Si algo nos dice la historia de las funestas guerras de los últimos siglos es que un pequeño detalle puede dar un vuelco a la contienda. Ocurrió en Waterloo con la lluvia que retrasó el ataque de Napoleón, o en la 2GM durante la Batalla de Midway, cuando el (des)cifrado del código japonés permitió a Estados Unidos preparar una emboscada. En la guerra de Ucrania, la llegada de un nuevo actor puede cambiarlo todo, y ahora las miradas se dirigen a Rusia.
La noticia. Aparentemente, no hay lazos que unan a la guerra en Ucrania con Arabia y su decisión de abandonar su objetivo de mantener el precio del crudo en 100 dólares por barril, pudiendo dejarlo en 50 dólares mientras se prepara para aumentar la producción a partir de diciembre. Este cambio de estrategia refleja la voluntad del reino de dejar de perder cuota de mercado frente a otros productores.
Sin embargo, de llevarse a cabo la acción, el primer damnificado sería la economía rusa, pero va mucho más allá. Moscú depende de los ingresos del petróleo para financiar su guerra en Ucrania, con el sector de defensa representando el 40% del gasto federal. De hecho, Rusia ya vende su crudo a precios con descuento y ha superado sus cuotas de producción, lo que genera tensiones precisamente con Arabia Saudita.
Qué duda cabe que, de darse una guerra de precios, Rusia estaría en seria desventaja, ya que su petróleo es más costoso de extraer y sus reservas de divisas han disminuido tras las sanciones occidentales, todo ello frente a la maquinaria de Arabia.
La intrahistoria: el conflicto en la OPEP+. Se sabía que Arabia Saudita había liderado recortes en la producción para mantener el crudo por encima de los 100 dólares por barril, pero con los precios actuales alrededor de los 80 dólares, dejaba de tener sentido para Arabia.
Rusia, por su parte, ha producido 122.000 barriles diarios más de lo acordado en la OPEP+, lo que ha causado fricciones con otros miembros. La postura de Moscú era bastante clara: maximizar ingresos para sostener el coste creciente de la guerra, lo que ha exacerbado las tensiones, precisamente, con Arabia Saudita.
La dependencia rusa. No es ningún secreto, pero por eso es tan peliaguda la situación de Rusia. El petróleo ha sido fundamental para financiar la ofensiva desde su invasión de Ucrania en 2022. A pesar de las sanciones impuestas por Occidente, Moscú ha mantenido su economía a flote mediante la venta de petróleo a países como China.
Sin embargo, según los analistas, los bajos precios del crudo podrían poner en riesgo la capacidad de Rusia para sostener su maquinaria bélica, dado que necesitan precios más altos para cubrir sus altos costes de producción. Pensemos que el petróleo y el gas representan 35%-40% de sus ingresos presupuestarios. Con su Fondo Nacional de Riqueza reducido a la mitad este año, las reservas rusas ya no son suficientes para amortiguar una caída significativa de los precios del crudo.
Si Arabia aumenta su producción y desata una guerra de precios, como ocurrió en 2020, Rusia estaría en serios problemas.
Un crecimiento inflado. El crecimiento económico de Rusia, que alcanzó un 3.6% en 2023 y un 5.4% en el primer trimestre de 2024, podría ser engañoso. Según el economista Stefan Hedlund, dicho crecimiento se debe al aumento del gasto militar, lo que genera una distorsión en los indicadores económicos.
Gran parte del mismo proviene del financiamiento de soldados y equipo militar, lo cual, a priori, no es sostenible a largo plazo. De ahí que Rusia podría enfrentar una grave crisis económica si el precio del petróleo cae drásticamente.
Previsión en clave bélica. De darse el peor de los escenarios para Moscú, ya hay expertos que advierten que Rusia podría necesitar terminar la guerra en Ucrania para 2025 y evitar así un colapso económico. La combinación de una caída en los precios del petróleo, la creciente demanda interna de armas y las restricciones de su déficit presupuestario ponen a la nación en una situación financiera precaria.
Si los precios del petróleo caen significativamente, es posible que Rusia ya no pueda sostener el conflicto, sin más. En este escenario podría haber un plan B, donde Rusia acelera sus operaciones militares en Ucrania buscando éxitos rápidos en el campo de batalla antes de que la caída de los precios del crudo afecte gravemente su capacidad para financiar la guerra.
A largo plazo, por supuesto, esto podría aumentar las tensiones todavía un poco más entre Rusia y Arabia Saudita dentro de la OPEP+.
Perspectivas. El viceprimer ministro ruso Alexander Novak ha sugerido incertidumbre sobre si la OPEP debiera aumentar la producción en su próxima reunión de diciembre, lo que podría presagiar ese enfrentamiento con Arabia Saudita. Aunque las reservas de divisas y las maniobras financieras pueden brindar cierto alivio temporal a Rusia, una guerra de precios con Arabia en estos momentos podría tener consecuencias devastadoras para la economía y esfuerzos bélicos en Ucrania.
El tiempo y los próximos meses nos darán una mejor perspectiva de la “suerte” que correrá el precio del barril y, por tanto, la guerra en Ucrania.
Imagen | Martin Prochnik, Houses of the Oireachtas
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