Los audios de WhatsApp son solo el principio: por qué internet se ha llenado de gente haciendo cosas odiosas

Su Aburrimiento
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Podría decir que ni cuando mi primo Rufo me clavó cinco centímetros de un cuchillo jamonero aquella Nochebuena de 2002 me sentí tan atacado como con el último vídeo de Pantomima Full sobre los "audiosos", pero no sería cierto. Ni siquiera me ha afectado. Los amantes de los audios llevamos años recibiendo ataques indiscriminados y este no es (ni de lejos) el más agresivo.

Sí que me parece curiosísimo el debate que ha generado el asunto de los audios. Si algo pone en evidencia es que seguimos descubriendo nuevas formas de interactuar y comunicarnos en el mundo digital. Formas muy nuevas, de hecho. Tanto que no existe una "consenso" sobre cómo utilizarlas.

Y sin etiqueta, las plataformas de mensajería se convierten en el Salvaje Oeste: un sitio donde cada uno quiere imponer su ley. Merece la pena detenernos en ello (y en la ciencia que hay detrás). De lo de mi primo Rufo hablamos otro día.

¿Hay una forma correcta de usar Internet?


TE OBLIGA A ESCUCHARLE:#audios pic.twitter.com/fYTOK2aSIs— Pantomima Full (@Pantomima_Full) March 31, 2023

Lo que ocurre es que, como señalaban Hamburger y Ben-Artzi, durante años ni se podía hablar de internet en general (porque no existía un solo tipo de servicio en internet), ni se podía hablar de internauta en general (porque las personalidades de los  internautas son tan variadas o más que las del resto de la población).

Cada servicio, aplicación o comunidad creaba su cultura, su etiqueta y el rosario de criterios que decidían qué era admisible y qué no en esos nuevos entornos sociales. Rápidamente, descubrimos que esas aplicaciones se podían diseñar para facilitar el comportamiento pro-social y ayudar a la formación de lazos sociales de la misma manera que para facilitar el comportamiento anti-social y el gregarismo.

Era un mundo de comunidades, de espacios públicos, de sub-culturas digitales autogestionadas y terriblemente dinámicas. Ahí nació el meme moderno, se empezó a gritar con mayúsculas o se crearon las primeras normas sociales para conseguir un espacio digital sano y enriquecedor. Esto, a medida que internet se ha "tragado" el mundo, ha cambiado radicalmente.

Un mundo nuevo (lleno de gente insoportable)

Todas esas comunidades y sus usos y costumbres han ido a juntarse en un puñado de aplicaciones que lo son todo en la sociedad de hoy. Podemos tomar como precedente el email (no es casual que las primeras netiquetas surgieran para él), pero lo que ha pasado con plataformas como Whatsapp no tiene precedente. En España casi todo el mundo usa Whatsapp y eso significa que en él se encuentran personas con estilos, costumbres y usos radicalmente diferentes.

Significa también que Internet se ha llenado de gente insoportable. Gente que hace cosas que nos desagrada, que nos incomoda y que, lo peor de todo, creen que esas cosas son normales y aceptables. Hoy por hoy, Internet tiene una capacidad casi infinita para enseñarnos el mundo tal y como es. Y para obligarnos a forcejear con él, si queremos hacerlo a nuestra manera.

Se cumple una década desde que Whatsapp introdujera los primeros audios y, en estos años, el choque entre "solotextistas" y "audiosos" ha sido constante. Cada uno tiene sus argumentos y razones, pero lo cierto es que esa guerra es, sencillamente, una guerra por la definición de la etiqueta social de las plataformas de mensajería. A priori no hay una forma mejor o peor de usar ese servicio; ni la puede haber.

En el fondo, se trata de la misma guerra que existe en todas las instituciones humanas. Lo que comemos, la hora a la que hacemos las cosas, la forma en la que nos vestimos y, por supuesto, la lengua que hablamos son cosas sometidas a esa guerra constante (a veces invisible, a veces totalmente pública). La historia de la Humanidad es la historia de cómo nos poníamos de acuerdo. Y la de como, mientras tanto, nos echábamos unas risas los unos a costa de otros.

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