleza, sino por su duración. El arcoíris, tras varias horas, no desaparecía, adornando el cielo taiwanés.
El investigador, que aprovechó el fenómeno para hacer unas comprobaciones sobre la luz, no salía de su asombro a medida que pasaban las horas. Finalmente, casi tras nueve horas, el arcoíris desapareció. De esta manera, este arco se ha convertido en el más largo jamás registrado, justo por delante de su antecesor, el arcoíris de Sheffield de 1994, que duró unas nada desdeñables seis horas.
Para que entendamos la importancia de este hallazgo, este tipo de fenómenos de naturaleza meteorológica no suele tener más de 15 o 20 minutos de duración, ya que los cambios en la luz, la lluvia o la incidencia de los rayos varía muy rápidamente. El que se diera durante tanto tiempo responde a una situación inusual dentro de un día cuya lluvia también resultó inusual.
Tan inusual que Chou decidió proponer al Libro Guinnes de los Records sobre aviso y, en estos momentos, están contrastando la información para admitir el evento. Pero veamos algunas cuestiones sobre los arcoíris para ser conscientes de lo inusual de que haya durado tanto tiempo.
¿Cómo se produce un arcoíris?
Un arco iris no es otra cosa que una ilusión óptica. Esta se produce por el efecto de dispersión de la luz, en los días de lluvia. Las gotas de agua suspendidas en el aire dispersan los rayos de luz provenientes del sol, como si de una pantalla se tratase. Los rayos, al penetrar en la gota, rebotan hasta tres veces volviendo a salir, pero descompuestos en los siete colores del arcoíris.
Para poder observarlo hay que situarse de espaldas a la fuente de luz puesto que es la única manera para que el rayo rebotado pueda incidir con el ángulo necesario. Esto supone que, en realidad, el arco iris no esté en ninguna parte, sino que lo que vemos se debe a la luz que llega a nuestros ojos, dando una imagen mental del propio arco iris. Por si quedan dudas, el arcoíris no es un objeto que se pueda tocar o alcanzar.
Este mismo fenómeno se produjo en Taiwán. Por si situación, sobre las montañas, la fuente de luz tuvo casi nueve horas atravesando la cortina de agua que descomponía la luz. ¿Y el agua? El truco está en el monzón estacional que se produce durante los meses de octubre y noviembre, permitiendo que la pared de gotitas suspendidas durase un montón de horas.
Arcoíris para todos los gustos
Aunque sorprendente, este no es el único arcoíris capaz de despertar la curiosidad y el asombro. Así, por ejemplo, sabemos que también existen arcoíris supernumerarios y que pueden tener hasta 13 arcos (algo que solo se ha conseguido en el laboratorio), arcoíris bífidos, arcoíris blancos o arcoíris de luna, o nocturnos.
Todos estos surgen, al fin y al cabo, de la proyección de la fuente de luz sobre los receptores, tras pasar por la cortina de agua. No todas las situaciones tienen como resultado la misma proyección de los rayos, por lo que aparecen ante nuestros ojos diversos fenómenos, a cual más bonito.
En cualquier caso, todos igual de sorprendentes, pero alguno más impresionante, puesto que nueve horas no son moco de pavo, y tanto a nivel meteorológico como desde el punto de vista científico, sin duda alguna, el arcoíris más largo de la historia ha supuesto todo un hito.
Imágenes | CNN, Unsplash
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