Todos los astros han confluido para beneficio de la industria audiovisual española. Por fin, tras décadas en las que contábamos como mucho con una o dos series al año que conseguían exportarse al exterior, caso de Médico de Familia o Cuéntame, lo que tenemos con la cosecha de 2020 es la eclosión de un plantel completo del que poder sacar pecho y que, de mantener el prestigio ganado, podría ayudar a que las inversiones en nuestras productoras siguieran creciendo en el futuro.
Hasta los más indiferentes a nuestras ficciones se habrán dado cuenta de ello: al menos cuatro obras, Patria, Antidisturbios, Veneno y 30 Monedas, han permeado la conversación social y cultural a niveles que en años anteriores estaba reservado a grandes facturas estadounidenses.
Nada de esto hubiese ocurrido sin otros dos fenómenos mundiales, La casa de papel y Élite, ambas de Netflix pero realizadas por gente de aquí que se cuentan entre lo más visto de la plataforma en su historia, con espectadores en los cinco continentes. Los inversores del streaming, ávidos de productos con los que rellenar sus páginas, se han dado cuenta de que creaciones locales sin tantísimo presupuesto pueden apelar a gigantescas audiencias. Así es como podría nacer una nueva edad de oro de la serie española.
Entre septiembre y octubre la emisión semanal de Patria, la serie de HBO basada en el bestseller de Fernando Aramburu, fue provocando un goteo constante de mensajes en redes sociales donde todo el mundo destacaba el corazón de la historia y la gran veracidad de ambientación e interpretaciones. Como tantas otras VOD, HBO no ha querido divulgar las cifras de visionados, lo que sí sabemos es que en su emisión en Telecinco se consiguieron hasta 1.5 millones de teleespectadores. Fue la autenticidad de la historia y la explicación humana de este complejo conflicto lo que ha logrado que la hayan recomendado influencers como Gwyneth Paltrow o que The New York Times haya considerado que es una de las 20 mejores series del año, lista en la que también ha entrado Arde Madrid.
Claro que si de lo que hablamos es de renombre artístico de quienes hay que hablar es de Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen, quienes han puesto a Movistar+ en lo más alto (se encuentran “muy contentos” con las cifras) gracias a Antidisturbios, para la mayoría de críticos españoles no sólo la mejor serie nacional del año sino probablemente de todos los tiempos. Un “tomatómetro” casi perfecto.
Más de 300 minutos de continua tensión, como nos tiene acostumbrados en sus largos el director de El Reino y Que dios nos perdone, y en los que el presupuesto o los miedos a tocar temas polémicos no parecen haber sido un problema. Casi con toda seguridad sea la serie de la que más se haya escrito en todos los medios españoles, tanto para recoger las críticas de los cuerpos de seguridad del Estado como para elogiar que los directores hayan querido rellenar ese hueco que había en nuestra ficción con respecto a la tragedia de los desahucios.
Por ser de Movistar su recorrido ha sido más limitado en el extranjero, aunque en Francia también han adquirido sus derechos y los de Variety se fijaron en ella en su paso por el Festival de San Sebastián.
El otro gran bombazo imprevisto, el arrase en ATRESplayer. La plataforma de Atresmedia que no terminaba de despuntar del todo (apenas 125.000 suscriptores a finales de 2019) reconoció que debió el crecimiento de un 42% del total de su audiencia a una única serie, la Veneno de los Javis, siendo diez veces más vista que ningún otro producto dentro de su catálogo hasta la fecha.
Tras hacer las rondas en medios internacionales gracias a su exhibición en HBO Max, tanto The New Yorker como Vulture la han terminado incluyendo en sus respectivas listas de mejores ficciones televisivas de 2020, y la han piropeado personalidades tan importantes como RuPaul, Angelica Ross, Janet Mock y muchos más. Ni que decir tiene que la recepción en los medios y festivales españoles ha sido mucho mayor. Se produjo, de hecho, una curiosa anomalía propia de la situación actual: la proyección en cines de un par de capítulos la convirtieron en la “película” más vista en salas de esa semana. Cristina ha dejado de ser un icono LGTB de aquí, ahora lo es del mundo entero.
Como explicaba el compañero Álvaro Onieva, 30 Monedas, la última serie de Álex de la Iglesia, ya tiene fecha prevista para su salto a EEUU y HBO la está promocionando como un “original”, una forma de colocarla entre lo más relevante de su catálogo mundial de este año. Eso ya anticipa que esta nueva serie de terror tendrá una gran acogida, pero es que además el costumbrismo y la comedia de este director tienen muchas papeletas para ser el ingrediente exótico que estaban buscando, sin saberlo, los paladares anglosajones.
Y con todo esto sólo hablamos de la punta del iceberg, porque son muchas más las series de nivel medio que han tenido tanto un recorrido decente, adaptándose a diferentes nichos, como una realización y originalidad que sorprenderían a los que aún siguen siendo alérgicos a nuestro talento. Ahí han estado Los favoritos de Midas (Netflix), Vamos Juan (TNT), la tercera temporada de Vergüenza (Movistar+) o La línea invisible (Movistar+). Como vemos, premios bastante repartidos.
Explican con detalle en qué ha consistido el cambio de las reglas del juego en este artículo de El Periódico: “cada producción tiene su propia hoja de ruta. Trabajamos con los agentes locales, regionales, nacionales y globales al mismo tiempo. Somos versátiles y diversificamos cada proyecto porque nuestro objetivo es llegar a una audiencia mundial. En televisión ya no se marcan las fronteras”. Otro factor crucial para su reconquistado atractivo, que al entrar en competición en un contexto de oferta de consumo global los de aquí vamos quitándonos los prejuicios. Los chascarrillos sobre el cine y las series españolas, en plena retirada.