Una de las conversaciones paralelas a cada repunte de popularidad de Bitcoin versa sobre su impacto medioambiental. El peculiar sistema de minado de unidades, caracterizado por el empleo de ordenadores específicos capaces de solventar puzzles complejos para validar transacciones entre particulares, requiere de un gran volumen de hardware funcionando las veinticuatro horas del día. Lo que se traduce, inevitablemente, en un mayor gasto eléctrico.
¿Pero cuánto?
Cifras. Un grupo de investigadores del Centro para las Finanzas Alternativas (CCFA) de la Universidad de Cambridge se ha puesto manos a la obra, y ha elaborado una visualización virtual y actualizada en tiempo real donde estiman el gasto eléctrico global de Bitcoin. Ahora mismo, por ejemplo, el minado de monedas requiere de 7,28 GW de energía. Es el punto medio entre la estimación más baja (2,72 GW) y la estimación más generosa (22,1 GW).
Utilidad. El estudio es interesante porque ayuda a acotar la magnitud del fenómeno. Por un lado, no ofrece datos concretos, tarea imposible. Los mineros de Bitcoin emplean una amplia variedad de tipos de hardware, y no todos son igual de eficientes, requieren de la misma potencia refrigeradora o se alimentan con las mismas fuentes de energía. La horquilla mundial es muy amplia, y amparados en complejos cálculos, la gráfica trata de ofrecer un número plausible y aproximado.
La causa. ¿Por qué utiliza tanta energía Bitcoin? Nuestros compañeros de Xataka lo explican aquí. Al tratarse de un sistema descentralizado, la validez de las transacciones monetarias se realiza a través de la observación y el voto de otros usuarios de la red. Para participar en la aprobación de un intercambio, los mineros necesitan acreditar que han resuelto un puzzle criptográfico, en esencia el hallazgo de un número aleatorio.
Es una cuestión de escala. Cuantos más ordenadores empleen en la resolución de los puzzles, con más rapidez y en mayor volumen validarán las transacciones. Su interés es monetario, dado que por cada validado obtienen un número determinado de Bitcoins. De ahí que el repunte en el valor bursátil de la divisa (hoy, de nuevo, por las nubes) esté automáticamente asociado a un mayor consumo eléctrico. Si vale más, hay más incentivo para minarlo.
¿Y es mucho? Sí y no. Si nos vamos al peor supuesto (la mayoría del gasto energético de Bitcoin proviene de fuentes no renovables y la maquinaria de hardware es poco eficiente), el minado gastaría 148,87 TWh al año. España, por ejemplo, tuvo una demanda eléctrica de 268,8 TWh sólo en 2018. Bitcoin por sí mismo se las apañaría para consumir el 50% de la electricidad de una de las economías más desarrolladas del planeta. Eso se traduciría en un alto gasto y... Emisiones.
Ahora bien, el proyecto traza estimaciones. El supuesto más plausible habla de 53,8 TWh al año; el más modesto, de 21,81 TWh. Y si bien su impacto global es pequeño, puede causar estragos en algunos países. Hace algunos días hablábamos de cómo Irán responsabilizaba a los mineros de aumentar en un 7% el gasto eléctrico del país.
Contaminación. La clave no reside tanto en cuánta energía necesita Bitcoin (la potencia instalada de España, recurriendo al mismo ejemplo, es de 104 GW; Bitcoin, en todo el mundo, estaría consumiendo unos 7 GW), sino cuánto contribuye a aumentar las emisiones. El estudio cree que incluso asumiendo que todos los mineros utilizaran electricidad producida por centrales de carbón (las más contaminantes), Bitcoin sólo sería responsable del 0,17% de las emisiones mundiales.
Muchos mineros desvelan el mix de su consumo eléctrico, y en muchos casos proviene de fuentes renovables. Su impacto varía de país a país, y en todo caso es un elemento más (creciente) a un ecosistema energético ya saturado de emisiones. Pero, de momento, Bitcoin es una nota al margen en el calentamiento global.
Imagen: Marco Verch/Flickr