La industria cinematográfica británica aún está supeditada a la censura. Todas las películas proyectadas en los cines del Reino Unido deben contar con la aprobación de la British Board of Film Classification (BBFC), organismo que puede limitar o no posibles contenidos ofensivos, de forma arbitraria, presentes en las películas. No sólo es obligatorio, sino que los propios creadores tienen que costear el visionado de los censores, llegando a cantidades que superan las 1.000 libras.
¿Qué puede hacer un simple y llano director ante, al parecer, semejante injusticia? Charlie Lyne se planteó la pregunta, y obtuvo una respuesta brillante. Dado que la BBFC tiene que ver obligatoriamente la totalidad de cualquier película que se postule, hagamos que se traguen 14 horas de pintura secándose en una pared. Nada más, y nada menos. Pero eso costaría mucho dinero, dado que la BBFC cobra unas 7 libras por minuto rodado. ¿Solución? Abramos un Kickstarter, pongamos dinero entre todos y financiemos la mejor broma de la historia. Ta, ta, ta: genio.
A esta hora del día, el crowdfunding de Lyne lleva recaudados 3.946. Enviar la cinta a la BBFC cuesta poco 101.5 libras. A partir de ahí, cada minuto se cobra a 7.09 libras. Exactamente, los dos censores encargados de velar por el cumplimiento de las normas impuestas por la BBFC tendrán que ver, si la campaña se cierra en estas cifras, algo más de 9 horas de pared blanca. Del tirón. Quedan 24 días para que la campaña se cierre, y Lyne tendrá un problema si supera las 6057 libras.
Por un motivo simple: no ha grabado más. Llegada la cifra, se habrán superado las 14 horas de película (de bella, fantástica película troll). Lyne se ha comprometido a filmar más material en caso de que la comunidad de Internet, hermanos, hermanas, decida a someter a los censores de la BBFC a un hito: la única película de la historia en superar los 775 minutos de Out 1, récord actual.
No se trata sólo de la censura, sino del perjuicio económico que causa a cualquier productora pequeña o independiente: es caro
Lyne, un joven autor británico, quiere de este modo no sólo crear el producto audiovisual más troll de todos los tiempos, sino también arrojar luz sobre algo anacrónico en 2015: la censura cinematográfica. Como explica aquí, para él es relevante mantenerla en películas de contenido infantil, pero no en las de contenido adulto. Se trata de una intromisión un tanto intolerable y paternalista en el libre mercado del arte, según él. Y lleva razón. No sólo eso: también supone un perjuicio económico notorio para cualquier productora pequeña o independiente.
For years now, I've moaned on and on about the stranglehold the BBFC has over the British film industry. Continuing in the same vein...
— Charlie Lyne (@charlielyne) noviembre 16, 2015
La BBFC, en un ejercicio de pura britishness, ha informado a Mashable de que verán la película completa. Si quieres ayudar a Lyne a hacerla aún más larga, te costará unos 10 euros.