He de reconocer que hay investigaciones que aburren hasta a las piedras. El problema es que demasiadas veces, si te descuidas, esa investigación aburrida tiene, de golpe, consecuencias sorprendentes, excitantes y quizás revolucionarias.
Esta semana hemos tenido un buen ejemplo: ¿Puede haber algo más aburrido que el hecho de que "un grupo de investigación californiano haya encontrado un fósil de 3.465 millones de años"? Pues, curiosamente, esa roca tiene mucho que contarnos sobre las posibilidades de encontrar vida compleja fuera de la Tierra.
El futuro está escrito en piedra
La sorpresa es que la vida debe ser más común de lo que parece a simple vista. “Hace 3.465 millones de años, la vida ya era diversa en la Tierra, eso está claro: fotosintétizadores primitivos, productores y usuarios de metano, […] consumidores de azufre” explicaba J. William Schopf, profesor de paleontología de la UCLA y autor principal del estudio.
“Esto nos dice que la vida tuvo que haber comenzado mucho antes y confirma que no fue difícil para la vida primitiva evolucionar hacia microorganismos más avanzados”, decía Schopf. Es decir, el reciente descubrimiento es una clara evidencia de que la diversidad de microorganismos ya se habían desarrollado muy pronto (cuando las condiciones en la Tierra eran malas) y eso abre la puerta a repensar algunas cosas que creíamos saber sobre la vida.
La vida tiene que estar más extendida de lo que pensamos
Hace unas semanas, una investigación sugería que la vida era una consecuencia inevitable de las leyes físicas. Es decir, que "ley del aumento de la entropía impulsa la materia para adquirir propiedades" biológicas. No es una teoría nueva, pero que ahora empieza a conseguir alguna evidencia. Y este trabajo se suma desde una perspectiva distinta, pero que ayuda a desmontar mitos.
Sobre todo, la idea de que se necesitan condiciones muy óptimas para que surja la vida o que el paso de las formas de vida primitivas a las complejas era muy lento. Y, aunque plantea dudas (¿Cuándo se originó realmente la vida?), también nos hace aprender sobre dónde y cómo buscar vida.
Porque si sumamos este hallazgo a los recientes descubrimientos que señalan que los planetas son algo muy común en los cientos de miles de estrellas que hemos encontrado allá fuera, encontramos una hipótesis cada vez más plausible: “con las condiciones adecuadas, parece que la vida en el universo debería estar muy extendida”. No deberíamos ser tan especiales como solemos creer: justo lo que necesitamos para seguir buscando.
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