El Canal de Pašman es un estrecho corredor de agua que separa la Croacia continental de dos alargadas islas mediterráneas, Pašman y Ugljan. Aquí, miles de años de historia contemplan la línea costera croata, frente a ciudades tan bellas como Zadar. Civilizaciones, culturas e imperios han dominado estas tierras, dejando su rastro en la superficie... Y bajo el mar. Hoy hemos sabido que cerca de esta región, residen los restos sumergidos de una vetusta ciudad olvidada.
Gracias a una investigación de un año realizada por varios científicos croatas, Tukljača, un antiguo núcleo urbano hoy sumergido bajo el Mediterráneo, se une a la larga lista de ciudades abandonadas a su suerte en los remotos rincones de los océanos o de los lagos de agua dulce. Tukljača se encuentra frente a la actual ciudad de Turanj, en la costa dálmata, y sus descubridores creen, basándose en pruebas de radiocarbono, que sus origenes se remontan al año 1.500 AC.
El proyecto se inició tiempo atrás, cuando una empresa privada llamada Secret Dalmatia comenzó a explorar la zona. La antigua ciudad se encuentra actualmente en aguas de baja profundidad muy cercanas a la costa. Se encontraron restos de vasijas, pilares de edificios y otros objetos que indicaban actividad humana. Tras una donación, investigadores de la Universidad de Zadar, liderados por Mato Ilkić, se pusieron manos a la obra para datar y profundizar nuestro conocimiento sobre los orígenes de la ciudad sumergida.
De Tukljača a los pueblos hundidos por embalses
Según explican, la villa fue deshabitada durante una de las múltiples guerras que enfrentó a la República de Venecia y al Imperio Otomano, en pleno siglo XVI. Durante siglos, los Balcanes fue una región en eterna disputa, fruto de los intereses contrapuestos de diversas potencias regionales que se disputaban el control de sus recursos y de sus poblaciones. Por algún motivo, los restos encontrados frente a Turanj fueron deshabitados y ganados por el mar.
A día de hoy, toparnos con restos de una población antigua dejada a su suerte y a la inclemencia de los elementos nos fascinando. Tukljača se une a una larga lista de núcleos que en su día fueron poblados, y que dejaron de serlo.
En unas ocasiones, los elementos naturales terminaron con ellas. En otras, fueron producto de proyectos humanos que las sumergieron a propósito. The Guardian recogía en enero, en un excelente reportaje, el largo listado de ciudades y asentamientos rusos que fueron inundados por las agresivas obras hidráulicas de la Unión Soviética, durante su etapa estalinista. Mologa, por ejemplo, es considerada la Atlantis del Volga, cuyas aguas han sido utilizadas desde el siglo XX en grandes obras de ingeniería que aprovechen su potencial energético.
No sólo Mologa. También Kalyazin, ciudad con puerto y con una impresionante iglesia ortodoxa, que fue sumergida bajo las aguas de una presa que retuviera y ensanchara las abundantes aguas del Volga. A día de hoy, los restos de algunas de ellas aún siguen a flote, como el caso de la emblemática torre del templo de Kalyazin. Abandonadas las presas décadas después, los restos de Mologa han salido de nuevo a la superficie. La ciudad contaba con la nada desdeñable población de 130.000 habitantes. Todos ellos fueron relocalizados por las autoridades soviéticas.
En España también estamos familiarizados con procesos y políticas semejantes. Es conocida, de forma reciente, la historia de Jánovas, en el pirineo aragonés, abandonada forzosamente por sus habitantes en previsión de un embalse que nunca se hizo. Otros pueblos repartidos por nuestra geografía corrieron peor suerte y sí fueron inundados por obras hidráulicas tanto del franquismo como de la democracia. Se cree que contamos con alrededor de 500.
Algunos célebres: Mansilla de la Sierra, en La Rioja; Tragó de Noguera, en Lleida; Peñarrubia, en Málaga, que superaba los 1.000 habitantes cuando fue desalojada; Lanuza, que está siendo rehabitado años después de su abandono y que ha sido revitalizada gracias al festival Pirineos Sur, y Mediano, en Huesca; La Isabela, en Guadalajara, y un largo etcétera.
Mitos oceánicos a lo largo del mundo
La historia de las inundaciones forzosas es bien conocida. ¿Qué hay de aquellas que no lo son? A lo largo y ancho de nuestros océanos es sencillo encontrar antiguas ciudades tomadas por los mares, vestigios de culturas o civilizaciones antiguas. No todas ellas son tan fantásticas como la ficticia y legendaria Atlantis, teóricamente en Grecia, pero sí sirven como mitos oceánicos.
Saeftinghe, por ejemplo, sirve como recuerdo de hasta qué punto los Países Bajos son vulnerables a las inundaciones y al efecto de las mareas. Construida sobre una zona pantanosa, fue inundada parcialmente en el siglo XVI, y rematada de forma voluntaria por los holandeses quince años más tarde, en el contexto de la Guerra de los Ochenta Años. Tiene su propia leyenda.
Heracleion es una de las ciudades perdidas más antiguas del Mediterráneo, pura historia del Egipcio antiguo
Los humanos tendemos a construir en tierras fértiles que, con frecuencia, corren el riesgo de ser arrasadas por los ríos o los mares. Le sucedió a Heracleion, antiquísima ciudad egipcia construida sobre el ancho delta del Nilo y inundada cuando sus cimientos no soportaron la erosión. Sus orígenes mitológicos se enmarcan también dentro de la fascinación que los restos de la antigua cultura egipcia siempre ha provocado al mundo occidental. Se cree que fue fundada en el siglo XII AC, y que fue una de las ciudades más importantes del rico imperio del Nilo.
El Mediterráneo está lleno de ellas. Una de las más antiguas es Atlit Yam, un pueblo desordenado del Neolítico antes que una ciudad en rigor. Se encuentra en el actual Israel, y se cree que fue inundada tras o bien un crecimiento notorio de las aguas del mar al finalizar la Edad de Hielo, o bien tras un importante tsunami provocado por el colapso volcánico del Etna. Sea como fuere, se conserva muy bien, cerca de la costa, y ha ayudado a comprender mejor a los pobladores de antaño.
Hay muchas más. Phanagoria, por ejemplo, es un asentamiento griego cerca de Crimea (!), inundado poco después, y la prueba más evidente de la amplia extensión de los pobladores griegos. Rungholt, en el Mar del Norte, fue devorada por una brutal tormenta en el siglo XVII. Pavlopetri es otra de las antiquísimas ciudades perdidas del Mediterráneo, esta vez en Grecia.
Si estáis interesados en conocer más sobre todas ellas, aquí hay un listado completo. Algunas perecen para siempre bajo la tiranía de los mares. Otras, años después, regresan a la superficie, derruidas y desamparadas, bellas en su decadencia y olvido. De entre estas últimas, nos quedamos con la impagable estampa de Epecuén, en Argentina, una de las ciudades perdidas más emblemáticas, simbólicas e impresionantes que existen en el mundo.