"No estás en una película, estás en la cabeza de George Miller". (Tom Hardy)
Cada cierto tiempo, Hollywood promete que uno de sus blockbusters cambiará las reglas del juego. La última fue 'Avatar' (2009), con la cual debíamos quedar tan asombrados que sólo pediríamos películas en 3-D. Quizá en otra ocasión... Es más interesante la irrupción de propuestas que no pretenden vender un nuevo truco sino que se sirven de los recursos disponibles para demostrar que se puede ir más lejos; establecer un nuevo horizonte para las que vienen detrás.
En cartelera desde el pasado 15 de mayo, 'Mad Max: Furia en la carretera' ('Mad Max: Fury Road') se ha consolidado como un éxito de crítica y público, recibiendo antes de lo habitual la etiqueta de "título de culto". En la sala de cine es donde alcanza plenitud el circo salvaje orquestado por George Miller si bien hablamos de un hito en el cine de entretenimiento que se ha convertido en una referencia para todo el que desee impresionarnos de ahora en adelante.
Todo nació de un médico
"Es 'Mad Max 2' con esteroides". (Doug Mitchell, productor)
El regreso de Mad Max resulta a posteriori una jugada inteligente en estos tiempos donde la nostalgia es un valor añadido que contribuye a levantar e impulsar proyectos (tanto en cine como en televisión encontramos el resurgir de productos que tuvieron éxito en las tres últimas décadas) si bien conviene subrayar el largo proceso de gestación con el que ha tenido que lidiar su principal artífice: un médico australiano que reunió 350.000$ para crear la leyenda de Max Rockatansky.
George Miller decidió resucitar a Max allá por el año 2000, durante un vuelo de Los Ángeles a Sidney donde, según sus palabras, la película se reprodujo en su cabeza. Al pisar tierra, comunicó su deseo de realizar 'Mad Max 4', de nuevo con Mel Gibson. El 11-S, problemas fiscales y un presupuesto demasiado elevado fueron importantes baches en el tortuoso camino que debió recorrer el cineasta antes de comenzar el rodaje, ya a mediados de 2012.
Durante el tiempo que el proyecto estuvo en el limbo, Miller llevó a cabo las dos entregas de las taquilleras 'Happy Feet' (ganando un Oscar por la primera) pero no dejó de pensar en su antihéroe favorito; de hecho, ya está escrita la secuela, 'The Wasteland'. Trabajó junto a Nico Lathouris para crear el trasfondo de la historia y los personajes mientras perfeccionaba el storyboard que sería la biblia durante el rodaje (en lugar de un guion tradicional).
Eso explica el detallismo en la narración. Entrevemos que hay mucho más de lo que aparece en pantalla (circulan interesantes debates y teorías que intentan explicar símbolos y personajes). Quizá debido a los recortes que se vio obligado a realizar para ajustar el presupuesto, un gran acierto de Miller es sugerir en lugar de explicar; dejar pistas pero no contar quiénes son estos locos, por qué son así y cómo funciona todo en este mundo post-apocalíptico. Nos invita a una montaña rusa pero no muestra todo el parque de atracciones. Nos saca de allí con ganas de más, de volver.
Tras varios intentos fallidos, barajar la opción del formato animado y cambiar en dos ocasiones de protagonista (antes de llegar a Tom Hardy el papel estuvo en manos de Heath Ledger), 'Mad Max: Furia en la carretera' pudo arrancar casi milagrosamente. Y lo hizo durante seis meses en localizaciones tan acogedoras como el desierto de Namibia, a lo que seguiría un complejo proceso de post-producción para alcanzar el montaje final que nos ha deslumbrado a (casi) todos.
Vale, pero ¿qué ha hecho de especial?
"El lenguaje del cine ha evolucionado mucho en 30 años". (G. Miller)
Más planos para un espectador que sabe entenderlo: Mientras otros cineastas consagrados como George Lucas o Peter Jackson creen que basta con usar la tecnología moderna para adaptarse a los tiempos, Miller entiende que el público y el medio han cambiado, y por tanto, no puede hablarnos, narrarnos, de la misma manera que cuando triunfó en los 80. Necesitamos más estímulos, procesamos la información a mayor velocidad. Un dato: 'Mad Max 2' tenía 1.200 tomas; en 'Fury Road' hay 2.750.
La acción siempre en el centro: Hablamos de más del doble de tomas y, sin embargo, no se notan tantos cortes. Esto es gracias a la exhaustiva planificación y el pulso narrativo de Miller, quien extiende una idea al resto de colaboradores: el espectador no debe apartar la mirada de la pantalla en ningún momento. La clave del ejemplar montaje que contribuye a ello es que la acción, el elemento de interés, siempre queda en el centro del encuadre. Es posible así una sucesión de planos rápidos para transmitir la tensión del momento sin que nuestra mirada se desoriente o se distraiga.
Un héroe hecho a gruñidos: Desde el primer minuto, Miller nos sumerge en este universo de arena, sangre, gasolina, fuego, locura y violencia. Empezar con Max siendo perseguido y capturado es una buena manera de despojarnos de nuestras expectativas y descolocarnos, sorprendernos. Presenta a una víctima, una cosa al servicio de otros que es arrastrado a la batalla; "Bolsa de sangre" le llaman. El personaje es como un perro furioso encadenado y con bozal, ansioso por recuperar su libertad. Tan primitivo que se comunica con gestos y gruñidos. No necesitamos más para entenderle.
...Y una película que podría ser muda (y lo será): Lo mismo pasa con la película, funcionaría sin diálogos (Miller prepara una versión en blanco negro y muda para el lanzamiento del Blu-ray). Junto al trepidante montaje y la potente música de Tom Holkenborg/Junkie XL (con rastros del trabajo de Hans Zimmer para Christopher Nolan) el realizador implica al espectador a través del manejo del punto de vista. Miller saca partido a un recurso más propio de los videojuegos, la cámara subjetiva; el espectador se introduce en la escena compartiendo la mirada del personaje que ejecuta la acción en ese momento.
La cámara es el espectador: Otro modo de plantarnos en la escena es situar la cámara a la altura de los personajes, dando la sensación de que estamos ahí junto a ellos. George Miller también barajó la posibilidad de rodar en 3D para reforzar la capacidad de inmersión del film pero lo descartó por motivos logísticos y financieros, optando el estudio por añadirlo en post-producción; en cualquier caso, el cineasta acerca y lanza objetos o golpes al público y el resultado es igualmente efectivo en 2D.
Estaba todo en la cabeza del director: Miller coreografía cada plano, obligando al reparto a una dura disciplina: entrar y salir de sus personajes en cuestión de segundos, constantemente. En la rueda de prensa tras el estreno en el Festival de Cannes, Tom Hardy pedía disculpas por su frustración durante el rodaje, incapaz de entender el puzle que el director tenía en su cabeza. Podemos imaginar cómo sería la comunicación entre ambos cuando, en otra entrevista, el actor comenta que Charlize Theron le partió la nariz mientras filmaban una pelea y Miller reacciona sorprendido (en este vídeo, minuto 4:31).
- Un rodaje real: La anécdota anterior sirve también como ejemplo para entender los riesgos de la puesta en escena de 'Mad Max: Furia en la carretera', en la que Miller quiso ampliar el impacto de la acción real de la "vieja escuela" con los modernos adelantos tecnológicos. 300 especialistas fueron contratados para aportar verosimilitud y crudeza a un espectáculo con 2.000 planos retocados por ordenador. Así tenemos una combinación perfecta entre el sentido de la aventura de un western o una de piratas con imágenes que sólo son posibles gracias a la magia digital.
El as en la manga: Imperator Furiosa
"George quería un personaje a la altura de Max. Con la misma fuerza, la misma capacidad de supervivencia. Una guerrera de la carretera definitiva". (Charlize Theron)
Otra de las claves de 'Mad Max: Furia en la carretera' es la presentación de uno de los personajes femeninos más interesantes del año y la mejor heroína de acción desde Beatriz Kiddo (Uma Thurman en 'Kill Bill'). Creada por Miller a raíz de las circunstancias de la historia, Imperator Furiosa es en cierta manera la versión femenina de Max si bien en manos de Charlize Theron adquiere matices propios; la actriz aporta liderazgo y fuerza pero también la emoción y la debilidad que hace al personaje tan accesible. El brazo mecánico es la guinda del pastel.
Se ha criticado que Furiosa tenga más importancia que Max y se ha calificado la película de "caballo de Troya feminista" pero, tonterías aparte (¿es 'Alien' una película feminista?), lo cierto es que la película sale ganando con una pareja de protagonistas que se complementan orgánicamente, por naturaleza y necesidad. Ambos podrían ir por libre y sobrevivir por su cuenta pero saben que estando juntos, por desagradable o incómodo que les guste, tienen más opciones de salir con vida. Y ayudar a otras personas, para variar, compensará un poco las pesadillas y los remordimientos.
Algo que se percibe desde el principio, y que se agradece, es el cuidado que ha puesto Miller a la hora de retratar y personalizar a cada individuo y vehículo de esta épica aventura que podría definirse como 'La diligencia' del siglo XXI. Otro acierto del director y una lección al Hollywood actual es regar la película con instantes disparatados, absurdos y humorísticos que suponen todo un alivio entre tanta violencia y caos. Se consigue transmitir un estado de ánimo festivo y es que compartimos un objetivo con todos estos salvajes: queremos pasarlo bien.
Y por encima de todo hay que reconocer a un George Miller de 70 años el atrevimiento (por no decir algo soez) de lograr una película que, básicamente, es una persecución de dos horas. Narrada con tanta destreza que sólo después de abandonar la sala, cuando nos hemos recuperado de la descarga de adrenalina, nos percatamos de la simpleza de la historia. Es lo de menos, lo importante es lo que hemos vivido, la experiencia: cine en estado puro.