La cuestión de demoler o reformar viviendas antiguas lleva debatiéndose durante más de un siglo. A medida que las ciudades de todo el mundo se urbanizan rápidamente, los planificadores y arquitectos dicen que es esencial que las ciudades hagan un uso más eficiente de su limitada oferta de tierra. Esto significa que se deben tomar decisiones, a veces dolorosas, sobre la preservación de los edificios existentes. La tendencia indica que los desarrolladores de propiedades comerciales prefieren demoler edificios antiguos de oficinas y comenzar un proyecto de nuevo.
De hecho, los expertos solían estar orgullosos de reducir las emisiones al reemplazar los edificios antiguos con fugas por otros nuevos que ahorran energía. Pero se equivocaban. El Real Instituto de Arquitectos dice que es un gran error.
Mejor reformar que demoler. En el pasado, se debatió si era mejor para el clima demoler un edificio viejo “hambriento” de energía y construir un reemplazo bien aislado. Ahora diversos expertos y arquitectos consideran esto un error grave debido a la cantidad de carbono emitido durante la construcción del nuevo edificio.
La campaña del Architects Journal, respaldada por 14 ganadores del Premio Stirlinglos, explican que tales estructuras deben protegerse para combatir el cambio climático. En cambio, dicen que deberíamos restaurar los edificios antiguos en lugar de desecharlos, debido a la contaminación que estaría involucrada en la construcción de un edificio de reemplazo, también conocido como carbono incorporado.
La huella ambiental. El Royal Institute of Chartered Surveyors (RICS) estima que el 35% del carbono del ciclo de vida de un desarrollo de oficinas típico se emite incluso antes de que se abra el edificio. Y la cifra de locales residenciales es del 51%. Estos cálculos sugieren que pasarán décadas antes de que algunos edificios nuevos paguen su deuda de carbono ahorrando más emisiones de las que crearon, y estas son décadas en las que el carbono debe reducirse drásticamente.
Concretamente, los edificios representan el 40% del consumo mundial de energía y el 39% de las emisiones de CO2, pero también aproximadamente un tercio del consumo mundial de combustible. Si bien la automatización y la tecnología inteligente están abordando la eficiencia energética operativa en la construcción, se debe prestar mucha más atención a todo el ciclo de vida de los edificios y, en particular, a su demolición prematura.
Los costes. El Architects Journal hace hincapié sobre la diferencia entre las emisiones operacionales de calentar y enfriar un edificio y las emisiones incorporadas de la creación de materiales de construcción. Básicamente, abogan porque los gobiernos cambien las reglas del IVA, por ejemplo, reduciéndolo un 20% para que sea más barato reconstruir que renovar un edificio en pie. Una idea para dejar de derribar edificios sin pensar.
Los estudios. Una investigación evidenciaba cuál era la ruta más realista y factible para lograr reducciones importantes en el uso de energía en los hogares. Si bien las demoliciones son necesarias para 2050 si queremos alcanzar los objetivos de reducción de energía que se requerirán en los parques de viviendas, no se tienen en cuenta los costes del carbono incorporado. Tampoco el volumen de nuevos materiales, el uso de energía en la producción de hormigón, acero y otros elementos de infraestructura que afectan el medio ambiente, como el uso de la tierra.
El estudio sugiere que se ha logrado una reducción del 80% en el uso de energía renovando los edificios en lugar de derrumbándolos. Otro estudio italiano explicaba algo similar. Los resultados mostraron que la madera y el hormigón son los materiales más valiosos para reconstruir las estructuras en caso de demolición, a diferencia del acero, que generalmente genera mayores impactos ambientales. Y concluía que, en general, los escenarios de rehabilitación tienen un potencial de calentamiento global más bajo.
¿Qué pasa con los edificios modernos? Si volvemos la vista atrás, las pirámides de Giza, el Panteón de Roma, la intrincada Santa Sofía de Estambul o la Iglesia de la Natividad en Belén llevan siglos en pie. Hemos sabido cómo construir y mantener edificios para que duren miles de años, sin embargo, la vida promedio de un edificio moderno es de sólo 60 años y muchos ahora lo llaman insostenible.
Esta tendencia no solo se revela si los comparamos con estructuras antiguas, que reciben financiación para su protección y restauración. Según un coloquio reciente del Getty Center, la vida media de los edificios convencionales relativamente modernos, construidos con mampostería y madera, es de unos 120 años, el doble que los edificios modernistas hechos de hormigón armado y vidrio. Pero no sólo afectan los materiales. También hay que sopesar la idea de que se puede ganar más dinero creando un edificio, demoliéndolo a los 60 años y reconstruyéndolo con métodos y estilos modernos que construyendo edificios que duren cientos de años.
Empresas. Algunas empresas han emprendido un camino más sostenible. La hermana de Google, Sidewalk Labs, ha propuesto rascacielos de madera para su ahora conocido plan de desarrollo de Toronto Quayside. La propia Google ha optado por seguir usando sus instalaciones de 27 años en Mountain View, California, que heredaron de Silicon Graphics en 2003 en lugar de demoler y reconstruir. Al modernizar las últimas tecnologías inteligentes y de eficiencia energética, su edificio más antiguo se ha adaptado a los estándares modernos de eficiencia energética y funcionalidad en el lugar de trabajo sin necesidad de una reconstrucción.
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