Actualmente, los consumidores nos enfrentamos a una inflación desbordante (7,4%), principalmente derivada de la pandemia y su impacto en la cadena de suministro global. Las limitaciones logísticas han aumentado los plazos de entrega y reducido el suministro de todo, desde madera hasta el queso crema, chips de computadora y un largo etcétera. La aceleración más rápida del precio de los bienes de consumo desde 1982. Pero los consumidores que buscan un respiro deberían buscar paciencia.
Ahora, otro evento global catastrófico fractura aún más la cadena de suministro: la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Y esta vez se cobra una víctima esencial en el mundo alimenticio: el aceite de girasol.
Los mayores exportadores, enfrentados. Se podría decir que el aceite de girasol se ha convertido en lo que fue hace justo dos años, el papel higiénico, cuando parte de la sociedad empezó a acumular ingentes cantidades de papel, tras el confinamiento y el estado de alarma decretados por el Gobierno a causa de la pandemia. En este caso, la invasión rusa ha acrecentado el temor ante un posible desabastecimiento de aceite. Los dos países protagonistas son clave y miles de empresas españolas serán particularmente vulnerables.
Ucrania es el mayor exportador de aceite de girasol del mundo, responsable de hasta el 46% de la producción de aceite de girasol y cártamo, según el Observatorio de la Complejidad Económica. El segundo mayor productor es Rusia, que exporta alrededor del 23% del suministro mundial.
Lo que nos toca. Hace unos días, el ministerio de Agricultura y Alimentación analizó el sector cerealista y su impacto tras la amenaza de Rusia. Explicó que España importa de Ucrania anualmente una media de 2,7 millones de toneladas de maíz, el 22% de las importaciones españolas. También importa 233.000 de toneladas de semillas de girasol, el 68% de las importaciones que España realiza de este producto, así como aproximadamente 500.000 de toneladas de aceite de girasol.
"La paralización de estas importaciones, unido al incremento del precio de estas materias primas, puede provocar situaciones de gran tensión en los abastecimientos a corto plazo", explicaba el Ministerio.
Alimentos golpeados. Un problema que se agravará en la industria que utiliza este material para su producción, como los dulces industriales. De hecho, este sector avisa sin paños calientes: solo cuentan con reservas para mantener su actividad durante dos o cuatro semanas más. Empresas como Produlce ya tiemblan por el fenómeno. Según la compañía, el 70% del aceite de girasol que importan las compañías del dulce y la bollería industrial llegan de Ucrania y "no hay dónde encontrarlo".
Sin bollería, muesli o tomate frito. Como se explicaba en este artículo, el conflicto bélico pone en jaque a las conserveras gallegas, que se juegan el 56% de su producción, que es la que utiliza aceite procedente fundamentalmente de Ucrania, mientras que el 44 % restante va envasada en aceite de oliva. Hay que señalar que mejillones o sardinillas se bañan en aceite de girasol. Pero lo cierto es que hay una cantidad ingente de productos insospechados que también se preparan con esta grasa vegetal y que, previsiblemente subirán de precio.
En la base de datos Open Food Facts pueden consultarse los productos de venta en España que incluyen este ingrediente. Más allá de patatas fritas, snacks y bollería industrial, hay preparados llamativos: Muesli, Alioli, pan de molde integral, tomate frito, seitán, mayonesa, paella, galletas, lasaña preparada, hamburguesa vegetal y un sinfín más de productos.
#Consumo 🥫/ Se incrementan los precios en el aceite de girasol y se limita la venta de aceite de girasol y semillas, un máximo de 5 litros por cliente. Cartel visto en un supermercado "Hiperber" de #Catral. pic.twitter.com/PsRm66Nyg3
— Moisés Cruz Ballesta (@ballesta_cruz) March 9, 2022
Los supermercados ya limitan las ventas. Grandes supermercados españoles como Mercadona, Makro, Consum o Ahorramás ya han comenzado a racionar las ventas de aceite de girasol debido al conflicto en Ucrania y el aumento de la demanda del producto derivado de los temores de los consumidores ante una posible escasez o subida de precios. Mercadona ha decidido limitar a sus clientes a un máximo de cinco litros por persona y día, ya sea en varias botellas más pequeñas o en una única grande. Consum, por su parte, hará lo mismo, con una botella por consumidor. Y en El Corte Inglés, a tres botellas.
Eroski es otro supermercado que ha tomado una decisión similar y solo permitirá cinco botellas por cliente al día. Ahorramas también se ha sumado a la lista y solo permitirá la compra de dos botellas de un litro o una botella de cinco litros por persona. En las redes sociales, algunos usuarios publican imágenes de los cárteles que ya se pueden ver en los establecimientos.
¿Hay sustitutos? Sobre los posibles sustitutos, las opciones más viables son el aceite de palma —de hecho, ya se empleaba y se sustituyó por el de girasol—, el de nabina (aceite de colza) o aceites de coco. El de oliva, según fuentes del sector, sería fácil de conseguir en España, pero por sabor y composición afirman que no sería el adecuado. Es una tormenta perfecta. En caso de encontrar una solución en esta carrera contrarreloj, la industria ya trabaja para evitar otro obstáculo: adaptar las etiquetas con el cambio.
Hay un reglamento europeo que exige indicar obligatoriamente el aceite que se utiliza. Si hay un cambio de urgencia en la fórmula, será imposible cambiar etiquetas y envasado. Sobre todo porque se puede dar el caso de emplear distintos aceites incluso en función de cada lote, porque no existe una alternativa que pueda abastecer toda la producción. El mayor reto es el rediseño y que las imprentas sean capaces de realizar cientos de miles de referencias en toda Europa.